Los primeros indicios del factor P se identificaron en las pruebas de laboratorio que se realizaron a los restos mortales de Caín, pero los mismos hallazgos fueron descubiertos también numerosos cuerpos de héroes y villanos de la historia mundial, nacional y regional de forma tal que hoy día es incuestionable la presencia de dicho factor en las especies más evolucionadas, incluyendo al gato, al chacal, las cucarachas, los pulpos y los chapulines de monte. No dudemos en el futuro próximo se logre aislar el cromosoma que determina la existencia y desenvolvimiento del factor P con sus variantes más agresivas y destructoras.
El factor P que algunos investigadores asocian con Política, parece
que está asociado con un mecanismo instintivo de dominación de la
manada, un resorte que impulsa inconscientemente a la imposición de la
postura personal al resto del grupo aunque la orientación sea la
destrucción del colectivo. Se trata de un resorte que se anida en las
vísceras y que se acumula en los dientes y los globos oculares y tiende
a generar un impulso de imposición voluntarista, generando seguridad en
el resto al tiempo que los lleva a la extinción. Puede tratarse de una
forma en hacer prevalecer los genes y dejar en la especie una suerte de
enfermedad social que al tiempo que alimente los sueños grupales,
absorba sus fuerzas y recursos, al tiempo que garantice la existencia
de un ser que perdure sus genes a costa de la autoinmolación. El factor
P exige que el individuo sea agresivo pero que tenga la paciencia para
escuchar quejas sin fin y sin inmutarse, que muestre sensibilidad
extrema pero una seguridad militar, que coma clavos pero defeque rosas,
que coma tamales en público y que sea sabio, que le gusten los deportes
aunque tenga una panza de policía, que sea astuto sin ser mamón, que
sea tierno con los niños pero implacable con los enemigos. Sin
destrucción no hay evolución, el desarrollo implica que las especies
generan males genéticos con que someten a la propia especie a riesgos
controlados; los cromosomas se estiran, se doblan y aprietan hasta el
punto de producir algunas rupturas, algo así como estrías, para
producir unos leves chipotitos que harán más fuerte y adaptada a las
nuevas condiciones de exterminio mundial del medio físico y social, si
no, mire usted a su alrededor.
El factor P tiene también efectos perversos, mal llamados
colaterales o secundarios. Se ha fijado usted que en una guerra, la
parte oficial siempre se referirá a sus errores cuando mueren civiles
como efectos colaterales, nunca dirán “Hemos fallado y por errores
imputables a nosotros hemos asesinado a Pedro Valtierra, Agustín
Cimientos y Laurita Cocoyoc, civiles inocentes en el ataque, así que
asumiremos las consecuencias de la aplicación irrestricta de la ley”.
De igual forma, ningún pre o candidato reconocerá los problemas
sexuales, familiares, de salud, morales, esos son parte de los efectos
colaterales del factor P y se asumen como privados pero públicos. Por
ejemplo, paradójicamente, aunque el factor P es un tremendo
afrodisiaco, erosiona la capacidad de lubricación y erección,
seguramente como resultado de la alteración de los ciclos de vigilia y
sueño, los trastornos digestivos, el estrés continuo y la fragilidad
emocional. El factor P no necesita de la copulación entre los sexos,
aunque a veces la incentiva, sino que su mecánica de conservación es a
partir de la transmisión por contagio. Los partidos políticos son los
espacios idóneos para la transmisión o contagio.
El factor P combate la libertad, ya que uno de sus componentes
estriba en el deseo frenético por la igualdad, tanto como concepto
imán, como herramienta de trabajo. El factor es atraído por las
desigualdades aunque haga poco por ellas, puesto que las necesita para
poder alimentar su discurso. El factor P venera a la desigualdad, la
idolatra y es amigo de la victimología. El factor P está ligado con las
marcas llamadas XXXXX, verdaderos clavos y coronas de sangre que se
asumen como un cordero sacrificado en las arcas del presupuesto
público, un verdadero calvario, pero ese sufrimiento público hace las
veces de purificación y salvación, no sólo personal, sino que la
salvación se extiende para toda la sociedad, bueno, al menos al partido
que lo postuló y, en último caso, al grupo que lo siguió y confió en
él. El cielo no es un estado contemplativo, el factor P permite tener
un cielo en la tierra, el gozo en el dolor, el derroche en la
austeridad, la mentira dentro de la verdad, el regreso en la evolución,
la concentración de la riqueza en el desarrollo y todo eso ¿A poco no
le es familiar todo esto?