Cuánto tiempo tendrá que pasar para que los ciudadanos de este país, retomemos el camino hacia mejores horizontes, y podamos abandonar el pesimismo que hoy inunda todos y cada uno de los espacios que compartimos como sociedad. De qué forma podremos asumir el compromiso de unir nuestros esfuerzos, y ponderar las analogías y los entendimientos, antes que priorizar las diferencias y ensanchar los desencuentros.
Cuál será el aporte que cada uno de los mexicanos deberemos de ofrecer en aras de superar la casi interminable lista de malas noticias e indicadores que día a día, nos ubican como una nación sin expectativas halagüeñas, y que siente que las oportunidades de salir adelante están irremediablemente lejos del alcance de al menos las generaciones que actualmente conformamos la población nacional, y para los cuales el optimismo es un concepto que sólo se puede utilizar como recurso retórico.
Pensar en que finalmente se encuentra una pequeña luz al final del
camino, es pecar de ingenuo, y es que de manera cotidiana, no es
difícil aceptar que casi todo lo hemos hecho en sentido contrario a lo
que la lógica nos señala. Si uno acepta la realidad, y la trata de
utilizar como referente para iniciar la reconstrucción, los
“entendidos” sienten que se está atentando contra la unidad nacional,
como si este vocablo tuviera un refrendo en la vida diaria. Por el
contrario, si uno se aisla de la realidad, para modelar una nuevo
escenario que ayude a crear la nueva imagen de la vida nacional, lo
tildan a uno de utópico y soñador.
Lo más lamentable de todo esto es que existe un sinnúmero de
miembros de esta sociedad que no se encuentran en ninguno de los dos
esquemas, y prefieren ignorar lo que sucede a su alrededor, y no son
capaces de tomar conciencia, porque el sólo hecho de hacerlo les puede
destruir sus “castillos en el cielo”, que son producto de su falta de
interés en lo que pasa en su país; porque que flojera dejar de ser
ignorantes, cuando se vive mejor en la ignominia.
Esta película social se vive en todos los niveles socioeconómicos,
no son privativos de condición social, preparación académica, o
cualquier otra clasificación. Por lo pronto es muy claro, que son muy
pocos, los menos, los que se preocupan u ocupan en cambiar las
condiciones catastróficas en que está sumergida esta nación. Por
ejemplo, hay quienes increíblemente quieren festinar que Aguascalientes
sea el menos peor de los estados de la federación en educación, sin
ponerse a pensar que sí son los menos peores, pero de los reprobados.
O peor aún, se rehúsan a aceptar que un Premio Nobel de Economía les
diga que México fue uno de los países que peor manejo la crisis
económica de este año, y su respuesta se reduce a decir que éste y
otros especialistas con reconocimiento mundial en los temas económicos,
“no conocen la realidad de México”.
Así en este sinsentido se sienten cobijados en su cinismo, sin
aceptar que la situación nacional, ya los rebasó, y no tienen nada que
decir, porque jamás les preocupó convencer a nadie, ya que su manera de
actuar fue en la ilegalidad, en la mentira, en el engaño, y porque a
fin de cuentas hay que “llegar cómo sea, pero llegar”.
Aún cuando la reconstrucción de nuestra nación pareciera encontrarse
tan lejos, que se hace imposible pensar que exista, hay que hacer el
esfuerzo por alcanzarla. Muchos estamos empecinados en que la derrota
no sea nuestra condición permanente, y hacemos el esfuerzo diario por
demostrarlo.
Hace un año el 1 de diciembre de 2008, se inició un proyecto
periodístico en Aguascalientes, en el que nos hemos congregado un grupo
de necios, que tenemos diferentes maneras de pensar, y que sin duda
obramos de formas muy distintas, pero que coincidimos en lo básico,
este país no puede seguir como está, este país necesita que lo pensemos
a diario, lo amemos a cada minuto y lo honremos a cada momento. Este
país merece que los que somos parte de él hagamos algo por mejorar su
situación, y estemos convencidos que este país se merece que impere la
fuerza de la razón, y no la razón de la fuerza.
Festejemos el primer aniversario de La Jornada Aguascalientes,
refrendando nuestro compromiso con Aguascalientes y nuestro amor por
México.