- En sesión solemne en el Segundo Patio del Palacio Municipal
- La alcaldesa electa Lorena Martínez, ya despacha en eventos y pasillos
Nada como una fiesta para poner a prueba el temple de los hombres, nada como ser el anfitrión para calibrar el ánimo de una persona porque sabe que su destino es ser olvidado, que si todo sale como está planeado, los invitados recordarán el ambiente, la música, las conversaciones, pero no su labor, mientras que si la fiesta es un fiasco, las miradas se dirigirán hacia el responsable. Es triste el destino de los anfitriones, peor aún si les corresponde cargar con la responsabilidad de una fiesta ajena, como lo fue el primer informe de Adrián Ventura Dávila, presidente municipal de Aguascalientes, a quien le correspondió entregar cuentas de los últimos tres años de la administración que recuperó el municipio para el PRI.
Lo usual es que en la Plaza de Armas la música suene a todo volumen, los fines de semana instalan equipos de sonido para que la canción vernácula suene a todo lo que da, para que la voz de las estrellas del pueblo, los artistas siempre en busca de una oportunidad, retumbe contra las paredes de catedral. No es usual que suenen las pequeñas bocinas ocultas en el follaje de los árboles, pero como hoy es día de fiesta, si bien tímidamente, desde los jardines se esparce la Obertura 1812 de Chaikovsky. Una pareja de jóvenes que empuja una carreola se detiene frente al palacio municipal, miran las bocinas y escuchan.
-Y ahora, ¿aquí que hay? –pregunta ella, sin dejar de mirar a las mujeres que entran a palacio, la mayoría con vestido negro, arregladas, bien peinadas; mira también a los hombres que llegan sonrientes, casi todos obedientes a la moda priísta de traer corbata roja.
-Es el informe de actividades de Adrián Ventura.
-Ah sí, ya lo vi. Allá está, en la esquina, junto al señor de lentes.
-Pero ese no es Adrián Ventura –le contesta su marido-, ese es el otro, el que estaba antes, Arellano. Adrián es el del cartel, el de allá arriba –y señala los pendones que adornan la fachada del palacio.
La mujer tarda un poco en comprender, mira la fachada y luego hacia la esquina, al final se queda viendo al ahora diputado Gabriel Arellano, quien espera lejos de la puerta principal, como lejos quedó la declaración de que se debía a los ciudadanos de Aguascalientes “desde el primer día y hasta el último día en el mandato de la presidencia municipal”. El hoy coordinador de la bancada priísta prefiere mantenerse a la distancia, de todas maneras, los saludos y felicitaciones no son para él. Se termina la Obertura y ahora a través de las bocinas suena una pieza de Juan Gabriel con arreglo “sinfónico”, todo se vale con tal de entretener a los invitados al informe.
En el primer patio de palacio están dispuestas dos pantallas gigantes y las sillas para el pueblo, los que van llegando sin invitación impresa, mientras que en el segundo patio, frente al escenario donde se acomodará el cabildo en pleno, las sillas están numeradas y las edecanes de traje sastre negro con mascada verde se esfuerzan por controlar, amablemente, a los invitados especiales, a los muchachos de la prensa que revolotean alrededor de los funcionarios recién nombrados, que buscan el mejor lugar para disponer la cámara de video, para obtener la mejor fotografía.
La sesión solemne está programada para empezar a las cinco de la tarde, pero ya se sabe que estos eventos jamás se ajustan a la puntualidad, que no se rigen por el tiempo sino por la llegada de los invitados, así que la sesión arranca una vez que el gobernador Carlos Lozano aparece por las escaleras. El primero en tomar la palabra es Jorge Etien Brand Romo.
La intervención del regidor por el partido Convergencia sirve para que la gente se acomode, se ponga al día, porque francamente su discurso se regodea en lo obvio: Aguascalientes es diferente a hace tres años y dentro de tres años será diferente, cada tres frases repite la palabra fuerte, todo es fuerte, como anuncia el lema de esta administración, pero el slogan de “cerrando fuerte” no le alcanza al regidor y su intervención termina con reverencias a la próxima alcaldesa y al gobernador, quien “a ocho días de haber tomado posesión, yo puedo asegurar que trabajará por los pobres, por los jóvenes, por las amas de casa”. Brand Romo vuelve a su lugar en medio de aplausos que no son para él.
