unque el festejo de la Revolución es importante, y recordar la participación de mujeres en ella como fue el caso de las soldaderas (hubo hasta coronelas), o las periodistas, (de quienes aún hasta nuestros días podemos tener sus publicaciones) y las maestras quienes participaron en periódicos de la Revolución y luchaban por el sufragio femenino y la no reelección de presidente; también lo fue el pasado 25 de noviembre, este día mucho más actual, relevante y significativo para las mujeres. La historia va así: El 17 de diciembre de 1999, a través de la resolución 54/134, la Asamblea General de la ONU, declaró el 25 de noviembre como el Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra la Mujer, e invitó a los gobiernos, las organizaciones internacionales y las organizaciones no gubernamentales a que organizaran en ese día, actividades dirigidas a sensibilizar a la opinión pública respecto al problema de la violencia contra la mujer. La propuesta vino desde afuera ya que desde 1981, las militantes en favor del derecho de la mujer observaba el 25 de noviembre como el día contra la violencia. Esa fecha fue elegida como conmemoración del brutal asesinato en 1960 de las tres hermanas Mirabal, activistas políticas de la República Dominicana, por orden del gobernante dominicano Rafael Trujillo (1930-1961), el mismo que describe Vargas Llosa en su grandioso libro La fiesta del chivo.
En fin regresando, estamos hablando de un festejo muy joven
históricamente hablando el cual ha tenido repercusiones favorables
hacia las mujeres aunque no a la velocidad requerida. Y aunque por
parte de las naciones unidas hoy hay muchas instancias que velan por la
NO violencia como la CEDAW (Convention on the Elimination of All Forms
of Discrimination against Women CEDAW por sus siglas en inglés) y se
han creado muchas convenciones para entenderla (como la Primera
conferencia mundial sobre la mujer en la Ciudad de México en 1975, la
Conferencia mundial para examinar y evaluar los logros del decenio de
Naciones Unidas para las mujeres, la igualdad, desarrollo y la Paz
(Nairobi 1985), la Conferencia mundial sobre derechos humano (Viena
1993), la Declaración y la Plataforma de Acción de Pekín, establecida
durante la Cuarta Conferencia Mundial sobre la Mujer realizada en 1995
(y su seguimiento cada 5 años); en definitiva sigue habiendo aumentos
en las cifras de abusos, maltrato y homicidios de mujeres; feminicidios
le llaman ahora para diferenciarlos y poder así resaltar las brechas
por género en cifras.
Siguiendo con el tema, en la teoría se dice que la comprensión y el
entendimiento de la violencia familiar han sido fundamentales para
poder detener el incremento del número de casos, así como para crear
métodos preventivos para la población que garanticen seguridad a sus
vidas y un nivel de salud mental que les permita funcionar
adaptativamente en la sociedad. Innegable eso es real, los refugios
para mujeres con problemas de violencia se incrementan (actualmente
existen al menos 60 inscritos en la Red Nacional de Refugios AC). Por
otro lado, las campañas de difusión en contra de la violencia se ven
en todas partes, desde los miles de diaporamas (presentaciones power
point o pps) que navegan por la red, hasta en las paradas de los
camiones, pasando por programas en televisión y anuncios en radio y
prensa; sin embargo se tuvo que crear un Observatorio Ciudadano
Nacional de feminicidio -conformado por 43 organizaciones en 17 estados
del país- dado el incremento de cifras y la falta de solución y
respuesta por las autoridades sordas. Dicho Observatorio en un
comunicado reciente, recuerda que el Comité de la CEDAW encomendó a
México acelerar la adopción de la reforma al Código Penal para definir
por ejemplo, el delito específico de feminicidio, así como la
elaboración de un Registro Nacional de Mujeres Asesinadas y
Desaparecidas, los cuales a la fecha no han sido considerados. De igual
forma a pesar de que la Ley General de Acceso a las Mujeres a una Vida
Libre de Violencia representa un avance en materia de derechos humanos
para la mujer, dice el Observatorio, la falta de implementación y
efectividad de la Ley radica en la discapacidad de los mecanismos
diseñados para su cumplimento, tales como el retraso en la publicación
de reglamentos –de 30 leyes sólo hay 5 reglamentos publicados– así
como en la instauración de los sistemas estatales para prevenir
sancionar y erradicar la violencia en contra de la mujer, siendo estos
los mecanismos claves que sientan las bases para su aplicación y los
necesarios para proteger los derechos humanos de las mujeres. Y así nos
vamos en discursos y pasan las décadas y lo único que sucede es que los
resultados son de visibilización de actos brutales; tan sólo en Ciudad
Juárez, el Observatorio reporta que hubo en el año 2008, 1 223 mujeres
y niñas asesinadas, y estamos hablando de casos documentados; es decir,
la punta del iceberg que en general y arbitrariamente se le brinda un
10 a 15 % de los casos reales. Y volvemos a lo mismo de siempre, con la
violencia de género hay una gran permisividad social.
