Amigos aficionados al arte en el que se funden las baquetas, los ixtles y los metales, la cartelera que hace propaganda e informa a los gustosos del arte de charrear y a los propios actuantes, se presenta desnuda y atractiva. Se trata del LXVI Congreso a verterse en el formidable inmueble “Cuna de la Charrería”, que se pone siempre erecto a la vista y sobre la corteza geográfica de la ciudad bien llamada “Bella Airosa”, Pachuca, Hidalgo.
Como en toda serie longitudinal, del género que se trate, destacan varias fechas por su especial imán sobre la gracia de los rangos competitivos que los conjuntos ofrecen. En esta área podría pensarse, de forma absolutamente tentativa ya que en la charrería nada está que se sepa de antemano y/o pre escrito, que las charreadas de mayor tirón están en los días: 3, 5, 6, 7, 11, 14, y del 17 al 21, todo de noviembre, por supuesto.
Desmembrada quede la parte afectiva que cada uno de los equipos que comparecerán en esta mayor reunión contendiente de la charrería organizada, cuentan.
Así, los naipes revueltos y puestos en la estupenda mesa rectangular y circular de arena que ya presta el lienzo mencionado, cada lector puede ir apostando por el color que más le agrade. Las acciones llegarán a la mirada y al juicio de los aficionados y sinodales, respectivamente, por parte de grupos como Capilla de Guadalupe, San Martín Caballero, Tequila Hacienda Vieja, Tres Potrillos, Rancho El Jaralito y el consabido e in medible etcétera. Así mismo los cuartos de final y semifinales tendrán su propio reactivo que provocarán el detonante de las emociones. También, desde luego, tiene área especial las contiendas del charro completo, asignatura inventada y oficializada por un par de verdaderos colosos de sarape y cuero: “Goyo” Luna y “Cacho” Hernández.
Con sólo pensar en aquella inmaculada caligrafía de Juan Francisco, “Pillín” Rivera, actual campeón de esta modalidad, la parte sensible del alma charra se estremece. Pero delante de él están pendiendo en el papel, nombres de muchos “quijotes” que le pueden “volar” la corona.
En fin, acabe aquí esta humilde parte literaria charra y espérese tan aguda contienda como lo es el Congreso.