- El mundo del tianguis navideño de La Puri, ropa “americana”, videojuegos con polvo, comida frita y una serie de pasillos.
Con la navidad, además del frío, llegan los regalos de ocasión. Ya sea por compromiso o un sincero deseo de mostrar afecto, las fechas decembrinas son sinónimo de compras y un respiro para la economía, poderizado por el consumismo de la época. Cada año uno se preguntaba “¿Cuál crisis?” al ver pasillos repletos de personas dispuestas a gastar su dinero, cosa que este año en el tradicional tianguis navideño de La Purísima no se observaba. No es que estuviera vacío pero tampoco era un mar de gente, algo decepcionante en opinión de los tianguistas.
Un comerciante comentó que tal vez era por la difícil situación y lo tradicional que es la audiencia del mencionado tianguis pero admite que La Purísima va a la baja desde hace unos cinco años, en favor de La Línea de Fuego e incluso los locales establecidos en el centro de la ciudad, y colonias en apariencia populares, negocios propiedad de los mismos comerciantes que se ven domingo a domingo en las cercanías del barroco templo.
La Purísima hoy en día es principalmente un gran outlet de ropa, prendas que en parecieran hermanas de las fabricadas y vendidas en Villa Hidalgo, esto por las telas y diseños. Los locales del tianguis difieren, más que en los productos en exhibición, en el trato de sus dependientes y que tan creativo es su acomodo. Se encuentran algunas excepciones, con diseños claramente enfocados a un público joven y alternativo, uno que no busca pedrería incrustada, ni marcas “americanas” en su vestimenta, sino más bien reminiscencias a lo retro (videojuegos de 8 bits e imaginería ochentera) o diseños coloridos y caricaturizados, en un humor que puede no ser para todos.
En cuanto tecnología de consumo y entretenimiento audiovisual, contrario a lo que pudiera esperarse, sólo hay alrededor de diez puestos de películas y series clonadas, o en el peor de los casos, grabadas directamente de la pantalla . Los puestos de videojuegos por fin dejaron de vender accesorios de hace veinticinco años, cómo los llamados Nintendos viejos, para ahora sólo enfocarse en productos de, a lo mucho hace siete años. Era de notar que los precios de estos artículos eran tan poco amigables, incluso casi iguales a los de tiendas departamentales, que incluso convendría más adquirir videoconsolas y juegos en negocios establecidos, por aquello de la garantía, y reposiciones. Situaciones como esta ayudan a la fama de “tianguistas careros”, de acuerdo al Raúl Lozano, fabricante de ropa y tianguista de La Purísima.
Hay puestos que le tiran a lo que sea, como aquel con lo relativo a productos caninos junto con chascas en el mismo espacio, o los totalmente enfocados a la lucha libre estadounidense con figuras, pósters, playeras y una amplia gama de productos, mostrando a aceitados acróbatas que cada semana hacen faramalla en el ring. Es la moda, como el ver camisetas con el 14 del Chicharito, las cuales tienen un costo de $350, todavía sin regatear.
A diferencia de los visitantes y clientes de otros tianguis, como sería el caso de aquel en San Juan de Los Lagos, es complicado establecer un patrón para los de La Purísima, no todos visten Hollister (o sus macabras variantes: Hollistar y, la aún peor, Hollistark), Abercrombie y Aeropostale pero tampoco son en su mayoría vaqueros, fanáticos de vestimantes hip-hoperas o amantes de Ed Hardy, marca que [por cierto] fue prohibida en Stonnington, Australia en pro del buen gusto y estilo. También se vieron algunos hipsters (o cheapsters), aunque eran los menos.
Presentes estuvieron también familias completas en busca de obsequios navideños. Chicos y no tan chicos preguntando precios de videoconsolas y sus respectivos juegos. Padres con cara de desesperación. Madres extasiadas con los puestos de ropa. Con lo que les gusta a los niños que les regalen ropa en lugar de juguetes. O videojuegos.