Compra de votos. Es lo típico de las campañas. Comprar los votos y llevar a los viejitos de los ranchos a votar. Me tocó como observador electoral, ver cómo en una comunidad estuvo un señor parado de 8 de la mañana a 6 de la tarde viendo quiénes iban a votar. De hecho hasta tomó apuntes de quiénes visitaron la casilla. A otra persona que tenía una tabla con unas hojas le llegaban los choferes de distintos vehículos para informar en cada vuelta que regresaban, cuántas personas llevaban. Un chofer confesó recibir 50 pesos por cada persona que fuera a votar obviamente por el partido al que le rendía cuentas.
Los hoteles de 4 y 3 estrellas estuvieron muy concurridos. Esta es una simulación, pero supóngase esto: a mediados del año 2009, justo cuando han pasado las elecciones para diputados federales, una persona “x” invita a sus parientes que viven en otro estado, por ejemplo Jalisco donde en 2010 no habrá elecciones, para que se den un “tour” por la ciudad. Supongamos que tiene diez conocidos allá. Vienen a Aguascalientes, y con el comprobante de domicilio de esa persona “x” residente del estado hidrocálido, se dan de alta como nuevos habitantes de la ciudad. Ahora multiplíquelo por 2000 “personas x” hidrocálidas y en promedio por diez personas cada uno. Ya sacó cuentas. Al siguiente día, reciben su compensación económica, y se regresan a su estado, vuelven a darse de alta allá, porque requerirán votar pronto otra vez. Curioso, pero posible. Posible y cierto, según mis cuentas.
Campaña del miedo. La gente de pronto se pregunta por qué las calles estaban vacías cuando anunciaron la pandemia de influenza humana. También se preguntarán los que les tocó, cuántas borregas se perdieron con el chupacabras en aquel entonces. Yo me pregunto cuántas personas dejaron de ir a votar por la supuesta “granada de fragmentación” frente a las bodegas del IEE. Cuanta gente salió a votar después de la violencia vista y ensalzada por los medios en otros estados donde habría también procesos electorales. La campaña surtió efecto. Primero trajeron a muchos de fuera a votar, y luego muchos de aquí no salieron a votar. Este terrorismo político del que nadie se hace cargo, tiene sus orígenes en la historia política de este país. Una persona reconocida empresaria me comentó que le marcaron por teléfono para hacer una encuesta tendenciosa en la que se evidenciara que los panistas habrían sido los culpables del bombazo y la violencia. Otra vez el doble lenguaje.
El número de votantes. Según mis cuentas votó algo así como el 54.3% del padrón cuya cantidad se acerca a los 740 mil votantes. Es decir que en números arábigos eso es tanto como 403, 730 votos ejercidos. De ese 54.3% la alianza del PRI-Verde-PANAL, recibió 191, 698 votos, es decir el 16.5% de la población total del estado de Aguascalientes. Casi dos personas de cada diez escogieron el rumbo político y social de la gran mayoría. Esto se llama no tener la validación ciudadana para gobernar un estado. En primera porque no es la mayoría la que eligió a sus gobernantes y en segunda porque la forma de elegirlos no fue mediante un proceso reflexivo basado en la información y las propuestas de los candidatos, sino en gran medida en base al dinero gastado para comprar los votos.
Mis reflexiones.
Con todo lo anterior, queda claro que de aquí a la democracia, si ésta puede verse como una meta posible, queda una brecha larga de recorrer. En México la democracia no existe, existe la despensacracia y la demagogia material. Los partidos han encontrado la forma de adueñarse del poder mediante el dinero. Un amigo mío dice que el dinero de la política es para gastarlo haciendo política y estoy a dos letras de darle la razón. Reflexionemos lo siguiente:
1. La democracia no se reduce a votar. Los políticos y los partidos nos quieren hacer creer que votar es ser demócratas cuando ni siquiera podemos votar por candidatos no registrados en alguno de los partidos. La democracia es el poder del pueblo a través de las estructuras políticas y ciudadanas. Los partidos son sólo una de esas estructuras. La sociedad civil organizada o el tercer sector es otra. La participación deliberativa, el plebiscito y estas formas rimbombantes que se oyen bien en la teoría, deberían ser también formas de darle el poder a la gente, cuya definición etimológica se refiere al asunto de la democracia.
