- Levantó dos orejas y perdió otras tantas por pinchar
El galo Sebastián Castella se adueñó de la tercera corrida de la feria sanmarqueña; el dominio del oficio, su arte inmaculado y el finísimo trazo de de todo lo que hace con los engaños, hicieron vibrar ayer a la Monumental, la cual presentó una formidable entrada –lleno en sombra y media en sol-.
La dehesa de Begoña puso el encierro; seis astados que fueron desentonados en hechuras, unos caballones, otros humildes de testa, otros más bastos y hasta el bien cortado, como fue aquel segundo de la función. En juicio general se dejaron meter mano, sin embargo sobresalió el primero del francés, un ejemplar muy noble, de inmejorable estilo que hubiese sido espectacular al haber llevado en su sangre una gota mayor de raza.
Dio apertura a la fiesta Rodrigo Santos, el jinete potosino más cotizado en el país; Con una caballería rabiosa destapó su actuación, clavando 4 rejones de castigo en sitio contrario; en el tramo central de las farpas, se fatigó el centauro con la mansedumbre del toro. Luego colocó las “cortas”, todo con el amparo de las infanterías, y hubiese cortado un auricular si no es que se vio fatal con la “hoja de Peral”.
El Zotoluco tuvo una actuación sobre las maneras que en los últimos años ha desarrollado. Con su primero lanceó sin clase; posteriormente al desenvolver la sarga tomó providencias y laboró con escaso arte y cierto temple, un trasteo de medianas tandas rematadas repetidamente con remedos mal hechos de martinetes. Terminó su acto con estocada tendida y contraria y un certero descabello, logrando salida al tercio.
El quinto, aunque sin humillar, pasaba; dos tandas rescatables logró el diestro, lo demás navegó en aguas pachangueras y satíricas; el chusco juego de piernas era el mejor combinado para sus pretensión de dirigir la banda, exigiendo “la de aquí”, ante la insolvencia de aumentar el resto con torería auténtica. La fiesta superficial estaba hecha, las orejas y hasta el rabo le esperaban, pero se interpuso a ello el mal uso que hizo de la espada y el premio se minimizó en salida al tercio.
El diestro extranjero Castella, con el capote interpretó 2 adornos bellos, pero con la sarga se entregó a burilar pases estéticos, de trazo delicado, como muestra de su firmeza al iniciar el trasteo. Así quedó descubierto el concepto refinado que tiene en mente, y la clase y nobleza del ungulado, que embrujado pasaba mojando el piso con su vaho, de tan humillado. La estocada, nivelada con todo lo hecho en engaños en manos, le redituó el verse con dos apéndices en la espuerta.
Otra muestra de su capacidad extensa dio con el quinto, al que despejó con hermosos lances, y ya centrado en la faena de muleta, deleitó profundamente con sus maneras extraordinarias. Con un entendimiento total de las distancias, hizo ver estupendo trasteo ante un burel de medias embestidas, soso y que pasaba con la testa a media altura. Desgraciadamente vinieron dos pinchazos antes de medio espadazo tendido y todo su premio se resumió en salida al tercio.
El Payo mientras tanto ofreció una mejor cara que la del sábado; se le observó dispuesto, variado y buscando en realidad el triunfo; éste no alcanzó a llegar en su totalidad. Quedó sin embargo la buena imagen del joven espada que aún tiene la ventana para acariciar el éxito. Salda la tarde con palmas en ambas intervenciones.