1. El día después de las elecciones, a primera hora suena el teléfono en un negocio de Aguascalientes, llaman de un periódico y piden con el dueño para informarle que “Esta mañana la Licenciada Lorena Martínez nos hizo llegar la lista de empresas que quiere que la feliciten por medio de desplegados en prensa, entre esas empresas se encuentra su despacho”, enseguida detalla la lista de formatos, con logo o sin logo, a color o sin, especifican tamaños, el obligado anunciante no tiene que preocuparse por las palabras con que se congratulará públicamente de la victoria de la candidata, la promoción, el llévelo llévelo incluye el cálido y apoyador mensaje.
Ese día después, el de la victoria del carro completo, es el de las noticias desplazadas por los anuncios, las planas plenas de felicitaciones, democracia de un cuarto de plana al por mayor.
2. El día después, con el carro completo para el PRI avalado ya por los resultados electorales preliminares, le brotan múltiples padrastros al triunfo en las urnas, es el día en que los políticos le piden a sus escritores un texto en que se exalte a los candidatos ganadores. Ahora sí, resuelta la elección, se afanan en mostrar hasta dónde intervinieron, cuán grande fue el compromiso, se deshacen en elogios. Atrás quedaron todas las rencillas, las dudas, los golpes debajo de la mesa, es hora de usar los espacios en los medios para el enaltecimiento.
Otros padrastros demuestran su calaña regodeándose en la humillación, no saben de la humildad del triunfador, califican los resultados de victoria apabullante, inobjetable, contundente, rotunda, aplastante… engallados escupen su desprecio por los panistas, es la hora de insultar, aplastar. Ganaron y se creen con el derecho de aplastar, a fin de cuentas no escriben para el lector, sus columnas se limitan a dos aspectos: mensajes para el enemigo o lisonja para sus candidatos.
3. El día después, el día de cobrar, el carro completo obnubila a los priístas, si llegaron a algún acuerdo ya no lo tienen presente. Todavía no reciben las constancias de mayoría y ya se arrojan carroñeros sobre los puestos, los nombramientos, los cargos. Qué más da que apenas poco más de la mitad de los electores participaran y que en la mayoría de los casos los triunfos hayan sido por menos de la mitad de esos votos, los próximos diputados ya se pelean el liderazgo de la fracción parlamentaria. No se dan cuenta de la pena ajena que provocan cuando sus argumentos son que ya habían pactado con Gabriel Arellano, que es necesario alguien del equipo de Lorena Martínez, que al frente debe estar una pieza del futuro gobernador. Ya no están en campaña, les da igual mostrar así el cobre.
4. El día después es también el de las declaraciones vergonzantes de los vencidos que buscan la paja en el ojo ajeno, el tiempo de quienes incapaces de analizar las causas que los llevaron a la derrota toman la vía fácil de culpar al otro, sin importar a quién se lleven entre las patas. El diputado panista, Antonio Martín del Campo, diputado panista, desde la Cámara declara: “Es momento de pagar la cuenta, se terminó la fiesta, se terminaron las elecciones y el compromiso era pues que el gobernador iba a apoyar al candidato del PRI a cambio de que, seguramente, le aprobaran sus cuentas públicas, y tapados los unos a los otros, toda esa gran corrupción que también existió en el gobierno municipal, también a cambio, de qué, de tapar la corrupción de gobierno del estado”. Sin rubor alguno, un compañero de facción (no corregir, por favor, dice facción), Jaime Gallo, en esa misma mesa es iluminado y quiere cobrar cuentas, ahora sí, porque en relación con las cuentas públicas: “se dieron observaciones a la cuestión de los fondos de financiamiento, los fideicomisos, del club Necaxa, diferentes irregularidades en el Instituto de Educación, diferentes irregularidades en la Secretaría de Obras Públicas”, engolosinado menciona que también habrá que revisar las cuentas del municipio capital, porque hay irregularidades en la compra de equipamiento y seguridad pública. ¿De haber ganado su partido asumiría con la misma vehemencia la rendición de cuentas? Ya ni hablar de los declarantes que exigen expulsar al gobernador del PAN, es hasta hoy, cuando ya no les conviene, que se dan cuenta de que Luis Armando Reynoso sólo se sirve a sí mismo.
Cuatro escenas del día después, y las que faltan, si los priístas son viles porque no saben ganar, los panistas se refugian en la estulticia porque no saben perder, su ignorancia e irresponsabilidad raya en la imbecilidad cuando intentan justificar las razones de su derrota. Ahí está Jesús Martínez, diputado panista, declarando a los medios que si el PRI ganó fue porque compraron los votos, porque trajeron “gente del Estado de México” para operar las elecciones, sin pena alguna declara: “Trajeron golpeadores, se habla de que hasta trajeron zetas”, la magnitud de esa acusación debería tener consecuencias, al igual que los espacios vendidos en la prensa con el conocimiento de los candidatos o bajo su complicidad, como lo deberían tener las patadas bajo la mesa en busca del hueso o el uso servil que algunos columnistas hacen de su pluma, quizá después, no ahora, los días después de la elección son otras las facturas que se cobran.
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