La tozudez de ir derecho sin cambiar el rumbo representaba hasta en la frase de nuestros juegos infantiles un aviso y una amenaza a quien se atravesara en nuestro camino. Así, con ese talante, el cuarto informe de gobierno del presidente Calderón, es más bien un aviso de lo que vendrá en los próximos años.
La actitud del inquilino de Los Pinos parece estrategia mediática para contradecir la apreciación pública que de su desempeño refleja la encuesta de “Consulta Mitovsky” realizada en agosto pasado: más del 60% de los mexicanos, dice, “consideran que al Presidente se le están saliendo las cosas de control, casi el doble de quienes opinan que tiene las riendas del país” (http://www.consulta.mx/Estudio.aspx?Estudio=evagob-na)
Aunque la evaluación general sigue estando por arriba de la que tuvo su antecesor al final del 15º trimestre de su gobierno, 58% de los encuestados considera que vamos por un rumbo equivocado y 35% son quienes dicen que vamos por el rumbo correcto. La percepción ciudadana está estancada en un pesimismo hacia la economía, la seguridad y la política. 78% piensa que vivimos peores momentos en política nacional que hace en 2009, y la mayoría de los encuestados, 56%, mencionó que son los problemas económicos, por encima de la seguridad y justicia, los que más afectan a la población.
Pocos días antes del informe en México, el presidente del país vecino, desnudó la estrategia mediática manipuladora que su antecesor armó en forma de combate al terrorismo. Obama por fin declaró el fin de la guerra que nunca pudo justificarse como defensa de la integridad de la nación más poderosa del mundo. La lucha contra el terrorismo impulsó el temor y con ello el consumismo –pilar de la economía de aquel país-, y al mismo tiempo indujo la creación de leyes que coartaron las libertades civiles de nacionales y extranjeros. Les funcionó hasta la debacle financiera del 2008. A dos años de eso, la agencia federal encargada de calcular los ingresos fiscales y el impacto del gasto (Congressional Budget Office) emitió un pronóstico sombrío para la economía estadunidense: crecimiento casi nulo para los próximos setenta años, ¡hasta 2084! (www.cbo.gov).
Como si la lógica para el impulso económico fuese la misma de este lado de la frontera, y no hubiese colapso financiero global, la estrategia económica –si es que la hay- sigue siendo la misma: combatir al Frankenstein del actual sexenio, antes que cumplir con los empleos prometidos. Copiado el modelo de baby Bush, pensando que seguirá funcionando, “voy derecho y no me quito”.
El Presidente de la República no asistió a la apertura del primer periodo de sesiones del Congreso, donde otrora se rendía el informe de gobierno, omitiendo cumplir con el ordenamiento del artículo 69 de la Constitución, reglamentado por el artículo 7 de la Ley Orgánica del Congreso. Se dejó a los medios masivos -la televisión monopólica privada, recientemente premiada por el gobierno con la concesión de más espacio radioeléctrico para la transmisión digital- la tarea de difundir las fanfarrias oficiales y vestir de seda los avisos presidenciales y adornarlos con el festejo bicentenario.
Antes de que se refleje en nuestra economía el aciago pronóstico de la economía norteamericana, hay crecimiento económico, lo dicen las cifras oficiales. Pero una observación a detalle de éstas evidencia que las mayores ventas sólo las reportan los sectores ligados a la economía trasnacional y los monopolios protegidos por el gobierno. No se distribuyen entre todo el sector productivo y nadie habla de la tormenta anunciada. En lo que eso sucede, las utilidades se concentran en cada vez más entre unos cuantos: los mismos. Pero, lo dicho, ¿para qué cambiar de rumbo, si vamos bien?, la tele dice que vamos muy bien.
Si hasta en las peores condiciones políticas del país, sin el bienestar económico prometido, al responsable de guiar los destinos de México le funciona la imagen que da la tele como toda estrategia, ¿por qué no habría de funcionarle al candidateable gobernador del Estado de México? Éste ensaya el mismo guión: sin rendición de cuentas, sin difundir su proyecto –al menos sin proyecto visible-, se hace a todos creer en las virtudes del “mejor posicionado”. Como construye héroes y mitos, la fuerza mediática, también crea villanos. “La Barbie”, villano favorito de la semana -casualmente la semana del informe- entró en todos los hogares de México con una risita que quiso parecerse a la del actor primerizo en obra de estreno.
Así, el espectáculo continúa. El poder de los medios masivos lo puede todo. Aún siendo magros los resultados del ejercicio gubernamental y en ciertas áreas críticas, francamente malos, no hace falta cumplir en la vida real. La imagen que se crea en la pantalla televisiva hace milagros. No hace falta rectificar, sólo el aviso: voy derecho y no me quito…..