Hace algunos años leí algo que escribió Roger Bartra, sobre cuál debería ser la actitud de los intelectuales que se tenían que mantener, al mismo tiempo, críticos y tolerantes, y ahí mismo, hacía una serie de consideraciones que se enmarcaban en la necesidad de mostrarse tolerantes ante la intolerancia de los vencedores, y señalaba la premisa de poder “descubrir los aspectos irónicos del poder de los vencedores”.
En la realidad actual de nuestro país, es un hecho indiscutible que
los “vencedores”, se han significado por ser absolutamente irónicos,
pero lo más lamentable es que lo hacen sin darse cuenta, y sin siquiera
tener la posibilidad de sacarle partido a esta situación; ya que viven
en el autoengaño, que se parece mucho a la autoflagelación, ya que el
dolor que les significa es tangible, pero no lo sienten, porque les es
más fácil la insensibilidad que la aceptación de lo que son.
En esa dinámica aceptada pero no razonada, hemos tenido desde él que
necesitaba una especie de traductor, que siempre estaba en la impronta
de lo que mal decía su jefe, para tener que enderezar los entuertos,
hasta el que parece que aún no sabe cómo moverse y comportarse, en un
espacio que sabe que no le pertenece.
Pero lo más apremiante de este contexto es que estos señores
“vencedores”, están arrastrando a un pueblo a lugares insospechados, ya
que su falta de honestidad, entendida esta como pudor o recato, los
hace sentirse suficientes y probos, cuando en los hechos de manera
cotidiana demuestran lo contrario, y se ensimisman en mostrarse tal y
cómo no nunca podrán ser, cautos e inteligentes. Y así, transcurren los
días, los meses, los años, y la incertidumbre y la desazón se vuelven
características de una nación que agotó su expectativa de que la
alternancia, le significará la oportunidad de construir un cambio, y
que hoy se pregunta qué hacer y en quién creer.
Los “vencedores” siguen creyendo que ellos han blindado al país ante
todo tipo de crisis, y que lo que pasa es “que no han sabido vender
todo lo que han hecho”, y las pruebas fehacientes que son en las únicas
que no creen, les dicen lo contrario, y por eso ayer pierden una
elección, hoy pierden otra y mañana seguirán perdiendo otras
elecciones. Sin embargo, su miopía que ya parece ceguera total, ellos
la describen como “catarritos” o dicen que les quisieron bajar el
switch, cuando en realidad hace mucho tiempo que no tienen luz, pero en
su pensamiento.
Son absolutamente incongruentes y repiten todas las prácticas que en
antaño criticaron con sarcasmo, y no alcanzan a entender que han sido
tan impropios, que lo que hace muy poco tiempo satanizaron, hoy se han
vuelto prácticas propias, o es que no se acordarán de las críticas a
las políticas públicas del priísmo o del que ellos llamaron y
satanizaron como “el peligro para México”, y que ahora ellos repiten
puntualmente, al grado de decir que su prioridad son los “pobres de
México”, o sea que ahora no son tan malas las políticas
asistencialistas del otrora partido hegemónico o los apoyos a la gente
de la “tercera edad”.
Cuando al fin se quieran dar cuenta de todo el tiempo y las
oportunidades que perdieron por no ser auténticos y responsables,
seguramente que la ciudadanía les habrá cobrado la factura, y será
demasiado tarde para reaccionar, y podrán ver que la gente se puede
equivocar una, dos y muchas veces más, pero nadie se acostumbra a que
se burlen de él.
Todo indica que tendremos que seguir soportando la negligencia de
esta “clase política”, que seguirá en su soberbia y en su
insensibilidad, y que lo único que ha logrado es que la inmensa mayoría
de los mexicanos, deshojen su calendario con la esperanza de que ya
queden menos días en que tengan que seguir aguantando a estos
“políticos” que no saben que es la política.
Es difícil aceptar que existan “vencedores” que jamás han sabido
aprovechar sus “victorias”, porque están más preocupados en legitimar
lo que saben que no es legítimo.