En algún momento Augusto Monterroso tuvo la idea de reunir una antología universal de la mosca, pensaba que sólo “Hay tres temas: el amor, la muerte y las moscas. Desde que el hombre existe, ese sentimiento, ese temor, esas presencias lo han acompañado siempre”, en su libro Movimiento perpetuo incluyó una pequeña muestra, entre los autores que cita hay textos de Apollinaire, Cicerón, Huxley, Neruda, Proust, Schopenhauer, Wittgenstein y Francisco Bulnes, de este último son las siguientes líneas: “Gastó su vida en arrojar puños de moscas en todas las copas del vino del elogio, el entusiasmo o la alegría”, imagen en la que caben los representantes de la oposición en nuestro país.
De izquierda, de derecha o bien de esa zona ideológica que se define por la cantidad de gel en el copete, pareciera que ser oposición consiste sólo en quejarse o llevar la contraria, no hay ideas, no se apuesta al debate, los argumentos están ausentes, las propuestas no aparecen por ningún lado, en general nuestros políticos están ocupados en revolotear efervescentes hacia las próximas elecciones, así que la ciudadanía es una cosa amorfa a la que no se le pone mucha atención pues no lleva consigo la utilidad del elector.
Pocos, muy pocos son los que a los discursos o acciones de gobierno se animan a hincarle el diente y analizarlas. Ahí está el ejemplo de la salida de Guillermo Ortiz del Banco de México y la llegada de Agustín Carstens, la discusión fija su centro en cómo Felipe Calderón está preparando a su candidato al colocar a Ernesto Cordero en Sedesol. El avance de la campaña por declarar ilegal el aborto a través de legislaturas estatales deja de ser un tema relacionado con la salud o los derechos humanos para transformarse en la derrota de Beatriz Paredes. El ridículo y la vergüenza de la renuncia de Juanito en Iztapalapa y el ascenso de Clara Brugada son ya las chispas del choque entre Ebrard y López Obrador.
Todo es arrojar puños de mosca, en esa descripción cabe la acritud generalizada con que la oposición ha recibido la iniciativa de reforma política que Felipe Calderón presentó (para un análisis de las propuestas del decálogo remito al lector el excelente artículo publicado por Francisco Javier Sánchez Santillán: La democracia que viene, La Jornada Aguascalientes, diciembre 19, una muestra más que las ideas están del lado de la ciudadanía, no de los políticos).
Apenas unos minutos después del discurso mañanero con que Felipe Calderón dio a conocer su iniciativa ya los medios recogían la opinión en contra de los opositores. Como siempre, los legisladores chillaron por la “falta de respeto”, pues ya se tienen que ir de vacaciones y si bien nos va, comenzarán a discutirla en febrero, para irla evaluando con calma (Carlos Navarrete), del lado del PRI, el senador Pedro Joaquín Coldwell realizó una brillante síntesis: “ni están todas las que son, ni son todas las que están”, más no se le puede pedir.
A partir de ese momento, con poquísimas excepciones, no se ha realizado un análisis de los diez puntos propuestos, nuestros políticos se han encargado de rebajar la discusión al nivel donde la alcanzan: es una trampa, es el fecálogo, la presentó y se fue a Copenhague, rebuznos como que la iniciativa de dar a la Suprema Corte de Justicia de la Nación la atribución para presentar iniciativas de ley en el ámbito de su competencia sólo aplicaría al ámbito de su funcionamiento.
De los diez puntos, los que más espantan a los políticos es el tercero (Reducir el número de integrantes en el congreso, a 96 en el Senado, con sólo tres senadores por estado y en la Cámara de Diputados pasar de 500 a 400 diputados) y el cuarto: aumentar el número de votos para que un partido político conserve su registro, pasando del 2% al 4%. Y cómo no, si le pega directo a los partidos morralla y a las listas donde se incluyen a los familiares de los gobernadores.
Así las cosas, la táctica ha sido distraer la atención hacia todo lo que le falta a la propuesta de Calderón, todo lo que no consideró, poner al descubierto tenebrosos complots que fortalecen el presidencialismo y son un peligro para la ciudadanía.
No hay y, fatalista que soy, no habrá una discusión que aporte a estas iniciativas, de lo que se trata en este momento es de aventar moscas, así seguirá durante dos meses, ya cuando los legisladores regresen de su largas vacaciones y como 2010 es (otra vez) un año preeminentemente electoral, es seguro que esa propuesta descansará el sueño de los infundios, el deporte político por excelencia.
Tocará, qué remedio, a los ciudadanos insistir en la necesidad de reformar el sistema político, combatir el argumento con que le embarran atole al dedo para ofrecer una salida: tendremos que seguir discutiendo hasta llegar a un acuerdo que logre la opción definitiva.
Finalmente, una cita más de la antología elaborada por Monterroso, un texto de Jonathan Swift: “Y, como observan los naturalistas, una mosca tiene moscas más pequeñas que la devoran, y éstas tienen otras más pequeñas todavía que las muerden, y así ad infinitum”.