- Una verdadera odisea para los enfermos recibir atención médica.
- Niegan citas y servicios a persona de la tercera edad.
Derechohabiente de los servicios que ofrece el Instituto de Seguridad y Servicios Sociales de los Trabajadores del Estado (ISSSTE) denuncia malos tratos por parte del personal que labora en la delegación de esta clínica en Aguascalientes.
La quejosa Celia Becerra relató a La Jornada Aguascalientes (LJA) en días pasados acudió a llevar a su madre a la clínica ubicada en Avenida Universidad para que le fueran realizados una serie de estudios clínicos solicitados por el médico especialista en oftalmología, los cuales tenía que presentar antes de que la mamá de la quejosa fuera intervenida quirúrgicamente y la que está ya programada.
Explicó que al llegar con la servidora pública que se encarga de sacar las citas y de la que dijo desconocer su nombre completo pues sólo alcanzó a percibir que la llamaban “Laurita”, fue cuando comenzó la odisea injusta para el par de mujeres por la recepción extremamente majadera de la trabajadora, pues al solicitarle amablemente le extendiera las citas para los especialista y los estudios que le requería el oftalmólogo en una orden, de lo que la funcionaria entre muecas le negó el servicio con el médico internista “porque me decía que cómo era posible que me agendara la cita si no sabíamos el nombre del internista que nos tocaba”.
Continúo relatando Celia que de distintas manera intentó hacer entrar en razón a “Laurita” que le proporcionara la información necesaria para conocer el nombre del médico y que le indicara con quién tenía qué acudir para conocer el dato, pero en su testarudez y con una serie de gritos e improperios, ahora ya con un tono de voz más alto le dijo incongruentemente: “cómo quieren que las anote si no saben ni el nombre del internista” y digo incongruentemente porque precisamente la obligación de esta servidora pública es el de designar el horario y doctor con el que tienen qué presentarse los beneficiarios de los servicios de salud y aunque así no lo fuera, explicó la afectada, su obligación es la de decirnos ante a quien tenemos qué acudir o a qué hay que ir para conocer el dato.
Añadió que ahora ya entre tiros y estirones, la servidora sólo se limitó anotar en su libro la prueba de electrocardiograma y para el caso de la presentación ante médico internista, inmediatamente escribió en las observaciones “La solicitante se niega a recibir la cita”, hecho del que se percató Celia y que la hizo refutarle a Laurita que eso era una incongruencia: “porque cómo es que me voy a negar a recibir un servicio que por principio de cuentas vengo a solicitar, pero cuando le pregunté que por qué hacia eso ella me contestó que era para que no le estuvieran dando lata”
Los ánimos entre ambas mujeres se calentaron por este hecho, pero según dijo Celia todo terminó con la contundente amenaza de la funcionaria que les gritaba a ambas mujeres “yo tengo el poder de quitarles el servicio”, el ánimo llegó hasta el punto que ambas derechohabientes, Celia y su madre quien es de la tercera edad, fueran retiradas por personal de seguridad del hospital, todo esto a solicitud de la funcionaria, pero además negándoles el acceso a cualquier zona del hospital.
Agregó que luego de este hecho, Celia tuvo conocimiento por terceras personas que conoce del hospital, que la queja y versión que proporcionó a los directivos de la clínica, la realizó de tal manera que el expediente clínico de su madre fue retenido.
Posterior a la denuncia, la afectada solicitó que la acompañara a dicha clínica para que conociera la espantosa hazaña que tienen que sufrir los beneficiarios (muchos de ellos gravemente enfermos o de la tercera edad) desde el momento que llegan a requerir el servicio, el tener que solicitar la información necesaria para acudir a los servicios, estudios, etcétera y encontrar las oficinas específicas donde van a utilizar el servicio. Y es que ese mismo día su madre tenía que acudir a que le realizaran el electrocardiograma y la placa de tórax requerida para poder ser intervenida por el oftalmólogo.
Al acudir, pudimos percatarnos que el área de citas había sido cambiada de lugar y que ahora se encontraba en la zona de Archivo: Nunca lo encontré. El peregrinaje continúo al requerirles la información al personal de dónde se encontraba Rayos X y es que aunque llegamos a la zona que nos indicaron que ahí se realizaría este estudio, en la ventanilla de requisición del servicio, le indicaron ahora a la septuagenaria que era del otro lado del edificio. Lo más raudamente posible, por la condición de la senecta, intentamos llegar a tiempo a ese lugar, pero verdaderamente fue imposible localizarlo y lo iba a ser desde el principio pues las señas y particularidades que nos indicaban los trabajadores se contraponían unas de otras.
Finalmente la hora agendada para realizar el estudio a la mujer enferma ya había pasada por lo que se decidió a abandonar la empresa, ya que además la madre de Celia se encontraba cansada y se sentía más mal de salud de entró al ISSSTE para que fuera atendida.
Al salir del Hospital, regresé mi vista al edificio y en una enorme lona dispuesta a la entrada de la clínica, decía: “Porque todos somos ISSSTE nos estamos certificando”.
Realmente deseo que el día de hoy la madre de Celia pueda entrar a la operación que el oftalmólogo le había requerido con urgencia.