¿Dónde está Juanito? - LJA Aguascalientes
23/11/2024

 ¿Dónde está Juanito?, ¿dónde quedó el ex de casi todo?: ex actor de películas de ficheras, ex luchador, ex comerciante ambulante, ex consentido de Andrés Manuel López Obrador, ex candidato electo, ex delegado de Iztapalapa. No está todavía tan lejos el mes de diciembre del 2009, cuando ocupaba primeras planas y tiempo al aire en medios electrónicos, no debería ser difícil encontrarlo, era una referencia obligada, su nombre sirvió para bautizar la actitud servil de las diputadas que renuncian a su cargos para dar paso a los suplentes sin contravenir las cuotas de género a las que están obligados los partidos, al menos 15 en esta legislatura. 

¿Dónde está Rafael Acosta?, quizá buscando la estatua que le regalaron sea posible localizarlo, no es tan difícil encontrar un objeto de cien kilos y más de dos metros de altura, la página de Bernardo Luis (quien moldeó “eso”), dice que en Iztapalapa, sí, ¿pero dónde exactamente?, en su perfil de Facebook no hay actividad reciente, tampoco en su página en MySpace, los motores de búsqueda en internet remiten a notas del año pasado, no se le escucha en radio, no aparece en la televisión, ya no se imprimen panegíricos o diatribas… ¿dónde está Juanito?
La única respuesta posible es que ha reencarnado, ahora es el Chunco, el diputado chiapaneco de moda por su imbecilidad, sí, ese que se quejó por el descuento de 2,600 pesos, el mismo que en su programa de radio realizó comentarios racistas que sus compañeros festejaron con singular alegría, Ariel Gómez es el nuevo Juanito, el árbol en que los políticos aprestan su hacha, en especial los dirigentes perredistas, para demostrar lo rápido que pueden colocarse del lado correcto, la diligencia con que abogan por la no discriminación. Juanito ha muerto, viva el Chunco.
La sugerencia es no encariñarse con el Chunco, pasará pronto de moda, quizá un repunte cuando quiera chantajear (como lo hizo en campaña) declarando que tiene cáncer, algunas patadas de ahogado convertidas en notas cuando chille que es una venganza política y la respuesta de los leñadores perredistas logre mantener unas horas más el tema; todo sea en nombre de la corrección política.
No hay otro destino para los vencidos de la política que no sea el olvido. Es sentido común, y sin embargo, la cantidad de tiempo que se dedicó a este personaje está fuera de toda proporción, demasiado papel, demasiadas horas al aire. Lamentable el desperdicio, porque al final no se trata de Ariel Gómez o Rafael Acosta o Esteban Arce, son meras anécdotas, en el fondo ese derroche refleja que como público aún no logramos que los medios de comunicación atiendan nuestros requerimientos de información. Aprovechamos poco la experiencia y rápido nos enganchamos en el anzuelo del chisme y el chiste, al grado que se relega a segundo plano la información que se requiere para tomar decisiones, la indispensable para poder actuar como ciudadanos.
Sí, los medios son culpables del dispendio de espacio, pero al desaprovechar la experiencia, al no exigir calidad en lo que lee y ve el espectador se vuelve cómplice, de ahí que se nos conteste con un simplón: al público lo que pide, de ahí las larguísimas notas sobre las glorias del futbolista al que le dispararon o, en Aguascalientes, el seguimiento a las indecisiones del alcalde Gabriel Arellano que un día sí y otro no va a presentar su renuncia para lanzarse como candidato a gobernador; lo mismo con Carlos Lozano, quien una y otra vez vende como oro las migajas de sus 98 iniciativas y 144 puntos de acuerdo; o la cobertura a los insulsos paseos por el tianguis de Lorena Martínez. No sólo los suspirantes del PRI, en estos excesos también se abraza a los del PAN, ¿de veras es necesario seguir minuto a minuto la pasarela de Raúl Cuadra, si Felipe Calderón saludo de beso a Martín Orozco o la foto de un José Luis Novales regalando una silla de ruedas y prometiendo que regalará una computadora?, ¿es necesario dar seguimiento a agarrón de greñas de las tribus perredistas o al acecho de los rapiñeros de los otros partidos morralla?
Demasiado pronto se descarta el poder que se tiene como público, habría que valorar la atención que se brinda al programa de radio, apagar la televisión o no comprar ese periódico que desperdicia nuestro tiempo. No quedarse en la simple queja y asumir que una forma de participación, la más evidente, es usar los canales con que todo medio cuenta para recibir la llamada telefónica, un correo electrónico, la carta en la que se puede exigir moderación, interactuar para que sea posible dimensionar la cantidad y mejorar la calidad de las noticias que se nos venden.
Si no se emplean esos canales, si continuamos en la inercia del chiste y del chisme, el día de mañana seguiremos preguntando dónde está Juanito, con otro nombre pero el mismo efecto de golpe a la inteligencia de una sociedad que requiere información. 
http://edilbertoaldan.blogspot.com/


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Director editorial de La Jornada Aguascalientes
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