- Asegura el investigador de la UAA que la corrupción está arraigada en la cultura
- Tiene el país el mismo nivel de corrupción que tenía en 1996 sin leyes en la materia
Sin duda las herramientas que el sistema de transparencia ha implementado en México es un gran avance, sin embargo este medio a través del que los ciudadanos piden información sobre el funcionamiento de la vida dentro de los sistemas burocráticos no ha tenido un efecto directo en la disminución de los niveles de corrupción en este país que en 1996 estaba sobre el 3.3 y en el reporte más reciente de Transparencia Internacional (TI), el del 2009, vuelve nuevamente a estar en el mismo nivel, comentó Genaro Zalpa Ramírez, investigador de la Universidad Autónoma de Aguascalientes (UAA) que en conjunto con otros académicos está realizando un trabajo en torno a la corrupción.
Según él, aunque se supone que este ejercicio de transparencia tiene efectivamente un efecto en el control de la corrupción curiosamente pareciera como si esto en realidad no hubiera sucedido, ante este fenómeno surge el cuestionamiento de qué ha servido todo esto que se ha hecho entre otras cosas las leyes de transparencia, los institutos de transparencia en los estados, las contralorías, las secretarías de la función pública, además de las políticas de tipo administrativo y legal y resulta “que no nos movemos de donde estamos, como si no sucediera nada”.
No por esto el académico descalificó estos esfuerzos porque quizá si no existieran las cosas estarían peor.
Sin embargo, la corrupción está muy arraigada en la propia cultura, no sólo del mexicano sino la de los latinoamericanos, donde tal parece que la cultura está muy metida dentro de la formación y hasta ahora las personas no se la han podido sacudir. Por una parte está la obligación de transparentar los procesos administrativos de la función pública, también existe el ingenio suficiente para darle vuelta a estos procesos y no transparentar nada o sólo lo que conviene y lo que no, pues no.
“Los mexicanos en general presumimos que tenemos el ingenio suficiente como para burlar cualquier ley que se ponga para combatir la corrupción y no solamente tenemos el ingenio sino que además lo presumimos”.
En la investigación que ellos han emprendido hay un fenómeno particular donde las personas efectivamente perciben que la corrupción aumentó a pesar de los candados existentes; partiendo desde esta perspectiva la gente tiene la percepción de que lo único que sucede al pensar en poner más candados es que la corrupción sale más cara.
“Mientras más candados se pongan hay que pagar más, si a ese candado se le pone otro candado hay que abrir dos y si se le pone otro hay que abrir tres y eso hace que esta situación de la corrupción no disminuya sino se encarezca”.
Estas medidas de control “afectan” por igual tanto a quienes sí tienen la tendencia hacia la corrupción como a las personas honestas que de igual forma deben pasar por todos los filtros establecidos.
En cuanto al posible origen del arraigo de esta corrupción hay quienes plantean que pudiera ser la época de la colonia donde se compraban y se vendían los puestos, aunque quienes hacen este planteamiento también están conscientes de que en aquel tiempo este comercio era lo común y Zalpa Ramírez argumentó que ante esto siendo un poco curioso podría preguntarse, no funcionarían así mejor las cosas.