Del 11 al 14 de noviembre se realizaron, en Santiago de Chile, las XV Jornadas sobre Alternativas Religiosas en América Latina, con el tema general de Religiones, estado, culturas y ciudadanía, organizadas por la Asociación de Cientistas Sociales de la Religión del Mercosur y albergadas por la Universidad de Santiago de Chile y la Universidad Católica Silva Henríquez. Una vez más, como cada dos años, los ponentes abordaron tanto temas novedosos como temas tradicionales desde perspectivas teóricas novedosas, y propiciaron la discusión y el intercambio académico entre los investigadores asistentes. En esta ocasión resaltó, sin embargo, una novedad que no se había dado en las jornadas anteriores que tuvieron lugar en otros países del Cono Sur: el interés de algunos funcionarios públicos chilenos por interactuar con los investigadores de la religión.
A la inauguración asistió el Sr. José Antonio Viera-Gallo, Ministro
Secretario General de la Presidencia de Chile, quien no estuvo allí
solamente para cumplir con un protocolo, sino que en un discurso muy
bien estructurado planteó la razón del interés del gobierno chileno por
los estudios de los científicos sociales sobre la religión, que en
resumen es tratar de responder a la pregunta que da título a este
trabajo, y que fue planteada por él: ¿qué hacemos con las religiones?
El gobierno de Chile, dijo, está consciente de que el fenómeno
religioso permea toda la vida pública y que, aunque sea laico, debe de
tener esto en cuenta en el arte de gobernar. Para ilustrar a los
asistentes, procedentes de toda América Latina, explicó que el Estado
chileno ha adoptado un modelo semejante al norteamericano para
relacionarse con las religiones, asumiéndose como un gobierno con
fundamento religioso, porque el pueblo chileno es religioso, pero no
confesional porque la sociedad chilena actual no profesa una sola
religión. Por tradición, tanto los presidentes de la república como los
miembros del congreso, además de jurar su cargo constitucionalmente,
asisten a una ceremonia religiosa que hasta hace poco era un Te Deum
católico, pero que hoy es una acción de gracias ecuménica. Señaló que
Salvador Allende, personalmente ateo, no quiso romper con esa tradición
y asistió a un Te Deum oficiado por el cardenal de Santiago cuando
asumió su cargo como presidente. En esa misma tradición, dijo, las
obras públicas no solamente se inauguran, sino que también se bendicen,
y ante el pluralismo religioso cada vez mayor de la sociedad, se ha
optado por multiplicar las bendiciones de ministros de diversas
religiones.
Lo anterior, quizá por formar parte de la tradición cultural
religiosa del pueblo chileno, no genera graves desacuerdos. Pero las
cosas cambian cuando se discuten políticas públicas controvertidas que
tienen una relación cercana con lo religioso como la legislación sobre
el aborto, el divorcio, los matrimonios entre parejas del mismo sexo o
el control de la natalidad. Es en el tratamiento de estos asuntos en
donde cobra mayor vigencia la pregunta que se hacen los políticos
acerca de qué hacer con las religiones, y de donde surge el interés por
conocer los aportes de los científicos sociales que estudian el
fenómeno religioso.
Para el grupo de mexicanos que estuvimos presentes en la exposición
del ministro, fue de llamar la atención el reconocimiento franco y
abierto de que las creencias religiosas del pueblo y las posturas y la
presión de las instituciones religiosas juegan un papel importante en
la discusión de tales políticas públicas, porque estamos acostumbrados
a ver que en nuestro país lo religioso está y no está presente las
posturas y en las discusiones en torno a tales temas. Formalmente no
está porque la esfera de la política se declara laica y ajena a lo
religioso, pero desde luego que está porque las creencias religiosas
impregnan las ideas de la sociedad y de los políticos acerca de tales
cuestiones. Las iglesias, no sólo la católica, en contraste con lo que
declara la Arquidiócesis de México (La Jornada, 17 de noviembre, p.
33), están detrás del hecho de que 16 congresos estatales, hasta ahora,
hayan promulgado leyes en contra de la interrupción del embarazo.
El ministro sólo estuvo en la inauguración de las jornadas, pero el
director general de asuntos religiosos, Humberto Lagos, quien participó
en una mesa redonda con el tema de Religión, estado y política en el
Bicentenario, asistió durante los cuatro días. En una de las mesas de
trabajo se enfrascó en una discusión interesante acerca de un tema
político espinoso: la conveniencia o no de legislar para prohibir la
actividad de ciertas organizaciones religiosas que aparentemente violan
la libertad de sus fieles y los conducen a cometer actos ilícitos,
citando los casos concretos de un asesinato y la prostitución de las
feligresas de un grupo religioso. Tal legislación, ¿violaría la
libertad religiosa? O tales religiones, ¿violan los derechos de sus
fieles?
Regresando al principio de este escrito, lo que me interesa resaltar
es la interlocución entre el poder político y los científicos sociales
que estudian la religión en el Cono Sur, no solamente en Chile. Maria
das Dores Machado, una prestigiada investigadora brasileña, nos dijo
que en su país hay dos temas que cruzan todas las investigaciones
sociales: la violencia, y la religión.