La conformación de los tianguis nace de la necesidad económica de un grupo de personas que se quedan sin trabajo y entonces se ven en la necesidad de buscar otras alternativas para su manutención y la de su familia. La historia de Jesús García Bocanegra, presidente de la Unión de tianguistas El Buen Pastor comenzó como vendedor ambulante de comida junto con su esposa. “Era muy difícil porque sufríamos ataques muy periódicamente de verificadores, siempre andaban atrás de uno que porque era incómodo que nosotros anduviéramos trabajando en la calle”.
Esta medida de tomar un trabajo “alternativo” surgió de la necesidad de obtener un ingreso, sin embargo el embate de los verificadores era complejo de sortear y para ello decidieron establecer un tianguis, como es ahora el de la colonia Rodolfo Landeros que de alguna manera le dio vida también a la asociación civil El Buen Pastor. Ellos comenzaron el 18 de enero de 1996.
En aquel momento los tianguis fueron además una importante alternativa, al igual que las tiendas de abarrotes para que las personas compraran los productos básicos para la subsistencia, además de tener la posibilidad de ofrecerles productos a mejores precios.
El espacio de venta comenzó en lo que ahora es un espacio deportivo, antes era un terreno baldío, ahí se metieron a trabajar un grupo de 60 ó 70 comerciantes que al poco tiempo se hicieron menos por la falta de ventas, con el permiso de una autoridad. “Igual que invadimos una tierra para vivir, invadimos colonias para trabajar”. Son varios los fraccionamientos que ellos han tomado para usarlos como espacio de trabajo con un tianguis.
“Muchos compañeros nos dejaron solos, al último aquí en la Rodolfo Landeros nos quedamos quince puestos, de repente habíamos la mitad, de repente los quince, no prosperaba y empezó a prosperar hasta que nos dimos cuenta que la mayoría de la gente que vivía aquí era empleada de gobierno, nosotros mirábamos que pasaban por el área y no se animaban a entrar porque estábamos trabajando en la pura tierra”.
Por eso invadieron la calle, en un principio tuvieron algunos problemas porque fue de manera “ilegal” pero a través de razonamientos hicieron una negociación con las autoridades. Ahora en el tianguis de la colonia Rodolfo Landeros son 192 lugares, pero son alrededor de 70 espacios más en “calidad de préstamo”.
Lograr los tianguis fue un proceso que inició con la petición de firmas entre los vecinos como autorización para poner el tianguis, luego han tenido que hacer diferentes luchas para lograr que el costo del espacio quedara fijo y no fuera oneroso.
Ese acto decidido de defensa de su tierra, él lo llama “lucha social” que emprendió no sólo para conseguir una forma de vivir sino también ha hecho gestiones para lograr una vivienda y otras mejores condiciones para desarrollarse a ellos y su propia familia. “Muchos compañeros que entraron en la lucha social junto con nosotros, muchos han sabido aprovechar el momento y económicamente están bien acomodados”.
En su haber como gestor hay varias experiencias de tianguis tanto en el estado como en otros estados bajar, como por ejemplo, el tianguis de Las Huertas o el trabajo realizado por García Bocanegra en Baja California donde mucho aprendió de quienes allá manejaban a los tianguistas.
“Ahí fue donde yo aprendí todo…, estaba un señor muy entrado en edad en el tianguis, ya batallaba mucho y de pronto yo le decía, yo le ayudo, si quiere acomodo a la gente, yo le echo la mano y me agarró tanta voluntad el señor que luego me traía de su mano derecha, ahí fue donde aprendí yo la forma de organizar los tianguis”.
La única forma de contrarrestar la fuerte crisis han sido los tianguis, el ambulantaje, el comercio informal que de todas formas paga impuestos en proporción con el espacio que utilizan de la vía pública.
La invasión
Uno de los primeros espacios que ellos “invadieron” fue el barrio mejor conocido como Las Huertas, ellos fueron haciendo de este espacio su casa para no estar “amontonados” todo en caso de los padres. La carencia en aquel momento de construcción orilló a las personas a hacer jacales y meterse en ellos de manera provisional, más adelante hicieron una negociación con las autoridades para que aquella tierra conquistada por ellos, cambiara a nombre suyo con los debidos trámites y pagos correspondientes.
“Las autoridades no tenían la capacidad o no tenían los elementos o no había cierta facultad para que generaran viviendas para que Aguascalientes pudiera en un momento determinado crecer, ahora ya no, ahora ya hasta lo rebasan, ahora hacen casas de más”.
La invasión, la recuerda como una lucha con mucha represión, porque en todo momento las autoridades les hicieron presión para que abandonaran el espacio, hubo enfrentamientos violentos e incluso ellos cuentan desaparecidos, que hasta la fecha no han sabido algo de ellos. “Es una cosa muy pesada, muy difícil, es un costo muy caro”.
Cuando él estuvo en Mexicali hizo “enramadas” también para un proceso de invasión, hacían cuartos de madera, ponían unos polines pegados en la pared y después ponían lonas encima; allá el proceso de tomar posesión de una propiedad y quedarse a vivir en ella no es fácil porque de principio deben luchar con pocos materiales ante las inclemencias del clima.
Las familias
Luego de la crisis, han cambiado las dinámicas en lo respectivo al comercio, los hombres y las mujeres salen para hacerse de cosas en los contendores en buenas condiciones que luego revenden. “Trabajan ambas personas, en ocasiones viene el esposo, luego viene la esposa, ya sea el uno o el otro luego se acomodan en un trabajito espontáneo, pero no es permanente”.
Alguno de los dos se desocupan van los dos para el tianguis, las mujeres se acomodan en alguna casa lavando, planchando y se alejan un poco del espacio del tianguis, pero luego vuelven.
Cada día que los tianguistas se levantan, están esperando encontrar en su trabajo la forma de salir adelante y lograr el sostén de sus respectivas familias, ellos están conscientes que los ciudadanos son quienes deben hacer el cambio de la ciudad, no existen otras alternativas, no hay más espera.