La primera pregunta a Luis García Montero, que recibiera el premio de Poetas del Mundo Latino “Víctor Sandoval”, es obligada a él y a todos los grandes poetas que ha dado Granada.
Algo ha de tener el agua de esa ciudad como el mismo poeta comenta ya que “es una ciudad con buen agua ya que tiene una sierra al lado y manantiales de nieve. Y es una ciudad que es buena también para la poesía. Con una tradición larga de poetas como García Lorca o Luis Rosales que son para mi maestros del siglo XX”.
Al cumplir cincuenta
De “Casi cien poemas” en que el poeta, con poco más de treinta años cumplidos, se antologó a “Cincuentena”, su última antología, publicada en México por El Tucán de Virginia. Y de esta última García Montero dice que “fue difícil elegir y fue también un ejercicio de disciplina. Cumpliendo cincuenta años publiqué “Cincuentena” en parte como un homenaje a “La Centena” de Octavio Paz y, porque me gustaba pasar, al cumplir los cincuenta de casi cien a cincuenta poemas. Para decirme que al cumplir los años tenía que ser cada vez más riguroso, para decirme que un poeta tiene que tener abierta su conciencia poética para no repetirse. Y es un ejercicio de dificultad pero también un ejercicio de exigencia”. Y García Montero aprovecha para hablar no de ese libro sino de cualquier ejercicio poético serio. “Escribir es un ejercicio de incertidumbre. Hay que ser muy tonto para tener una conciencia complaciente y para creer que todo lo que se hace es bueno. Yo soy de los poetas que me lleno de incertidumbre y dudo. Y al releerme pienso ‘aquí me equivoqué, aquí lo podía haber hecho mejor…’. La buena temperatura de la poesía es la admiración. Y siempre se admira lo bien hecho de los demás porque uno se lee a sí mismo con ojos de corrector no de lector. La incertidumbre está también en “Cincuentena”. Ahí están no los poemas que más me gustan sino los que me dejaban más tranquilo”.
Y, de repente, por un comentario al azar sobre uno de sus artículos más recientes, aparece el futbol. “El Granada FC pertenecía mi mitología infantil. Paseamos por los infiernos de la tercera división. Pero como niño de provincias aprendía a vivir con doble militancia: el equipo de mi ciudad y el del Real Madrid. Cuando le contaba a mi hija las glorias del Granada no las creía. Y me gusta que mi hija vea que era verdad lo que le contaba ahora que estamos ya casi en primera. El futbol es una de los pequeños placeres de la vida”. Y hablando de la vida, como suele suceder en sus poemas pasa de una pequeña anécdota sobre el futbol a los otros temas, los importantes, diciendo “sé que hay cosas importantes en la vida. No me atrevería a confundir el amor, la enfermedad, la justicia, la política, el hambre, la muerte con el futbol. Pero también es importante atender a los pequeños placeres de la vida que son los que demuestran el amor por la existencia. Desconfío de la gente que no le gusta un buen vino, un buen tequila, ver un buen partido con los amigos. Esos que son muy solemnes para lo grande se pierden el placer por la vida”.
…Y entre esos pequeños placeres y esos grandes temas, la poesía encuentra su lugar ya que “la poesía es una de las grandes cosas del ser humano. Cuando uno escribe, como decía, se llena de incertidumbre. Y de esa incertidumbre, al paso de los años, solo consuela saber la conciencia de te has dedicado a algo importante. Para mí el poeta que pasa un día, una semana buscando una palabra representa a cualquier ser humano que quiere hacer bien las cosas, al ser humano que sabe que hace falta un ejercicio de conciencia para vivir. La poesía representa al individuo que no le gusta repetir como un loro y que quiere ser dueño de sí mismo. Por eso escribo con mayúscula la palabra Poesía”.
Los lentes colgados al cuello dan paso, en un comentario marginal, al título de otro de sus libros más recientes, “Vista Cansada” que “es un libro que fui escribiendo cuando me acercaba a los cincuenta años. Leía con torpeza, por cosas de la edad, y el doctor me dijo que tenía la vista cansada y me pareció una buena metáfora. Un cuando pasa el tiempo no sólo toma conciencia de ese paso sino también de la historia. Es un libro sobre la historia porque el país en el que nací no tiene nada que ver con el que están viviendo mis hijas. Yo tengo mucha conciencia de esa diferencia, y la sociedad tiende a olvidar los momentos en los que fue pobre, y escribí “Vista Cansada” para contar el cambio entre la pobreza de mi generación y la prepotencia de la sociedad en que están viviendo mis hijas. El poeta no quiere renunciar a ver la realidad y va al oculista para seguir mirando cara a cara a la historia”. Dos libros, “Cincuentena” y “Vista Cansada” que guiados por el paso del tiempo le llevan a hablar de su propia conciencia ese transcurrir porque “ya no bebo tanto como cuando era joven ya no trasnocho tanto como antes. Ahora intento cuidarme como escritor, no convertirme en un viejo cascarrabias y seguir manteniendo la ilusión creativa del adolescente que se deslumbró con un libro en las manos y quiso dedicarse a la literatura”.
