El miércoles 31 será el último que día que al Señor de los Puentes le llamen Presidente Municipal. Vencido en las simulaciones internas de su partido, quien se sentía seguro candidato a gobernador, a pesar de los espectaculares que le achacan el dinamismo de la ciudad, a pesar de las bravatas y berrinches, se conformará con jugar por una diputación, se va el mismo que para desmentir que aspiraba a ser candidato a gobernador declaró en agosto del año pasado,: “Yo me debo a los ciudadanos de Aguascalientes, desde el primer día y hasta el último día en el mandato de la presidencia municipal” y se inventó un “ellos” para echarles la culpa de que lo hayan “subido a una posición que yo jamás he dicho que era, o que vaya a buscar la candidatura a la gubernatura”. Se va Arellano y si gana le estaremos pagando un costoso aprendizaje, ya inmerso en el lodazal priísta de seleccionar candidato a gobernador, en enero descalificaba a sus contrincantes subrayando que lo que él sabía hacer era administrar, legislar no, porque para eso se necesita muchos estudios.
Se va el Señor de los Puentes y deja en el cargo a Adrián Ventura, quien salta a la silla grande del palacio chico desde la Secretaría del Ayuntamiento, para tapar ese agujero pondrán a Alberto Gómez Velasco, quien da el chapulinazo desde la Coordinación de Comunicación Social.
Resultado de la codicia por el hueso todas las promesas realizadas en campaña se irán a la basura, el hambre de la jauría política por mantenerse pegada a la ubre, en el poder, desnuda su verdadera naturaleza y las relaciones que mantiene con la sociedad, es decir, una vez que ya no es voto deja de ser útil. En este momento, apuntar sobre la necesidad de un servicio civil de carrera pareciera no tener objeto, sin embargo, la profesionalización y, sobre todo, la transparencia en la reglas del juego impediría estos saltos que abren huecos en la administración pública, hoyos que al tener que ser cubiertos abren la oportunidad a que los vivales se abran paso en la estructura de los gobiernos, a todos los niveles.
La renuncia de Gabriel Arellano, el efecto Songo le dio a Borondongo, Borondongo le dio a Bernabé, logra que asciendan en la estructura Ventura y Gómez Velasco, para sustituir a este último, se propondrá al Cabildo que acepte a Sergio Reyes Reséndiz como titular de Comunicación Social municipal. Lo que el Cabildo estará ratificando con este nombramiento es el ejercicio del periodismo como un acto de rapiña, de chantaje.
Si Sergio Reyes se hace cargo de Comunicación Social del municipio, los reporteros de la fuente podrán cobrar, al menos, diez mil pesos mensuales, nomás por permitir que se les envíen a sus correos los boletines de prensa y reproducirlos tal cual en la empresa periodística en la que laboren, así de sencillo, sin mayor esfuerzo que asistir a la oficina de prensa y estirar la mano.
Me explico, antes de que el priísmo le hiciera el favor de regresar a Sergio Reyes Reséndiz a las oficinas de comunicación gubernamental, se desempeñó como reportero, función que denigraba pues su trabajo consistía en presentarse a las oficinas de comunicación social y exigir que se le “apoyara” con la cantidad de diez mil pesos mensuales, cuando se le pedía una explicación acerca de lo que se obtenía por tal cantidad, Reyes explicaba que el paquete incluía la publicación de los boletines que se le enviaran, no iba a escribir nada, sólo vendía el espacio. Sé que lo hacía sin la autorización de sus jefes porque no podía dar recibos, el dinero era para él. Si uno se negaba a pagar por esa “cobertura” periodística, seguía el chantaje, la publicación de notas negativas, los comentarios denigrantes en la columna o de plano, las mentiras. Durante el tiempo que se presentó como reportero era sencillo saber a quién estaba presionando, bastaba seguir sus maledicencias para reconocer qué funcionario no accedía a sus peticiones, sin derecho de réplica, sin la posibilidad de contestar o desmentir.
Sostengo que los reporteros podrán pedir a Sergio Reyes los mismos “apoyos” que él solicitaba porque la idea de periodismo que él tiene radica en chantajear a los funcionarios, en más de una ocasión fui testigo de la descarada petición de dinero a cambio de no ser maltratado en las páginas del periódico, lo hacía abiertamente, sin vergüenza, porque esa es la idea que de la labor periodística tiene, para nada relacionada con la verdad, ni la información, mucho menos entendida como un servicio al lector.
Durante el tiempo que se presentó como reportero, Sergio Reyes vivió del chantaje, se lo permitió una ignorante clase política que no sabe relacionarse con los medios y cuya única estrategia es pagar para tener presencia, pagar para que no le peguen. Se lo permitió también la cínica consigna de perro no come perro con que en el medio periodístico se vuelve cómplice de una forma de vida indignante, esa que asume que así son las cosas y mientras el otro no diga nada se puede cometer todos los excesos.
Ahora, gracias a los chapulinazos de sus jefes y si el Cabildo le permite asumir la titularidad de la Coordinación de Comunicación Social, Sergio Reyes estará del otro lado del micrófono, seguramente dispuesto a pagar para que el gobierno que representa salga bien maquillado en las notas de prensa, usando un dinero que, siempre se les olvida, no es de los funcionarios.
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