En atención a las quejas recibidas, el Consejo Nacional para Prevenir la Discriminación (CONAPRED) exige una disculpa pública a Esteban Arce, conductor de Matutino Express, por sus comentarios homofóbicos. Durante el programa en que invitó a la sexóloga Elsy Guerra para hablar sobre preferencia y orientación sexual, con el estilo que lo distingue, el conductor interrumpió para imponer su punto de vista: “la única manera de procrear y de reproducirse es a través de juntar un hembra con un macho, ese es el espíritu y lo natural”, “la finalidad vital de la sexualidad es la reproducción”, sus argumentos giraron en torno a lo que él considera que es normal, calificó de demencia animal los comportamientos homosexuales entre animales y cerró señalando que “La naturaleza es sabia… la naturaleza pone un hombre, una mujer, eso es lo normal, que tengan hijos y se reproduzcan, lo que viene al lado ya no es normal, aunque lo digas tú, o lo diga Shakespeare, o lo diga Einstein”. Si bien el programa se transmitió en diciembre, con fortuna redes sociales como Facebook y Twitter retomaron el tema y exigen que el conductor salga del aire.
¿Quién es Esteban Arce? Nadie, un bufón que tuvo su mejor momento a principios de los noventa. Sus declaraciones adquieren relevancia en el contexto del debate sobre los matrimonios homosexuales y la posibilidad de permitir la adopción a este tipo de uniones, en un entorno donde la jerarquía de la iglesia católica sale a defender su idea de lo que es la familia, en que se intenta imponer la moral a la ley.
La importancia de la noticia no tiene que ver con que el conductor ofrezca una disculpa (que ya perdió la oportunidad de hacerlo) o si lo sacan del aire o no, una vez establecida su actitud discriminatoria ya está en manos del espectador la decisión de ver o no un programa. Considero de mayor relevancia le necesidad de un debate público, las condiciones en que se debe dar y la responsabilidad de los participantes en el mismo.
En las redes sociales los ciudadanos encuentran una vía inmejorable para manifestarse, enviar mensajes, contactar a otros, abrir grupos de discusión, posibilitar el análisis y darle seguimiento, obtener resultados, sin embargo, se corre el riesgo de no tomar seriamente lo que se discute a través de la red por la facilidad con que se desvía la discusión hacia el insulto.
La cita apócrifa de Voltaire “No comparto lo que dices, pero defenderé hasta la muerte tu derecho a decirlo” debería estar presente entre quienes participan de estos debates, pues al calor de la discusión se incurre en las mismas prácticas que se desaprueban, se olvida que para la defensa de una idea son indispensables los argumentos y que al caer en el insulto se interrumpe la comunicación. Si bien el insulto puede funcionar como defensa o respuesta a la censura, no deja de ser un elemento de ruptura, un acto de violencia con el que se intenta obligar al otro a comportarse o pensar de determinada manera.
Pareciera que la facilidad de emplear las herramientas de internet anulara la responsabilidad de quien opina, los grupos donde se discute el tema se van plagando de comentarios con las mismas actitudes discriminatorias e intolerantes de que acusan al conductor de televisión, a niveles lamentables, algunos ejemplos: Yo estoy en contra del puto de Esteban Arce, homofóbico; seguro es joto pasivo de clóset; al imbecilito se le fue el pedo y la cagó pero en serio; hagamos una marcha para sacarlo del aire y darle más rating a telerisa, después hagamos otra marcha por mandar a la chingada a Norberto Rivera y sus cuates los violaniños y después una marcha por los que hacen marchas y no me dejan llegar a mi trabajo…
El peso de las redes sociales en el debate público es innegable, valdrá la pena realizar una reflexión acerca de cuáles son los límites de la libertad de expresión, las formas que se ejerce ese derecho y los resultados que se pueden obtener, no basta con obtener el reconocimiento de las autoridades (Ricardo Bucio, titular de la CONAPRED, agradeció a la comunidad twittera por “hacer visible el caso”), o que se legitime el debate en internet a través de notas en los medios tradicionales, tampoco lograr sacar del aire a un ignorante, lo que se puede lograr es un beneficio mayor que todo eso, habrá que buscar la forma de que no se desvíe la atención, de que sea cada vez mayor el número de participantes y argumentos en estas conversaciones, que no se desbarranquen en el chiste fácil y la agresión.
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