Actualmente, medir la opinión pública es una tarea sumamente importante, pues a través de ella se logran conocer los intereses, necesidades, gustos y preferencias de una población en específico. Herramienta útil también para todos aquellos que tienen la posibilidad de tomar decisiones, destinar recursos y guiar rumbos.
A lo largo de la historia se han perfeccionado los métodos que permiten medir la opinión pública, pues hemos aprendido que no es suficiente ser un buen matemático o experto en estadística para llevar a cabo un estudio exitoso, se trata entonces de tener una visión multidiciplinaria que permita analizar al encuestado, tomando en cuenta factores de espacio, tiempo, datos demográficos, socioeconómicos e incluso su estado emocional.
Hoy sabemos que un estudio de este tipo mide la opinión de un grupo de personas en un tiempo determinado, misma que puede cambiar al instante siguiente, motivada por alguna acción específica.
En 1936 cuando Alf Landon y Franklin Roosevelt contendían por la presidencia de los Estados Unidos, se publicó un estudio de opinión que fue realizado por una empresa encuestadora de la época. Los resultados de dicho estudio arrojaron que el ganador sería Landon, mientras que la realidad fue diferente. Algunos argumentan que el error estuvo en función de que habían encuestado a demasiados republicanos y a muy pocos demócratas. Esto significa que el voto democrático no estaba fielmente representado en sus resultados.
Por experiencias como la anterior, las empresas que dedican sus esfuerzos a dichas tareas, han aprendido que la determinación de la muestra que representa la opinión de un grupo más grande de personas, deberá ser lo suficientemente heterogénea para lograr la representatividad deseada.
Por otro lado, para lograr un estudio de opinión exitoso se deben tener claros los objetivos, las hipótesis, preguntas investigativas, los recursos humanos y materiales que se disponen y por supuesto el método científico.
Actualmente existen varias formas de levantar un estudio de opinión, uno de ellos es a través de encuestas telefónicas, proceso usado comúnmente en varios países, arrojando incontables casos de éxito.
Dicha herramienta ha logrado integrar otras tecnologías, como la información geográfica y softwares especializados.
Las ventajas que ofrecen estas nuevas tecnologías permiten la total automatización del proceso, permitiendo la elaboración y administración de cuestionarios, el control de muestras y llamadas (entradas y salidas), niveles de productividad, codificación y edición de datos casi instantáneamente y la exportación directa de datos a sistemas de análisis. También resultan ser estudios económicos cuando la muestra se encuentra dispersa gográficamente, es una técnica rápida que permite realizar una gran cantidad de encuestas diariamente y el proceso de selección, formación y supervisión de los encuestadores resulta más sencillo y barato.
También tiene sus inconvenientes, pues la encuesta telefónica se limita a entrevistar únicamente a personas que dispongan de instalación telefónica. El cuestionario debe ser reducido, sencillo y preferentemente sin preguntas abiertas. Además de que implica la creación y normalización de un listado telefónico previo.
Al final lo más importante es la disposición y el fomento a la cultura de participación de las personas, pues sólo a través del conocimiento de la opinión colectiva se pueden tomar decisiones que sacien las necesidades imperantes de la mayoría.