Resultará difícil la crónica de esta ocasión del Octavo Concierto de la OSA, puesto que lo ofrecido el pasado viernes 20 de noviembre, no nos proporciona material o datos suficientes, para cumplir con el encargo: un evento desangelado de principio a fin.
Parece ideal un programa donde aparecen los nombres de Beethoven y Mozart, puesto que su sola presencia genera válidas expectativas de goce pleno, con obras de quienes el título de “genios” les queda corto. Así entonces, con la “Obertura Egmont” y con el “Concierto para Piano No. 21 en Do Mayor”, K. 467, esperábamos una velada agradable. Pero no fue así. Aunque los atrilistas de la OSA se identifican a plenitud con los acordes beethovenianos y mozartianos (como ya se ha podido constatar en otros momentos), lo mostrado en la ocasión no dignifica ni a Beethoven, ni a Mozart, ni a la OSA: fríos, sin intención, un simple “estar ahí”. Recordar que la obertura “Egmont” forma parte del Op. 84, compuesto por el autor para la puesta en escena de los textos de Johann Wolfgang von Goethe, y que surgen en base a los afanes libertarios del Conde del mismo nombre, ideales con los que se identificaba plenamente el músico de Bonn. Nada de eso escuchamos en la versión a cargo del Director Invitado Juan Trigos.
Luego la presencia de Gloria Pérez Athié, para intentar subirnos a
las “exquisiteces mozartianas”, tarea que no logró por su evidente
falta de experiencia en tales menesteres, aunque válida la presencia de
una orquesta reducida, propia para las exigencias de la obra. De alguna
manera, tal composición tiene un punto de identificación con un público
medianamente informado: el segundo movimiento (andante), de belleza
extrema, que en la década de los sesentas del siglo pasado, fue
utilizado por el director sueco Bo Widerbewg en su película “Elvira
Madigan”, y la cual provocó que se entregara la Palma de Oro en el
Festival de Cannes de 1967, a la actriz Pia Degermark por su trabajo en
ella. Este detalle musical dio motivo para que en la época se iniciara
un movimiento de “popularización” de fragmentos de “obras clásicas”,
siendo el más notable de ellos, el realizado por la mancuerna Waldo de
los Ríos/Miguel Ríos, con el “Himno a la Alegría”. Y reitero, la noche
del pasado viernes no alcanzamos el pleno goce estético de la obra en
cuestión de Mozart. Como sea, destaco que en la presente temporada,
tuvimos pianistas consagrados, algunos (as) que van de salida, y otros
en proceso de formación: en esta última categoría ubicamos a la ya
citada Gloria Pérez Athié.
Y para la segunda parte del evento, una obra con título engañoso:
“Sinfonía”, compuesta por el Director Invitado, Juan Trigos. Nada que
ver el concepto con lo ofrecido. Pero además, comienza uno a sospechar
(sobre todo cuando no se ha conocido la obra con anterioridad) del
resultado a obtener, cuando en el programa de mano se nos dice que “…La
forma y el discurso musical están condensados en un solo movimiento
largo sin interrupción. La estructura se fundamenta en conceptos como
la escritura a paneles y a modo de encastre, con reiteración del
material y su variación (o relectura), la resonancia y la pulsación
continua. La gestualidad y fraseo orquestal con sus tipos de ataque
particulares y articulaciones propias, inciden también de manera
estructural en la obra…”, y luego se afirma que se trata de “folklore
abstracto”. Desconozco el significado de esto último, y lo que pude
encontrar en la interpretación de “Sinfonía”, fue sólo un amplio y
variado catálogo de “sonidos orquestales” (en sus diversas secciones),
mostrados, eso sí, con mucha intensidad. ¿Será ello suficiente para
formular un juicio de valor? ¿Qué emoción específica se espera del
oyente al enfrentarse a ello? No estoy en contra, sino al contrario, de
que los “programas de concierto” se “actualicen”, y valido lo que se
propone en términos generales. Pero ya cuestionaba respecto de los
criterios de selección que se hacen para conformar la temporada.
En fin: entiendo que esto es resultado de conflictos “extra
orquesta”, visibles, por desgracia, en esos viernes pensados para el
disfrute pleno. Nos queda sólo uno más de la Temporada Otoño y
confiamos “suene” bien.