En estos momentos, en los que las circunstancias sociales se mueven a velocidad, vale la pena hacer un espacio para voltear a nuestro lado, observar y reflexionar sobre nuestro rol; y actuar para contribuir a una mejor sociedad.
Desde mi punto de vista el desafío de humanizar a la sociedad debe dar un marco general a todas nuestras propuestas, por el carácter general de su temática y por la mejor caracterización de nuestra posición, que en la perspectiva del centro humanista y reformista, reconoce que la persona debe estar en el centro de nuestras preocupaciones, es pues el hombre alrededor de quien debe girar la planeación y las políticas públicas.
Quizá el diagnóstico, como siempre o a veces, es de lo más fácil. La
sociedad de este tiempo, las exigencias en la era cibernética, las
características fuertemente materialistas en todos los procesos de
interrelación, la competitividad incorporada a la vida diaria, y tantos
otros factores; marcan un individualismo galopante, fenómeno que
caracteriza la vida social y que explica buena parte de la
deshumanización.
Conocida es entre nosotros la diferencia que establecía Castillo
Peraza entre los conceptos de globalización y mundialización.
Precisamente por la consideración de las personas en el concepto de
mundialización y su proceso a gran distancia del materialismo imperante
en lo que algunos definen como -globalización–.
Los efectos son múltiples, las enfermedades crecen geométricamente,
las tasas de conflicto intrafamiliar, los grados y fuerza de la
violencia, los suicidios y la vida en soledad, son algunas de las
evidencias de la falta de una verdadera salud social. Los
fundamentalismos que tanto mal causan hoy en el mundo también tienen su
origen en estos fenómenos de individualización o salvación personal en
los que el diálogo, afecto o solidaridad con el otro ya no se
consideran como -esenciales-.
Nuestra convicción personalista se pone en juego. La cuestión es,
una vez diagnosticado el desafío, asumir creativamente la definición de
los objetivos y de la propuesta de las políticas que nos permitan
humanizar a la sociedad- .
Creo que toda política representa costos, presupuestos y medidas.
Los que hemos tenido alguna responsabilidad pública pudiéramos decir
que creemos saber lo que es prioritario. Pero eso no debe ser todo.
Al menos en nuestra concepción humanista hay aquí una cuestión clave
en los estilos y en el diseño de las políticas; las que también deben
estar propiamente humanizadas. Los ciudadanos quieren tener a las
instituciones cada vez más cerca, sentir que sobre todo, las
instituciones públicas son verdaderos espacios de encuentro y relación.
No siempre se trata de grandes obras, legislaciones o instituciones;
creo que muchas veces de lo que se trata es de cruzar transversalmente
el diseño, la ejecución y la forma de difusión de una política o una
medida, con lo que podríamos denominar el factor o el trato realmente
-humano-.
La deshumanización también se relaciona con el debilitamiento de las
comunidades o instituciones de la sociedad civil, el cual se ve
acentuado por el poder que los ejes Estado y Mercado asumen en esta
nueva realidad. El hombre en nuestra concepción requiere vivir en
sociedad. Esto implica espacios de relación-socialización, se trata por
tanto de repotenciar las comunidades tanto para fomentar la existencia
de estos espacios como para volver a equilibrar los ejes o poderes en
la nueva sociedad. Humanizar es el reto. Responsabilidad social la
acción para Humanizar la sociedad.