POR PAMELA ROMO RIVAS
La discriminación a la mujer se vuelve una práctica que la orilla a vivir condiciones de marginación y pobreza, teniendo serias implicaciones en el núcleo familiar y en sus comunidades; expuso la mesa de análisis con el tema “Violencia de Género y Pobreza”, organizado por la Comisión de Equidad y Género de la LX Legislatura, con la participación de representantes de distintas organizaciones civiles.
El presidente de la Comisión de Desarrollo Social, Juan Manuel Gómez Morales consideró que la desigualdad entre los géneros llega a deducir que la pobreza tiene “rostro de mujer”.
Lamentó que “las mujeres que están limitadas por su formación y su subordinación, tienen pocas posibilidades de romper con relaciones violentas. Las mujeres en estas circunstancias tienen limitadas sus habilidades, recursos y capacidades para romper el vínculo de violencia, si hasta la vivienda, incluso precaria, es propiedad del hombre”.
Señaló que para romper este círculo, se debe promover una política social integral basada en la educación y en políticas públicas compensatorias. Sin embargo, dijo que “el cambio verdadero sólo vendrá a partir de una modificación cultural profunda, que cambie valores y patrones de conducta, desafortunadamente reforzados por algunos programas mediáticos, en las escuelas y sobre todo, en las familias”.
Resaltó que hasta en los últimos años, Aguascalientes se distingue por tener una de las tasas más altas de participación de las mujeres en trabajos remunerados, y consideró que este reflejo reciente es porque en el pasado estaba excluida.
Señaló que desde principios de la humanidad las relaciones entre mujeres y hombres han sido inequitativas, no solo hablando de las diferencias físicas sino también de las que crea la sociedad haciendo etiquetas y haciendo que el machismo sea la bandera que los guía.
Consideró que la pobreza es un tema que conlleva a la violencia debido a que la mujer se tiene que desarrollar en contextos diferentes, para así poder salir delante. Cuando eso no ocurre, la mujer decide quedarse en casa a cuidar de sus hijos, y en varios de los casos estar a la expectativa de las agresiones de su pareja.
En ese sentido, reconoció que la mujer siente limitada su independencia, debido a las condiciones económicas, y en determinados casos, a su escasa formación profesional.
Por otro lado, se tienen limitados los recursos de salud y de escolaridad, que determinarán el grado de la capacidad para mejorar las condiciones de vida. Siguiendo en esta línea, se encuentra la problemática donde las mujeres no se muestran preparadas por lo que esto las lleva a tener empleos informales, en donde la remuneración es muy baja, son acosadas y maltratadas en algunos casos.
Luis Ernesto Gutiérrez Berdeja, de Colectivo Serga, opinó que la violencia no es cuestión de clases sociales, sino del acceso a oportunidades de desarrollo, de autorrealización, de garantizar los derechos humanos e incluso, de tener derecho al tiempo libre.
Subrayó que es importante desterrar desde los primeros años de vida los estereotipos sexuales, los estigmas contra la diversidad sexual y la misoginia.
Eduardo Ruiz, de la Asociación de Clubes de Migrantes, urgió a los diputados a buscar alternativas para acabar con prácticas sociales como “el derecho de apartado” que ejercen los hombres de municipios como Calvillo y Asientos, quienes confinan a las mujeres a la soledad y a la imposibilidad de encontrar una nueva pareja, ya que se van a los Estados Unidos hasta por años, pero dejan “encargadas” a sus novias o esposas con las que llamó “mujeres verdugo”.
Ricardo Serrano, funcionario de la Secretaría de Integración Social del Municipio de Aguascalientes, sostuvo que se debe acabar con los programas “clientelares” que no inciden realmente en la disminución de la pobreza y que los gobiernos deben apoyar en crear las condiciones para que la iniciativa privada genere empleo. También enunció que las acciones gubernamentales contra la marginación deben de ir de la mano de las organizaciones de la sociedad civil.
