- Alrededor de la primaria de Asientos se ubican hasta una decena de vendedores
- No hay un reglamento que permita retirar a los ambulantes de las inmediaciones del centro
El revuelo en torno al consumo de alimentos “chatarra” en las escuelas ha sido enorme en las últimas semanas. Así, se ha recapacitado sobre la venta de frituras, dulces y refrescos. Las autoridades aseguran estar manos a la obra tomando acciones contra este problema, pero ¿qué tan lejos llegan realmente? A la escuela primaria de Real de Asientos parece que nadie ha ido a advertir a vendedores ambulantes y niños sobre los perjuicios de consumir productos altos en grasas y azúcares.
Dentro de la escuela hay una tienda que sí cumple con la premisa de no vender alimentos de este tipo. Pero a las puertas del recinto se sitúan muchos mercaderes de papas, dulces, refrescos y frituras. La encargada de la cooperativa a la que se concesionó la tienda ha reclamado que no dejen situarse a los vendedores alrededor del colegio. Sin embargo, el profesor David Esquivel asegura que ya ha platicado con el encargado de Reglamentos en la presidencia municipal, pero nada ha cambiado. Le afirmaron que estaban inmersos solucionando un problema similar en Villa Juárez y cuando estuviera terminado se dedicarían a regular la venta ambulante en las inmediaciones de la escuela primaria. “De eso hace más de seis meses”, relata Esquivel, pero “a la fecha no hay nada”.
El director de turismo de Asientos, David Esparza, comenta que no es de su jurisprudencia ocuparse de estos vendedores, a pesar de que el programa Pueblos Mágicos les obliga a mantener una imagen limpia del municipio. Sólo puede actuar cuando los puestos están establecidos en estructuras fijas.
En 2008 el Instituto de Salud de Estado de Aguascalientes (ISEA) selló las frituras que vendían en la cooperativa. Desde este momento no se vende dentro de la escuela y “esto es un beneficio porque se evita la obesidad”. Pero afuera sí se venden estos productos a los chiquillos.
David Esquivel asegura que como educadores “no son quién para decirle a los vendedores que se quiten” de las puertas del recinto. “Es su manera de supervivencia”. Sin embargo, apela a que se retiren un poco del cercado de la escuela “para que los niños no compren a través de la malla”. En la tarde llegan a situarse hasta seis puestos alrededor del colegio. Y en el turno matutino son una decena.