Ella y él en feliz matrimonio. Fundidos en un sentimiento. Amarrados por un pacto y formalizados por una alianza, las argollas, que transformadas en proyectos miran hacia su objetivo común: la conservación del poder, además de la especie.
En México, sin distingos de partidos, grupos, tribus y corrientes, amor y política entrelazan dulcemente los dedos de sus manos y caminan por los senderos de la patria para buscar el bienestar de las familias, empezando, claro, por las de ellos en una especie de diarquía matrimonial.
La normalidad democrática, traducida en generosa abundancia familiar, nos trajo la conformación de sólidas parejas dedicadas a la doble jornada: política y más política. Fox y su incansable Marta. La Sheinbaum y su dorado galán Carlos Ímaz. René Bejarano y Dolores Padierna, la amorosa cómplice de El Señor de las Ligas. Jesús Ortega Martínez y su inseparable Angélica de la Peña, visitante VIP de los reconfortantes SPA.
Aunque este doble sentimiento no es privativo de la raza de bronce: Paul Wolfowitz, presidente del Banco Mundial, fue corrido vergonzosamente, tan sólo, porque le concedió el estimulante aumento de sueldo a su empleada y compañera sentimental, Shaha Riza. Quizá a destiempo, el funcionario escuchó el sabio consejo de la hormona que mató a la neurona: la nacha no se lleva con la nómina.
Mujeres que conmueven por su ternura política, por su humana ambición, por sus afanes para ayudar al prójimo, empezando por el propio. Admiradas por su tenacidad conyugal y beligerancia política. Reconocidas por ser las adelitas del corazón y del poder. Envidiadas por correligionarias y adversarias, aunque como bien escribiera Jairo Calixto Albarrán en Milenio: “Qué saben del amor si nunca han salido en un video de Bejarano”.
Y bueno, a propósito de la universal y maravillosa expresión de féminas y caballeros, Wal*Mart echó A andar, hace años, un programa en 91 tiendas ubicadas en Alemania, que permite a las solteras y solteros buscar el amor o de perdis una cita en el súper.
Según la añeja nota de The Wall Street Journal, cada tarde de viernes en la tienda de Dortmund, los reciben con una copa de vino y bocadillos, y los invitan a tomarse la foto al igual que el IFE, pero sin tantas atenciones. Para evitar desmemorias entre los y las casadas dispuestas a poner el cuerno, la gráfica es colocada en el tablón de avisos de solteros con una breve descripción de sus virtudes y lo que pretenden en la pareja.
Hecho el trámite, toman un carrito adornado con listón rojo para iniciar el recorrido por la supercarretera del amor, que no está exenta de los numerosos obstáculos colocados en los pasillos, al fin, el propósito es que tropiece el espíritu consumista, el que generalmente compra lo que no necesita.
La mala noticia es que la tienda no piensa extender este programa a México. Lo siento por las candidatas y los candidatos a diputados locales y a regidores solteros, que no podrán ligar el amor y la política en un breve espacio y en una sola tarde.
Imagínese a ellas y ellos buscando el amor entre jugosos melones y maduras cañas; pequeñas pasas y vistosas uvas globo; llamativos huevos y sugestivas salchichas alemanas; nutritiva leche y delicioso biscocho, según sea el gusto de cada quien. Repartiendo la congelada sonrisa campañil. Entregando una caída de pestañas en cámara lenta o regalando el guiño de su ojo derecho para convencer al electorado o a la media mandarina que seguramente le exprimirá su romántica pasión.
Para los varones, la decisión más difícil se presentará cuando estén frente al refrigerador para escoger entre las jugosas pechugas de pavo y los espléndidos chamorros de cerdo.
A las damas, el crucial momento les llegará en la sección de frutas y verduras, cuando seleccionen entre los gruesos pepinos y los juguetones plátanos dominicos.
Amor y política, feliz matrimonio que no necesita pedir su descuento en caja el Día del Amor y la Amistad. n
*Articulista invitado.