Toca turno a la regidora María Esther Pérez Pardo, quien elabora un resumen del informe de actividades que entregarán al final de la sesión. Se esfuerza demasiado la regidora, alarga innecesariamente su intervención y cuando intenta glosar el tercero de los cinco ejes del Plan Municipal de Desarrollo, comienzan a chiflarle, apenas se escuchan los silbidos, pero son constantes, que ya termine. La regidora destaca la creación d el Instituto Municipal Aguascalentense de Cultura (IMAC) y finaliza señalando, en relación a la Banda Sinfónica municipal, que ojalá haya menos abusos, mejor uso y más recursos.
Un “espontáneo” de engolada voz juega al repentista y se avienta una porra a favor de Adrián Ventura, quien, por fin, se acerca el micrófono y comienza su reporte. Inicia destacando que sólo lo correspondieron nueve meses y afirmando que es orgullosamente priísta. El “espontáneo” de engolada voz, aprovecha una pausa y afirma que con este gobierno nos hemos ganado la lotería. El presidente municipal sigue con su mensaje, agradece a Rocío Ávila su labor al frente del DIF, el estar junto a él. Nueva oportunidad para que el “espontáneo” grite de nuevo. Al final de su mensaje, apuesta a las cortesías, primero a Lorena Martínez (el alcalde asegura que el municipio queda en buenas manos) luego a Carlos Lozano y ya encarrerado manda saludos a Peña Nieto y Humberto Moreira, en un mensaje político que asegura no quedará fuera de la jugada.
El mensaje es el de un anfitrión en fiesta ajena, enumera los logros en los últimos tres años, es cortés y no deja de mencionar a Gabriel Arellano, así que poco puede maniobrar para resaltar su trabajo durante nueve meses. La fiesta, además, está en otra parte, es difícil combatir la atención que todos ponen en el gobernador, en Lorena Martínez que está en primera fila. Sin pena ni gloria, sin sorpresas, el alcalde de Aguascalientes finaliza un discurso correcto.
Tan no está puesta la atención en él, que al momento de finalizar la ceremonia, los reporteros persiguen al gobernador, quien luego de unas declaraciones rápidas, logra escapar por la puerta que lleva al estacionamiento. Adrián Ventura es acuerpado por las edecanes de mascadas verdes, quienes lo llevan hacia las escaleras y ahí, ahí se acaba el encanto, no más saludos, no más peticiones, sólo una entrevista para televisión y los miembros de esta administración que, discretos y ya nostálgicos, se acercan a felicitarlo.
La profesora Chuyita sube lo más rápido que puede las escaleras y pregunta a quien se deja, ¿dónde está la licenciada Lorena? Alguien le señala el montón de gente que se desliza muy lentamente por el pasillo. Ahí va Lorena, ella es el verdadero centro de atención, muchas mujeres la rodean, le piden, le echan porras, le detienen el paso.
Media hora después de que acabó el informe, Lorena Martínez todavía no puede salir de palacio municipal. Son demasiadas las personas que la cercan, todas quieren algo, extienden papeles, cartas, carpetas, le piden cita, no la dejan caminar. No la sueltan.
Una mujer le da un codazo a otra: “Ándale comadre, arrímate, yo ya me le arrime”, luego la empuja hacia el grupo que rodea a la próxima alcalde de Aguascalientes, quien no deja de decir que después, que el primero, que sí, seguro, pero que cuando llegue, que ya falta poco.
La pareja de comadres falla en el intento por acercarse a Lorena Martínez. Desde la esquina de Colón miran desaparecer la camioneta blanca en la que, una hora después, logra escapar la política.
– Dice que mañana va a estar en su oficina todo el día –explica la comadre que todavía tiene los papeles en la mano.
-Ah, bueno -la consuela su amiga- Oye, ¿y dónde está su oficina?
La mujer con el fólder en la mano voltea a todas partes, no sabe y no tiene a quien preguntarle.