El brillante Charles Muntz, villano de la película Up, no sólo consiguió entrenar a su ejército de perros para que le auxiliaran en la caza del pájaro Kevin, además, inventó un collar que les permite hablar, con lo que la comunicación entre Dug, Alpha, Beta, Gamma y el resto de los caninos es más precisa, al ser capaces de emplear la herramienta del lenguaje lo tienen todo para conseguir su objetivo, sin embargo, cargan con un sino demoledor: se distraen con facilidad, sin importar la circunstancia, la proximidad de la meta, al grito de “¡ardilla, ardilla!” pierden el juicio y se enredan, son imprudentes, todo lo postergan en el afán de encontrar a la ardilla que nunca aparece, que no existe.
Lo mismo está ocurriendo con la información, cuando más a la mano se tienen las herramientas para compartir conocimiento, cuando aumentan los canales de comunicación, se multiplican las fuentes informativas, es más sencillo evadir las restricciones y contactar al otro, al grito de: complot, poderes fácticos o censura, se olvida el tema central de la discusión y se persigue a una ardilla inexistente, el intercambio se llena de ruido y se olvidan los hechos, los argumentos.
Ante la incapacidad de los medios tradicionales de adaptarse al desarrollo tecnológico, radio, televisión y prensa se rinden a la velocidad y fluidez de las redes sociales, sin la preocupación de verificar la información que se difunde y en un canal donde todo tema corre el riesgo de banalizarse, se cometen las peores pifias en el afán de ganar la nota.
Si en esta semana se “resolvió” el caso Paulette, los comentarios giran alrededor del complot de Peña Nieto, se concentran en la figura del procurador Bazbaz y se le descalifica por su parecido con un cómico de la televisión, no hay información, sólo chismes. Si Diego Fernández de Cevallos desapareció, ante la ausencia de datos duros, la decisión editorial de Televisa se transforma en el centro de la nota, se descalifica la preocupación de los ciudadanos que buscan enterarse (y enterar) a través de un medio como Twitter, pero al mismo tiempo, se toma lo peor de la red, los chistes, los rumores, para armar con esa basura la nota del día. Si Felipe Calderón habló ante el Congreso de los Estados Unidos, se deja a un lado el análisis del discurso, sus consecuencias, para cambiarlo por la reprobación radical, esa a la que le basta el mote ingenioso, la consigna pegajosa y emplea la burla para ocultar la falta de propuestas.
Está visto que el periodo de transición será largo, seguirá el estira y afloja entre los medios tradicionales y un periodismo ciudadano que saque provecho de la tecnología, mientras tanto, los lectores seguiremos envarados en la distracción de la ardilla. El panorama es desolador porque todo indica que en verdad no importa estar informado, que somos incapaces de exigir un criterio que sirva a los intereses de la ciudadanía, nos conformamos con seguir la telenovela de la hija borracha del cantante.
En el ámbito local, no mejora el asunto, ante la proximidad de las elecciones y cuando deberíamos de contar con información que apoye a una decisión razonada al momento de votar (o no), las campañas continúan su anodino curso al amparo de medios que sólo cumplen con la tarea de repetir los comunicados oficiales, la foto bonita del suspirante visitando la colonia cucha, el mensaje sensiblero ante un público acarreado; nuestros periodistas han sido incapaces de cuestionar a los candidatos, de exigirles propuestas con el propósito de transmitirlas a sus lectores, de representarnos a través de preguntas inteligentes, tanto medios impresos como electrónicos se quedan en el chiste y la anécdota banal, se da seguimiento a los rumores y canalladas de las campañas sucias que llenan los buzones de correo electrónico con enlaces a videos y carteles denigrantes, el espacio se otorga a la batalla de descalificaciones y se magnifican las declaraciones de banqueta, que si uno lo llamó ratero, que si el otro tiene cola que le pisen, pero de información que sirva… nada.
Mientras los medios rinden la plaza de la información a la nota pagada y la complicidad del reportero flojo, los suspirantes aprovechan para rebuznar de lo lindo, sin preocupación alguna, total, no hay quién cuestione, no hay quien lleve el registro, saben (y aprovechan) que las ocho columnas del día siguiente, la nota principal del noticiero, será el adjetivo con que descalifiquen al oponente. ¡Ardilla, ardilla! Es lo que encontramos cuando se busca información.
Finalmente, me permito recomendar el texto que Alex Ricardo Caldera Ortega publicó recientemente en Crisol Plural (http://crisolplural.com/) titulado ¿Por qué es necesario conservar y fortalecer el IMAC?, una defensa inteligente y serena en la que aporta razones a la necesaria discusión sobre la pertinencia del Instituto Municipal Aguascalentense para la Cultura, si se cumplen los augurios de las encuestas y Lorena Martínez gana la alcaldía de Aguascalientes, será necesario oponer argumentos a la ignorancia, confrontar con ideas a quien hasta el momento sólo ha demostrado incapacidad para comprender a la cultura como parte fundamental de las políticas públicas.
http://edilbertoaldan.blogspot.com