El que en una familia se grite, se insulte y se injurie, así es. Que en una familia se eduque a golpes, es así. Todos estos ejemplos se vuelven parte de lo cotidiano y entonces deja de ser visible. “Que te hablen a gritos, no debe de ser, no está bien, podemos entender de otra manera”, anunciaron en el marco de la presentación de un nuevo proyecto dirigido para hombre como prevención de la violencia.
Con la finalidad de reforzar el trabajo realizado con mujeres para combatir la violencia por parte de organizaciones como el Instituto Superior de Educación Sexual (ISES) y el Centro de Capacitación para el Desarrollo Comunitario (CECADEC) van a desarrollar el proyecto de Género y nuevas masculinidades: bases para las relaciones equitativas y el ejercicio de la No violencia donde la idea es reforzar una nueva conciencia de los hombres para lograr que dejen de ejercer actos violentos, dieron a conocer Marcela Martínez Roaro, César Zuñiga Araiza y Mónica Pedroza, integrantes de ambas organizaciones civiles.
Los dos municipios claves para desarrollar el proyecto son Aguascalientes y Jesús María donde se detectaron los niveles más altos de la violencia ejercida en contra de las mujeres de todos los tipos existentes. Este proyecto va dirigido a hombres de entre 15 y 55 años de edad, la idea es abarcar una población de alrededor de 150 hombres y 100 mujeres, actualmente se están atendiendo ya a 60 hombres de Jesús María y 30 mujeres.
Luego de un largo trabajo de empoderamiento con mujeres, los integrantes de las organizaciones basados también en las estadísticas donde se refleja que más del 97 por ciento de los agresores son hombres, por eso se dieron cuenta que de nada sirve dar seguridad a las víctimas de violencia si no se trabaja a la par con los agresores.
La violencia es una cosa no sólo de mujeres sino también de hombres, mientras se trabaja en el empoderamiento del género femenino para incrementar y fortalecer su autoestima, con ellos se delinean nuevos modelos de masculinidad para entablar nuevas relaciones con sus parejas, ex-parejas y mujeres en general.
El proyecto fue planteado para realizarse en un año a través de diferentes tipos de talleres donde se va a trabajar con los hombres para detectar las formas en que ellos ejercen la violencia en la vida cotidiana, para propiciar luego un proceso de re-aprendizaje desde las masculinidades para entender y conocer las formas en que los hombres y las mujeres fueron educadas para posibilitar esos actos violentos.
Hacer posible la asistencia de los hombres no ha sido sencillo porque ellos consideran que esto no tiene beneficio alguno para su vida, sin embargo ellos han utilizado a los mismos servidores públicos, tanto del municipio de Jesús María como de Aguascalientes para convencer a los demás de vivir esta experiencia. Los resultados no es sencillo verlos a corto plazo, pero sí se logrará hacer un cambio a mediano o largo plazo.
“Todos los hombres no van a reconocer que son violentos, ese es el punto de partida, hombres jóvenes o adultos, porque la violencia está tan naturalizada e inmersa en el contexto social (…) sí me han llegado varones que reconocen que son violentos y quieren cambiar, pero esos los cuento con los dedos de una mano”, comentó Zúñiga Araiza.
A este mismo respecto Martínez Roaro comentó que no se pretende volver “blancas palomas” a los hombres que asistan al curso, ni erradicar al cien por ciento la violencia, sino a través de estos procesos crear una mínima conciencia que permita iniciar un proceso de cambio en su violencia que pueda a su vez repercutir en su comunidad. La idea además dijo es buscar financiamiento para otros programas que sirvan de refuerzo para dar continuidad a estos primeros esfuerzos.
Desafortunadamente agregó la activista, vivimos en sociedades violentas reflejada en las noticias, los actos cotidianos, aunado a eso la cultura machista, las crisis económicas y otras situaciones agudizan las circunstancias para que puedan propiciarse momentos de violencia que sin duda todas las personas han vivido en algún momento de su vida. El único problema es que al “acostumbrarse” a la violencia ya no se ve.
Hablaron del costo de la violencia que es a nivel familiar, económico, social muy alto para todos. “La violencia la pagamos todos porque cuando una mujer es internada por golpes en el ISEA estamos pagando con nuestros impuestos su curación”.