- Ojos que ven
Después de un pequeño intervalo, permítanme continuar con el tema de qué es el arte, abordando otra de sus características que es su movilidad y su capacidad de hacer cambiar la visión en cada una de las épocas en que se va haciendo. Sin embargo, cuando es arte, arte se queda, pues tiene la capacidad de trascender a todos los tiempos, y por eso ahora seguimos disfrutando como arte a la “Gioconda”, después de quinientos años, aún con conceptos diferentes de lo que es arte.
Estos cambios son evidentemente más marcados en los últimos ciento cincuenta años o más, recordemos cómo el nacimiento de la fotografía, hizo que los pintores se atrevieran a ir más allá de la representación naturalista, además en ese momento con el descubrimiento de los rayos X, se hacía del conocimiento general, una realidad dentro de la externa que era la que se conocía por que era sólo la que se veía, o los estudios de la mente a través del psicoanálisis que demostrará la existencia del inconciente, del subconsciente y del preconciente. Que abría la posibilidad de la manifestación interna, de las emociones. La ciencia y la tecnología avanzaron y el arte también, pues este siempre es reflejo de su tiempo.
Así en el siglo XX las reglas de la academia que buscaba la estética, se empiezan a romper; Henri Matisse y las fauvistas liberan el color, Picasso, Braque, y los cubistas, liberan la forma renunciando a la perspectiva y al volumen, expresan la idea de la naturaleza no de manera concreta ni abstracta, sino según aparece en nuestra mente. Una representación de una guitarra de Picasso, es solo eso, una representación, es una mentira que se vuelve más verdadera, que una reproducción minuciosa y fiel.
Por su parte Kandinsky, se deshace del tema, logra la autonomía de la obra, ésta ya no tiene que representar nada, sus valores son el propio color, la forma y la textura. Pero aún con estas liberaciones, el arte retiene valores que siempre había tenido, que son la expresión y la representación. Surge entonces el movimiento Dada que ataca la idea misma del arte y su más destacado representante, Marcel Duchamp, agrega la actitud, la idea por sí misma, que permite al creador ir mas allá de lo que hasta entonces era lo convencional, ahora puede usar otros materiales, prescindir de ellos, otros soportes, salirse de ellos, usar el objeto, proponerlo como arte, esto es, hacer pleno uso de la libertad creativa hasta donde lo permita la imaginación del propio artista Es aquí por supuesto, donde más abreva el arte actual.
Es obvio que por eso ahora el dibujar bien, ya no representa trasladar fielmente al papel una imagen de la realidad, sino dominar todos los valores tonales del claroscuro, y expresar la sensibilidad en el trazo de la línea.
Si bien Duchamp, es fundamental en el arte que se hace hoy, con el planteamiento presentado en Houston nos presenta otra provocación —que es otra característica del arte contemporáneo— la de aceptar o no si todo es arte bueno, malo o indiferente, Si la respuesta es positiva, entonces tenemos que llamar arte —con su respectiva asignación de un “coeficiente artístico”— a la pintura que ofrecen en los camellones de las ciudades, las que venden las grandes tiendas departamentales, —que es lo mismo que lo anterior, pero con precios más altos—, la pintura que hacen quienes asisten a clases particulares que ofrecen maestros a personas que se reúnen un día a la semana, departen amigablemente tomando café y galletitas, pintan con la ayuda y solución del maestro, y salen felices por que ya hicieron arte, y por supuesto también se aceptaría la obra de cualquier “genio” que hace una instalación con cinco focos fundidos, uno prendido, una silla invertida, (al revés) en un charco de aceite y un montón de tierra.
Por el contrario, si la respuesta es negativa y si no se tiene una sólida formación artística o una buena educación visual, se va a descalificar a Picasso, Braque, al mismo Duchamp, y todos los citados anteriormente, lo mismo que a muchos más, creadores que han evolucionado lo que se entiende como arte.
