Flores por cualquier lado, es la entrada sur del mercado Terán. Un peculiar olor a humedad entre pisos mojados y un agitado ambiente, que subiendo a la planta alta nos deja ver una peculiar vendimia de pescado, lugares para comer, además de frutas y verduras. Es de notar el peculiar interés por la herbolaria, naturismo y productos a base de fe en este piso superior, donde locatarios establecidos y vendedores en los pasillos ofrecen soluciones a problemas físicos y espirituales.
Dichos ritos vienen como anillo al dedo para un ciclo que está por concluir para dar paso a uno posterior, es el año nuevo, con todas las esperanzas que ofrece para empezar otra vez y dejar ir lo malo para abrazar un prometedor futuro, “con fe y trabajo, como todo”, insiste Armandos, como se identifica un amable comerciante de productos esotéricos en el Mercado Terán.
Las personas muestran una actitud esquiva al preguntarles sobre su creencia en rituales y supersticiones de año nuevo, con visible pena en su expresión facial y su negativa expresada sólo en gestos, como un par de señoras en su negativa de hablar pero llevando un peculiar paquetes tras explicación del mencionado comerciante Armandos, dueño un negocio homónimo, mismo que nos explica la venta de un ritual de fin de año, al cual define como sortilegio.
“Consiste en cuatro arcángeles (Rafael, Gabriel, Ariel y Miguel) al lado del padre bendito, dos velas, una de plata para que haya vibra positiva y otra de oro para el trabajo y el dinero”, explica Armandos, quien tiene instalado dicho rito en su establecimiento en miras de mejorar la merma que, de acuerdo en su experiencia, ha sufrido la venta en el Mercado Terán durante los últimos cinco años, culpando a la indiscriminada apertura de tianguis en la ciudad además de los vendedores de piso en los mismos mercados, “que trabajan los mismos artículos que uno y nos afectan en la venta a nosotros que somos locatarios establecidos”.
Otros rubros que toman su rebanada en esta temporada son los dedicados a la venta de lencería, distribuidos y ubicados en diferentes partes de la ciudad como un establecimiento de la avenida Madero, con sendos aparadores anuncia ropa íntima en prominente color rojo. La dependienta explica que no es casualidad esta exhibición, que va ligada al aumento de la venta, “principalmente en tanga, es lo que más piden, en rojo”, existiendo también supersticiones acerca de prendas interiores amarillas y blancas, estas últimas siendo ignoradas, “son para la paz”, no tanto así las amarillas “para atraer el dinero”, siguiendo el rito una semiótica similar a la del esotérico sortilegio comerciado por Armandos.
Un objeto tradicional de la época es “el borreguito” por aquello de la lana y que en el caso de Armandos es de los productos más vendidos de la temporada, “se acostumbra colocarlo detrás de la puerta para la armonía, tranquilidad, suerte y abundancia en todos los sentidos”, precisando que no vende magia sino un medio para que la gente aplique su fe y esfuerzo en progreso de su situación “y la de su familia”, comparando el proceso esotérico con el bajar de peso siguiendo un tratamiento, “si no se cumple al pie de la letra el régimen ¿cómo esperan ver resultados?”.
Armandos rinde culto a la santa muerte más se mantiene respetuoso respecto a las creencias de su clientela, “si me piden un ritual a la Santa Muerte, la mano derecha de nuestro señor, los asesoro más si prefieren acercarse a San Juditas, que es abogado de los desesperados, les presento una oración con su veladora, encaminándolos con nuestro padre Dios y recomendarles ir con el sacerdote en busca de guía espiritual”, siguiendo las velas el código de colores, disponibles en plata, para armonía y el oro para fortuna en lo económico, “con ganas de trabajar porque no va a caer el dinero del cielo”, reitera Armandos quien lleva 23 años con su negocio, ahora familiar, en el Mercado Terán.
¿Algún artículo que se esté vendiendo más esta temporada? En la tienda de lencería responden que calzones chicos en color rojo, porque hasta las niñas andan llevando, pero la dependienta comenta que “también se anda moviendo bien el baby doll”. Por supuesto, en rojo.