Las elecciones por fin terminaron. Ganó el PRI. Nada nuevo. Al menos en nuestro estado la división interna del PAN catapultó al partido alguna vez llamado, implícitamente, como “dictadura perfecta” por Mario Vargas Llosa, y le dio más seguidores. Quisiera estar escribiendo que ganó el que tenía mejores ideas, propuestas y proyectos. No es así. En realidad ganó el que entendió cómo construirse una imagen.
En una charla de café con unos amigos emergieron las siguientes problemáticas: quién va a quedar como gobernador; quién como alcalde. En el primer tema hubo varias opiniones y ningún ganador -eso sí, mucha discusión. En el segundo no hubo dubitación -y, a decir verdad, nadie se alteró: Lorena Martínez. Les pregunté por qué no pestañearon a la hora de mencionar quien creían que iba a ganar la presidencia municipal. Dos fueron las respuestas: 1) Los demás candidatos no se ven; 2) Martínez está en todas partes. Esto, por un lado, es muy interesante y, por el otro, es increíblemente grave. Ambas, de cualquier forma, me dejan las siguientes preguntas: ¿votamos por lo que vemos?; ¿descartamos a los que sabemos que existen, pero se ven poco? Tal vez parezca, lo siguiente, un comentario cliché; no obstante, creo que bien vale la pena considerarlo: vivimos en un mundo continuamente produciendo y consumiendo imágenes. Todo indica que los que entienden esto a la perfección son los políticos; las agencias publicitarias; o ambos.
Vale la pena, entonces, discutir cómo es que se forma una opinión a partir de lo que vemos. Como muestras, la publicidad de Fernando Herrera y la de Lorena Martínez -que son los casos que me parecen más interesantes de enfrentar por su visión tan antagónica de cómo difundir a una persona y a un partido a través de imágenes; dejo para otra ocasión, otros casos espectaculares por su falta de ingenio (como, en concreto, Vicente Pérez Almanza y su “Este es el año del Vicente-nario”… no comments).
Fernando Herrera fue el candidato a la alcaldía por el PAN. Su nombramiento ocurrió el 20 de abril de 2010. Hasta ese momento, fuera del mundo político y panista, ¿dónde se encontraba a nivel visual, es decir, reconocible para la sociedad? En ningún lado. Lorena Martínez, muy al contrario de Herrera, comenzó desde finales del 2009, y no paró hasta el 4 de julio. Esto es: tuvo diez meses de impacto visual en toda la ciudad de Aguascalientes. Ahora bien, Herrera, una vez en campaña, sólo modificó su estrategia una ocasión: de inicio, aparecía solo, sonriendo del lado izquierdo de la publicidad, y del otro lado una propuesta que caía en los típicos lugares comunes de los políticos; después, apareció con Martín Orozco tratando de dar una imagen juvenil de su partido y de ellos mismos -aunque, a mi juicio, parecían más salidos de un bar, por la madrugada, que de una junta de trabajo; Martínez, nuevamente, se diferenció de su oponente -y esto es muy serio: jamás se mencionó una propuesta. Todas las iniciativas partían de “una nueva política es la que trae seguridad; la que cumple; la que…” lo que ustedes quieran. Y hasta aquí pudo competir Herrera con Martínez. Literalmente, la candidata, borró del mapa a Herrera. ¿De qué manera? Como mencioné, en 2009 (octubre) comenzó su precampaña y prácticamente cada mes le agregaba algo nuevo a su publicidad que fue -hay que decirlo- todo un bufet: desde vallas hasta un programa improvisado y malísimo de cuatro chicas en internet, pasando -cómo no- por el proyecto “she is coming” (donde músicos aguascalentenses -según se leía- buscaban subsanar una preocupación cultural: expresarse -en fiestas- con sus consolas, computadoras, usb, ratones). Así, su campaña privilegió la imagen y el presente de sus acciones por encima de las promesas y las propuestas.
La campaña de Martínez fue impecable. A pesar de que, particularmente, no le comparto nada su discurso visual, tengo que admitir que fue efectivo (para su fin); ya que al colocar imágenes provocativas, el debate sobre ella y su publicidad comenzaba (vaya contraste con el resto de los candidatos). Esto, sumado a que continuamente actualizaba su imagen y que invadía cada vez más nuestra manera de verla y de ver la ciudad; y restando el desinterés de sus oponentes por ofrecer pelea, configuró una victoria cantada mucho tiempo antes del 4 de julio.
Me parece interesante que cada año se note con mayor claridad el resurgimiento del PRI en todo el país y que constantemente, varios actores políticos, se estén refiriendo a su partido como el ‘nuevo’ PRI. ¿Existirá -de verdad- alguna novedad en ese dinosaurio? En Aguascalientes vimos cómo se llevó a la acción, precisamente, esta actitud en la candidata a la alcaldía: tuvimos, como hemos visto, ‘una nueva política’ que llenó todos los espacios posibles de nuestra visión, construyendo así un imaginario social donde se preveía su triunfo; pero, en realidad -en el terreno de lo visual- ¿hubo propuesta?; y, si se votó por una imagen, entonces, ¿hubiera sido lo mismo poner una modelo que una abogada? Déjà Vu. Creo que hace falta poner más atención en las imágenes que invaden nuestra forma de mirar y, de hecho, conforman la manera de votar de varios.
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