2. Los partidos están en plena decadencia. La versión del 4 de julio nos deja la enseñanza de que los partidos están a la baja y desprestigiados preocupantemente. Los perdedores de la elección pero sobretodo los ganadores, no deberían estar conformes con los resultados. Esos resultados no son producto de la construcción ciudadana sino de la mercadotecnia partidista para ganar pragmáticamente. No se puede legitimar un gobierno cuando las formas de conseguirlo no han sido del todo legítimas. En una reunión escuche a la lideresa del partido hoy gran ganador, diciendo algo que me pareció muy interesante e inteligente de su parte: “los partidos han llegado a su límite, a partir de hoy, un día votarán por nosotros y otro año por otro partido. Lo de hoy es la sociedad civil”. Palabras de miedo y de verdad. Ellos mismos se van dando cuenta de la decadencia de los partidos, y ya están buscando formas alternas de seguir conteniendo el poder. Si no mal recuerdo, en los 80’s se fundaron otros partidos para seguir protegiendo al entonces partido oficial. Ahora se valdrán de la sociedad civil para lograrlo. Sin embargo, si la gente común, a la que le compran el voto por dos sacos de cemento o 500 pesos, se diera cuenta de que es ella la que tiene la sartén por el mango, podría cambiar la historia. La frase “sí voto por ti, pero no te va a costar 500 pesos sino cinco mil”, me da vueltas todos los días en la cabeza, como esperando el día en que se vuelva realidad. Ese día los partidos no tendrán suficiente dinero para ganar o al menos tendrán que ser más creativos para convencer a la gente.
3. La respuesta. Como ya dije, no hay democracia, sino una relación primitiva e infantil a la que las pedagogas le llaman estímulo-respuesta, en que alguien recibe algo a cambio de hacer una cosa específica. A los animales por ejemplo, en los circos les piden hacer una gracia a cambio de comida. Es pues la democracia, una ilusión que todavía no llega, pero que podría comenzarse a escribir en la medida de lo siguiente:
La reconstrucción política. Esta reconstrucción deberá ser alterna a los partidos, los partidos no deben ser los únicos capaces de manejar el poder. Es muy peligroso dejar el poder en tan pocas personas y de manera tan libre. Las candidaturas independientes son una urgencia que ha de convertirse en realidad por el propio bien de los partidos. La falta de competidores genera incompetencia y los partidos ya mostraron la propia.
La construcción ciudadana. Si bien es cierto que el desencantamiento ciudadano por las cosas públicas tiene largas listas de evidencias, también es cierto que alejarse de la vida política no es la respuesta. Es como si un enfermo esconde sus heridas para ver si se quitan solas. A final de cuentas, el pacto de vivir en sociedad implica construir en base a lo que hay, y si hoy lo que hay es un desencanto de la sociedad a los políticos, los únicos que se saldrán con la suya son estos últimos. Por ello es necesario construir ciudadanía en base a un proyecto educativo serio. Los que hoy son niños no deben crecer pensando como piensan hoy nuestros políticos o nuestros ciudadanos apáticos. Para la política la solución debe estar en la educación.
La reconstrucción social. Además de ir construyendo a largo plazo como lo debe ser la educación, es necesario que los políticos recién elegidos sepan que en este pacto de timonel donde ellos llevarán el volante del estado, que hay una gran mayoría que concurre en una visión del estado. No queremos más políticos mesiánicos que crean por sus propias sabidurías personales, que sus decisiones son las mejores que se pudieron tomar. Ahí tenemos proyectos de infraestructura que en unos años, quedarán como monumentos al ego personal pero no contribuirán de manera contundente al desarrollo del estado. Para ello, me parece interesante este proyecto que propone Lorena Martínez sobre el observatorio ciudadano para la transparencia idea que le compro y que le voy a preguntar cuál será el funcionamiento, porque bien valdría incluir dentro de ese observatorio otra idea: un consejo ciudadano de expertos para la construcción de un proyecto de futuro que no solamente ataque las realidades actuales sino que vaya sembrando para las próximas generaciones.
Finalmente y quedando claro que no podremos hablar de democracia pronto, lo único evidente es que esa frase de “cada pueblo tiene el gobierno que se merece”, no es culpa de quien la dijo, sino de lo que vio cuando la dijo.
Escríbame a: [email protected]