- En cada ciudad se vuelve la voz de quienes no la tienen
El grafiti como arte urbano es una forma de expresión contra todas aquellas imposiciones del sistema, se vuelve un medio de comunicación para trasmitir la inconformidad o simplemente para reflejar la realidad que las ciudades o los barrios están viviendo, es por eso que lo mismo abordan cuestiones religiosas que de violencia, narcotráfico o cualquiera que sea la circunstancia acontecida alrededor de los jóvenes que pintan, comentó Jorge Villa promotor cultural del grafiti y del proyecto Las calles están diciendo cosas.
Una de las características intrínsecas del movimiento grafitero, ya sea en lo legal como en lo ilegal, es que todo lo pintado en las calles no lo regula alguien, lo mismo puede ser un “rayón” para dejar huella de que estuvieron en el lugar que un mural o una ilustración grande. En cada ciudad o región los temas que se abordan varían mucho y dependen en gran medida de la condición de la ciudad, pero generalmente son siempre llamadas de atención sobre algo que no funciona del todo bien o lo que refleja la misma sociedad.
En un acercamiento con grafiteros de diferentes partes del país se dieron cuenta de cómo viven cada uno de ellos, a qué se remite lo que pintan, cómo ven la realidad que los rodea; por ejemplo en Cancún hubo jóvenes que les contaron que las autoridades llegaron a relacionar el grafiti con el narcotráfico y tenían la idea de erradicarlo como una manera de contrarrestar la existencia de la movilidad de drogas. “Llegaban a decir vamos a combatir el grafiti porque con eso se comunican los narcos, dejan marcas en las calles y dicen que por ahí es su zona para vender”.
Lo que en realidad sí sucede con una buena parte de la comunidad grafitera es que hay mucho activismo, por ejemplo en Oaxaca los crews nacieron o los grupos extensileros nacieron a raíz del conflicto que se dio con la Asamblea Popular de los Pueblos de Oaxaca (APPO) en 2006, ahí el grafiti jugó un papel muy importante dentro de la problemática política iniciada en primera instancia por el conflicto con los profesores y que fue tomando otros matices.
“Los grafiteros y los extensileros jugaron el mismo papel que durante la dictadura en Chile, los muchachos salían todas las noches con extensil y una lata de aerosol en mano a anunciar cuales eran las próximas acciones del movimiento, las próximas marchas, las próximas reuniones”.
Se convirtieron en un canal alternativo de comunicación para hablar de todo lo que los medios de comunicación, no quisieron o no pudieron decir. Así el resto de la gente se involucró con lo que en realidad estaba sucediendo a través de estos mensajes con una carga estética que generalmente se quedan grabados en la memoria de quienes los miran.
En el caso de Ciudad Juárez que en este momento está pasando por un momento muy crítico, también tuvieron oportunidad de ver los trabajos y conocer a la gente de allá que a través de su expresión artística manifiestan imágenes de policías o militares golpeando a personas, como se daban los asesinatos. Es un reflejo de la sociedad y lo que en ese momento se está viviendo.
En términos de arte, en una galería lo que se pinta en el interior está completamente regulado, en las calles no, los artistas urbanos tienen podría decirse la “obligación” de ser la voz de quienes no la tienen. En ese recorrido por diversos espacios de la República, Villa recordó un suceso en la Universidad Veracruzana donde les pidieron para una exposición donde se encontraba una imagen con la cara del gobernador diciendo algo como no creo en mentiras, les pidieron que lo quitaran, sin embargo eso no fue posible. “Para censurar a los grafiteros, la única forma es pintar sobre lo pintado, sin embargo para censurar, a diez, a cien a mil grafiteros es imposible, es una expresión de la calle, son una forma de denuncia”.