En la actualidad el Partido de la Revolución Democrática pasa por una etapa crítica, todavía superior a la sufrida en su última elección de presidente nacional; el principal factor causal en este momento es la realización de alianzas electorales con el Partido Acción Nacional, circunstancia que exhibe la concepción que tienen los diferentes grupos o tribus acerca de lo que entienden por democracia.
Es necesario señalar que algunos grupos perredistas muestran la concepción moderna y actualizada de lo que es la democracia, y sus prácticas están siendo encaminadas por esos senderos; mientras que algunos otros se manejan con una idea democrática anclada no sólo en el pasado, sino también anclada en una contradicción engañosa, que desde hace tiempo –particularmente desde el derrumbe del llamado socialismo real- ha sido superada y ha perdido su vigencia.
Alain Touraine afirma en las primeras páginas de presentación de su libro ¿Qué es la democracia? (FCE, 1995) que “la mayor desdicha del continente europeo, donde nació la democracia moderna, no fue la miseria sino el totalitarismo, nos hemos replegado hacia una concepción modesta de la democracia, definida como un conjunto de garantías contra el ascenso o el mantenimiento en el poder de dirigentes contrarios a la voluntad de la mayoría” (página 7); el punto central es la limitación del poder político en el estado para evitar que los gobernantes sofoquen los derechos del hombre manejando una supuesta verdad superior a la soberanía popular.
La supuesta verdad superior a la soberanía popular –ejemplificada por el dictador Kadafi de Libia- implica e impone una concepción de democracia que se basa en el populismo, como degeneración de la atención gubernamental al pueblo-sociedad al que descalifica considerándolo como incapaz e inmaduro para la participación; además, la verdad superior a la soberanía popular funciona y se sostiene sólo con la anulación de la democracia como participación de los ciudadanos en las decisiones de gobierno en un marco de diversidad y pluralismo. El dictador “dicta” lo que se debe hacer; y lo dicta con base en su propio y único criterio.
La contradicción, por lo tanto, se ubica en que en aras de la libertad y de la democracia llevan al estado a que absorba a la sociedad civil y la anule, volviéndose totalitario; el engaño reside en que el líder se transforma en dictador justificándose en la libertad, la democracia y la supuesta inmadurez del pueblo.
En este cuadro los grupos o tribus perredistas que están resquebrajando la institución del partido político son los que siguen los dictados de Andrés Manuel López Obrador; su discurso fundamental sigue siendo el salvar a México de las mafias, y su reciente creación es Morena, Movimiento por la Regeneración Nacional.
El efecto de la actividad política de López Obrador está siendo el agudizamiento de las condiciones de crisis interna del PRD; su idea de democracia se quiebra con la decisión del Consejo Político Nacional perredista para realizar la consulta en el Estado de México para definir si se realiza o no la alianza con el PAN para la próxima elección estatal. El dictado de López Obrador es no realizar una consulta a la gente, lo que significa no preguntar a la gente lo que piensa y quiere, y, consecuentemente, no escuchar lo que diga la gente.
Es útil para seguir conociendo y entendiendo a López Obrador considerar la propuesta que hizo Cuauhtémoc Cárdenas a su partido: si “López Obrador quisiera, podría hacerse cargo del partido, de la designación del candidato a la gubernatura del estado de México y de designar al candidato presidencial en 2012” (La Jornada 27 de febrero). La declaración ilustra con claridad la personalidad de López Obrador.
El objetivo de las alianzas con el PAN ha sido el abrir la puerta de la alternancia en estados en que la fuerza del poder autoritario del PRI impide que uno sólo, o dos, o tres partidos políticos ganen la elección a gobernador; sólo con un frente amplio, como sucedió ya en Oaxaca, Puebla y Sinaloa, podrá superarse el concepto modesto de democracia que sólo busca evitar que tengan el poder político dirigentes contrarios al sentir común de la gente.
El objetivo de la alternancia ha mostrado ya en varios estados que cuando un partido político –sea el PAN o el PRD- se distancia de los gobernados y pierde el sentido social de hacer gobierno, los electores tienen ya la opción de elegir al candidato que consideren que puede darles una mejor calidad de vida ciudadana y social, no obstante el riesgo de equivocarse volviendo al PRI (el caso de la pasada administración municipal de Aguascalientes ha sido un ejemplo hasta hoy no suficientemente analizado).
Es por ello que el Estado de México está hoy en la encrucijada de los partidos políticos; el PRD está en un momento altamente crítico, momento al que se le añade la renovación de su comité ejecutivo nacional.
Los grupos o las corrientes políticas en los partidos políticos son parte de la diversidad y de la pluralidad; su acción tiene claros límites: trabajar en los objetivos políticos del partido y cuidar la integridad de la institución; las corrientes políticas de los partidos son útiles y benéficas mientras se manejen con en el método de la democracia que propicia la participación, la construcción de consensos, y la toma de decisiones por mayoría.
Cuando algún grupo o corriente o tribu pretende imponer “su idea” y busca “callar” la expresión de los otros, evidentemente, está atentando contra la institución política y contra la democracia. Independientemente de si es el PRD o el PAN o el PRI, los principios democráticos deben tenerse en claro para poder favorecer el bienestar político de nuestro querido México.