■ Tardó 24 días en traer el cuerpo de su hermano, muerto en Canadá
■ Entre sobornos y trámites, gastó más de 60 mil pesos aquí, en Edomex y el DF
“Por un lado, pues qué padre que estaba legal porque imagínate… Ilegal yo pienso que es peor”, concede Víctor Manuel González Hernández, empleado de una empresa local, antes comenzar a narrar a La Jornada Aguascalientes cómo en medio día gastó al menos tres mil 500 pesos en mordidas para lograr traer el cuerpo de su hermano Pedro, fallecido en Canadá los 37 años de un infarto fulminante el pasado 4 de octubre.
Cuando después de 24 días de trámites burocráticos los restos de Pedro Esteban llegaron al Distrito Federal el 28 de octubre, “fueron como 3 mil 500 pesos de puro estar dando mordiditas para poder sacar un cuerpo. Ahora por lo de mi hermano me he enterado de casos que pasan hasta cinco meses o un año para que les puedan repatriar su cuerpo. A mí se me hace inhumano: uno está acá con su dolor (…) y todo es negocio”.
Ese día, relata Víctor, él fue por el cuerpo de su hermano al aeropuerto y de camino, “entrando la camioneta de la funeraria, antes de las 11 de la mañana al estado de México: multa porque estás circulando antes de las 11 de la mañana. 2 mil 900 pesos, si no se llevaban la camioneta (…), que el de la funeraria tuvo que sacar de lo que llevaba para viáticos para poder pasar”.
A la una de la tarde aterrizó el vuelo donde fue trasladado su familiar, pero como ninguna autoridad ni aerolínea supo informar dónde y cómo recogerlo en la terminal, Víctor y el empleado de la funeraria tardaron casi tres horas en localizarlo y fue hasta las ocho de la noche que se les liberó para traerlo a Aguascalientes, no sin antes pagar otros trámites extraoficiales.
“Todavía, para sacarle dinero a los de la funeraria, a la hora que ya tenían el cuerpo arriba y lo estaban escaneando, se les acaba la luz (…) Le dicen: fíjate que llegó otro vuelo, no puedo hacer lo de tu cuerpo. Espérate a que cheque todo eso… 200 pesos y entonces sí, agarran un escáner y se lo checan rapidísimo y ya”.
Luego, a la salida del aeropuerto, la policía federal revisó la carrosa y como, por precaución ante la delincuencia portaba copias fotostáticas y no los originales de la tarjeta de circulación y la documentación del vehículo, se amagó con detener al conductor.
“Empezaron: tú dime cómo le hacemos… Y el chofer de la funeraria de plano le dijo mira, me quedan 100 pesos. Allá en el Estado de México me pasó esto y lo que me han sacado aquí… Y la respuesta fue pues échalos, ahí cuando menos para un café. Y todavía el descaro de decirle: no les andes dando eso, los del Estado de México son unos rateros, ¿para qué les das?”, cuenta el aguascalentense.
Si eso fue en corruptelas, tampoco fue mucha de las autoridades en funciones y electas, federales, estatales y municipales.
Después de la muerte de su hermano, la familia de Víctor fue apoyada por la Secretaría de Relaciones Exteriores (SRE) con 2 mil 500 dólares –poco más de lo que se da a las repatriaciones desde Estados Unidos- para el traslado del cuerpo al aeropuerto de la ciudad de México, que se cotizó en seis mil dólares canadienses, pero cuando recurrió a gobierno del estado, que supuestamente cubre el viaje del cuerpo de México al municipio donde será recibido, se le dijo que por cierre de ejercicio no había recurso… en octubre.
“A la par estás viendo allá en Canadá que pasan días y días y el cuerpo de tu familiar está en la morgue (…) Duró dos días en el hospital, al tercer día ya lo mandan a la morgue y ahí tardó como 15 ó 20 días porque, así le decían a mi hermana, hay mucha clientela por delante, (cuando) lo que pasa es que no había dinero, entonces no hacían nada”.
El cuerpo de Pedro salió de Canadá el 26 de octubre e hizo escala en Toronto para llegar al Distrito Federal el día 28.
“Mi hermana, en la tarde del 25, le habla al de la funeraria y le dice: oiga, no me han llegado los papeles. Fui a la embajada y todavía no hay papeles. Mi hermana trabajó toda la noche y ese día 26, si no los metían a las ocho de la mañana, había que cancelar vuelo, 180 dólares de cancelar vuelo, recorrer todo porque también la funeraria estaba lista (…) Mi hermana se esperó a que abrieran la embajada y en cuanto abrieron: ¡ay, ¿a poco ya los necesita?! Hasta ese momento fueron a conseguir firmas, a llenar papeles… Dos días antes fue mi hermana y le habían dicho que estaba todo listo”
Por los seis mil dólares y cúmulo de trámites, se queja Víctor, el cuerpo de su hermano llegó en “un ataúd de lámina de lo más corriente, que aquí, aunque vayas a la funeraria más humilde, no lo hay (…) Y todavía le dijeron a mi hermana: lleva muy buen ataúd (…) El día del funeral de mi hermano tuve que taparlo con una sábana porque ya no teníamos dinero para comprar otro ataúd”.
Además de las autoridades federales, Víctor se acercó aquí a Javier Luévano, diputado panista que en la pasada legislatura presidió la comisión de asuntos migratorios y que ofreció un apoyo que nunca se concretó.
“Me contactó contigo (…) y al final su asistente me dice: (en la entrevista) no se te olvide mencionar al licenciado Luévano, que te ha ayudado… Total, no llegaba ese famoso apoyo, ese famoso cheque que supuestamente eran mil dólares (…), pero que nada más faltaba que lo firmara una senadora que hasta la fecha no sé a ciencia cierta quién era”, recuerda.
Dice que en varias ocasiones llamó para preguntar por el apoyo y siempre le respondían que faltaba la firma de esa funcionaria y en ocasiones le preguntaban si ya La Jornada Aguascalientes lo había entrevistado.
Y sí, en octubre, el legislador declaró en éste y otros medios locales que ante la falta de recursos estatal para el apoyo a los familiares de los migrantes, se estaba gestionando apoyo de relaciones exteriores por medio de una senadora, pero que todavía no había respuesta.
Víctor también recurrió a la alcaldesa electa Lorena Martínez y el apoyo se le condicionó con una empresa funeraria, que les cobraba el doble de la que ya habían contratado.
“Ya se habían mandado todos los datos de la persona que lo va a recoger en la ciudad de México, ya mi hermano venía ese día viajando en el avión… Pues si quieren, si no, no hay apoyo”.
En cambio, reconoce, “para la comunidad mexicana en Canadá mis respetos”. Aportaron de su bolsa y de sus negocios incluso sin conocer a la familia González Hernández.
Hoy, la familia de Pedro Esteban González Hernández está esperando que el certificado médico de defunción quede cerrado para cobrar un seguro de vida que tenía y con el que espera pagar las deudas que esta experiencia le dejó y apoyar a la viuda e hijos de este ciudadano.