Los diputados federales tienen hasta finales de octubre para analizar las modificaciones que quieran realizar al Paquete Económico 2011, a diferencia del año pasado, la Comisión de Presupuesto y Cuenta Pública de la Cámara de Diputados presume que inició varios trabajos previos a la recepción del paquete con el fin de realizar un análisis pormenorizado y no aprobarlo en las sesiones maratónicas que suele acostumbrar. Lo cierto es que ha empezado ya el carrusel de declaraciones con que los actores políticos tratan de influenciar este procedimiento y, en la mayoría de los casos, apantallar a la opinión pública y llevar agua a su molino partidista.
Si el Presupuesto de Egresos de la Federación (PEF) es aprobado en los términos en que lo remitió el gobierno federal, el año siguiente Aguascalientes recibirá cinco mil 150 millones 884 mil 275 pesos, casi 156 millones más que en el 2010, sin embargo ya el diputado y huelguista de hambre, David Hernández Vallín, declaró que luchará para que la propuesta sea modificada, que el grupo parlamentario del PRI buscará incrementar el monto de aportaciones, proyectos de inversión, fondos federales especiales y participaciones, con el propósito de que el próximo gobernador no “enfrente ninguna limitante presupuestal”, además, reveló que lo propuesto por el gobierno federal tiene la intención de castigar las finanzas públicas estatales por haber votado por el tricolor.
Con una línea discursiva similar, Luis Armando Reynoso no ha desaprovechado ninguna oportunidad para quejarse de la falta de recursos, del recorte presupuestal que la federación está aplicando, alega además que Aguascalientes no está recibiendo las cantidades comprometidas en el presupuesto, sólo que en vez de mencionar que se castiga a la entidad por el cambio de partido asume que es un castigo dirigido en su contra, así le cobra el gobierno federal el haber sido expulsado del Partido Acción Nacional.
Con el ingenio que lo caracteriza, el gobernador señala que esta venganza es promovida por el Club de Toby. Desde el PAN, hay quien se pone el saco y sin vergüenza alguna entra de lleno en un intercambio de dimes y diretes, los legisladores Rubén Camarillo Ortega y Jesús Martínez González señalan que la federación ha entregado todos los recursos y que no hay ánimo vengador en el presupuesto. Para completar el cuadro, la vocera del gobierno estatal entra al pleito y, a través de un comunicado de prensa, retórica argumenta que “Sería bueno saber porque Jesús Martínez habla con tanta familiaridad del año de Hidalgo, pero le aclaro que aunque el león cree que todos son de su condición, en el Gobierno del Estado se trabaja con honestidad y transparencia”. En ese mismo boletín, Carolina Rincón demanda a los panistas a que hablen “con la verdad y el debido sustento, porque lo que menos le sirve a Aguascalientes es el lucimiento personal, las actitudes de venganza y de rencor.”
Estaría de más señalar que lo que está en discusión no es un asunto personal, sino la viabilidad financiera y económica del estado, pero eso que parece tan obvio es necesario recordarlo porque en la medida que se acerca el plazo para aprobar el presupuesto, se recrudece la disputa, cada vez con menos argumentos, cada vez más con insultos, ocurrencias y pretextos.
Dolido por la expulsión de su partido, con su capital político agotado y el rechazo popular cada vez más evidente, Luis Armando Reynoso habla por la herida. A punto de finalizar su gobierno se da cuenta que las delegaciones federales “a veces nada más estorban” y declara que tienen que desaparecer.
Sin ningún cuidado por la coherencia de su discurso, alega un complot, no importa si se trata del presupuesto para educación, las obras que no están terminadas o la inversión en seguridad, siempre es el mismo culpable: el gobierno federal y una venganza personalísima.
Ya no se preocupa el gobernador de Aguascalientes por argumentar, cualquier ocasión le parece buena para acusar, para hacer responsable a otros de la falta de fondos, así lo hizo el 16 de septiembre, colgado de un rumor, de lo que le dijeron: “Parece ser, según me ha platicado el secretario de finanzas, se redujo más participaciones para Aguascalientes y eso nos pone más en aprietos, pero no tenemos a ciencia cierta la cantidad porque puede variar en un mes y puede aumentar en otro, pero ¿para qué nos anticipamos, para qué le echamos más leña al fuego?”.
Uno de los parlamentos emblemáticos de Capulina era “¿Saben por qué les digo? No lo sé, puede ser, a la mejor, quién sabe, tal vez…”, lo repetía tres o cuatro veces y, se supone, que en eso consistía el chiste. Al final del sexenio, el discurso oficial se parece demasiado a esa rutina, una retórica esquizofrénica que no tiene ninguna gracia y, lamentablemente, es contagiosa. n
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