La nueva sentimentalidad
Una literatura en la que García Montero entró desde muy joven y con dos etiquetas que desde entonces siempre están unidas a él y a una parte de su generación, “la nueva sentimentalidad” y la “poesía de la experiencia” bajo las que hay una conciencia de que “la poesía no es la invención de un lenguaje raro por un ser divino, diferente a los demás. Un poeta es una persona normal porque todas las personas normales tienen sus rarezas. La poesía es emplear de manera más rigurosa el lenguaje de todos. Y al vivir en una gran ciudad a finales del siglo XX hay cigarros y taxis y coches. Cuando Garcilaso o Manrique escribían de viajes a caballo o de bailes cortesanos no estaban inventando nada, estaban hablando de su vida cotidiana. Si yo voy en taxi o entro en una oficina en mi vida cotidiana de eso tiene que hablar mi poesía. Machado supo que la historia pasa también por los sentimientos. La intimidad también está llena de historia. Y como la poesía es una indagación sobre la sentimentalidad, la verdadera poesía nueva es aquella que tenga que explicar la nueva sentimentalidad”. Porque, explica, “aunque soy un lector poco sectario, a la hora de escribir escojo mi tradición y mi tradición son los poetas que entienden la lírica como un ejercicio de conocimiento sobre la realidad. Y eso lo defiendo”.
“Las palabras son barcos / que se pierden de boca en boca” son los dos primeros versos de un poema que había leído la noche anterior y el lector se queda siempre con la duda de si es una esperanza o una desesperanza a lo que Luis contesta que “por una parte es desesperanzado y por otra parte todos buscamos la perfección del lenguaje y para que exista la vida es necesaria la imperfección. Las palabras no son del diccionario. La historia de la gente entra y se apropia de las palabras. Para eso hace falta dejar que las palabras se pierdan y vayan de boca en boca. Para lograr no el rigor del diccionario sino los sentimientos de la gente”.
“Ajustar cuentas con la realidad” es una frase que el poeta granadino repite bastante y explica, de nuevo con el futbol, la idea. “Cuando era niño, y España nunca ganaba el campeonato del mundo, yo me inventaba con una pelota campeonatos en los que siempre ganaba. Y la poesía significa un ajuste de cuentas con la realidad porque utiliza la imaginación para enfrentarla y buscar una alternativa”. Y en ese ajuste de cuentas, charlando sobre las diversas polémicas en que se ha visto envuelto, explica que “la conciencia no puede acomodarse y uno tiene que decir lo que piensa”.
El premio verdadero del escritor
A unas horas de que reciba un premio en Aguascalientes, honorífico y no a un libro concreto, no se puede evitar hablar de ellos, de las complicaciones y de las ventajas que tiene. Habla de Visor cuyo editor “tuvo la idea de crear premios con apoyo de instituciones para hacer posible que muchos autores jóvenes pudieran publicar un primer libro y se dieran a conocer. Yo mismo utilicé los premios para publicar cuando no podía. Pero desde ´Habitaciones separadas’ ya no lo hago”.
Y una poesía como la de García Montero, tan cercana en vocabulario al lenguaje cotidiano, al de la calle, tiene como premio invaluable el aprecio del lector. Y explica que el premio es “la relación de los lectores. Que al final de una lectura o de una feria del libro alguien se acerque y diga ‘con un poema suyo me declaré’ o ‘cuando murió mi madre me consolé con un poema suyo’. Ese es el premio verdadero”. Y de entre las miles de anécdotas que ha tenido a lo largo de su vida elige una, tal vez la más emotiva. “Estaba al final de una lectura tomándome una copa y se me acercó un chico y me contó que era homosexual y que un día tomó el tren para acudir con un amigo y en la estación entregarle un sobre mientras le decía ‘toma este sobre y en veinte minutos abre el libro y lee el poema de la página tal’. A los veinte minutos le sonó el móvil y su amigo le dijo ‘ya he leído el poema de Luis García Montero. Te pido que vuelvas’. Cuando se fue el chico que me contó esa anécdota a mí se me saltaron las lágrimas porque creo que esa es la tarea de la poesía, el poeta tiene que borrarse a sí mismo. El lector es tan importante para la literatura como el autor. Y eso lo sabemos todos los escritores porque hemos sido lectores”.