Y la pregunta obligada es ¿porqué?, ¿de dónde surge esta situación?,
¿cuál es el origen? Y esto nos lleva a desatar la pluma y las múltiples
teorías que al respecto se han formulado y que tiene algunas que ver
con sistemas de creencias, de tipo de valores, de ética, de derechos
humanos, indecencia y descomposición de la convivencia social.
A veces la falta de conceptos claros o la carencia de un buen manejo
del idioma lleva a un enmarañado de ideas que se hilan unas con otras
pero no permiten una delimitación adecuada para una claridad de
pensamiento, empezando por un simple ejercicio de gramática elemental,
caemos en la cuenta que por ejemplo a la dignidad, el castellano le
atribuye los sinónimos de integridad, honradez, mesura, decoro,
decencia, equitatividad, rectitud, estima, recato, y conciencia. Y sin
embargo, afuera del diccionario, los conceptos se confunden o no se
aplican para el logro de una convivencia social sana, y muy en especial
la intergenérica.
En el mundo “real”, las mujeres se han asociado al mal (¿no fue Eva
la que sedujo al inocente y pasivo Adán a perder el paraíso?), y desde
ahí la mujer ha sido vista como objeto, a no valer igual que un hombre
y lo digo pues todavía hoy en el siglo XXI a la mujer se le vende o se
le trueca por ganado y se le confunde con botín de guerra o mercancía
para el logro de alianzas comerciales y esto va desde tiempos
inmemorables. Se dice que algo es digno cuando es valioso de por sí, y
no sólo ni principalmente por su utilidad para esto o para lo otro (por
ejemplo útil para la maternidad y la ejecución de las tareas domésticas
entre otras). En el caso de la especie humana, su dignidad reside en el
hecho de que es no un qué, sino un quién, un ser único, dotado de
intimidad, inteligencia, voluntad, libertad, capacidad de amar y de
abrirse a los demás. Un otro igual a todos, con mismos sueños, derechos
y obligaciones.
En efecto, cuando no se acepta este valor de la persona en sí misma,
se abre la puerta que conduce a dejar de respetarla. Un claro ejemplo
sería no valorar lo que cada quien piensa, tiene o necesita (incluyendo
a todos por igual sin importar edad y sexo) otro, desear lo que tiene
la otra persona. ¿Capacidad de gestación?, algunos teóricos han dicho
que ese precisamente es el origen del patriarcado, en fin no nos
perdamos.
La distinción entre la gente, atenta contra la dignidad de toda
persona. Sin embargo, hay gente que mira la definición de la dignidad
de otra forma, se creen superiores –como si lo supieran todo o tuvieran
el monopolio y exclusividad del absoluto poder y la verdad (por ende
disentir es uno de los peores errores que obvio, merece un severo
castigo) –, y ante esta postura, terminan siendo egoístas y dicen que
los demás están mal; no aceptan sus errores, no aprenden a escuchar a
nadie, ni siquiera los buenos consejos. Eso hace sentir mal a la gente
que les rodea, es como si su opinión no contara o como si no supieran
nada; esa postura por supuesto es falta de respeto y una ceguera
completa hacia la dignidad. Esas personas no hacen otra cosa más que
cerrarse en su mundo y no pensar en los demás. Y entonces cuando impera
un sistema jerárquico con esas características miopes, sistema
autoritario donde sólo valen los hombres, donde disentir es castigado,
y las mujeres, niños y ancianos son minimizados ¿Qué es lo que nos
dice?. Dejemos por ahora este espacio de reflexión y sigamos festejando
el pequeñísimo logro de contar con un día para sensibilizar a la
población acerca de la indignante violencia contra las mujeres, valga
la redundancia, un problema de dignidad. Esta desbandada continuará. n