2012, Ficción y realidad - LJA Aguascalientes
22/11/2024

Se estrenó a nivel mundial la película que recrea la ficción que en forma catastrofista se ha difundido sobre el supuesto fin del mundo en el año 2012. La norma en Hollywood ha sido aprovechar cualquier oportunidad para hacer negocio. No es nuevo ver una película que explota un tema de moda, la ignorancia y los más básicos miedos existenciales. No obstante esta nueva obra cinematográfica de ficción se entremezcla con la realidad a través del vértigo cotidiano. El fin del mundo como lo conocemos no necesita más artificios  ni efectos especiales de los que ya ofrece abundantemente la realidad.

Conforme al estado actual de la ciencia, no existe al día de hoy la
tecnología y el conocimiento para predecir un cataclismo físico como el
que, dicen, adelantan las profecías. Más aún, los más serios mayistas y
arqueoastrónomos niegan rotundamente que nuestros ancestros hayan
predicho un evento cósmico que en 2012 pudiera provocar el fin del
mundo. La alineación planetaria anunciada no puede ser prevista con el
sistema astronómico de nuestra ciencia actual. La destrucción del mundo
conocido, sin embargo, está teniendo lugar en los ámbitos que no pueden
estudiarse con los más modernos radiotelescopios, sismógrafos ni
sensores de actividad volcánica.

A diferencia de las ya conocidas fobias milenaristas, en esta
ocasión todo el orbe comparte el sentimiento de que ya no es posible
continuar con los paradigmas conocidos.

La historia europea registra suicidios aislados y actos vandálicos
derivados de la psicosis con que el vulgo recibió el fin del primero
milenio de nuestra era. Los cambios de fines del siglo XIX, cuando
también se pronosticaba el fin del mundo, llevaron a Occidente hacia
nuevos estadios de evolución literaria y cultural junto con modernos
esquemas sociales, políticos y económicos.

La conformación sociopolítica del mundo del siglo XX, habría de
llevar a una nueva y distinta visión del anunciado fin de los tiempos.
Bajo el dominio de los grandes poderes fácticos, los medios masivos de
información, el control de la disponibilidad alimentaria, la industria
militar, la industria farmacéutica y la banca, se fomentaron los miedos
del segundo milenio. Infundiendo en el inconsciente colectivo el terror
a la destrucción externa -el terrorismo, el peligro para México, el
virus de la influenza- los grupos de control construyeron a su favor lo
que esperaban les diera mayor poder frente a una población cada vez más
difícil de manipular. El 2012 hollywoodesco contribuye a inducir, con
ayuda de falsos profetas del “new age”, una catástrofe en forma de
amenaza exterior. Ésta tiende a distraer del verdadero cambio: el fin
del mundo conocido controlado por los linajes de la anglósfera y sus
satélites.

Aunque aún es mayoría la población adormecida, ya cada vez menos se
chupan el dedo. Los propios mecanismos por los que pretenden mantener
el control, están creando la animadversión necesaria para el despertar
de la conciencia. En los E.E.U.U. la inútil e inexplicable guerra en
Irak, la pérdida de las libertades civiles con las leyes “Patriot Act”
y “Homeland Security Act” y la inocultable voracidad de la banca en
quiebra llevó a los electores a votar por el cambio. En México, donde
el gobierno sigue los mismos pasos, la población tiende a sentir que ya
no es posible continuar así. Habrá que cambiar, por las buenas o por
las malas. Se está colmando la paciencia con la costosa militarización
de ciudades y fronteras, el continuo deterioro del poder adquisitivo y
la pérdida de libertades civiles.

El factor económico es hoy en día clave en este cambio. La torpeza
con que el sistema jurídico pretende defender la imposición de los
poderosos provoca a muchos cuestionarse el porqué seguir callando y
obedeciendo. Las muestras de que esto ya no pude seguir igual son
demasiadas: se aplastan y niegan derechos laborales. Se niega el amparo
a quienes reclamaron la inconstitucionalidad del IEPS; la suprema corte
arguyó con una falacia que implica una grave confusión en los términos
de proporcionalidad y progresividad. Se impone contra toda lógica el
aumento de impuestos en una época recesiva. Se permite que varios
consorcios evadan o eludan una cantidad de impuestos equivalente a ocho
veces lo que se logrará captar con los aumentos. Se modifica el código
fiscal que considera delincuentes a priori  a los causantes.

Es percepción generalizada que hacia el 2012 se dará la destrucción
del mundo como lo conocemos. Pero más allá de la ficción y de las
manipulaciones mediáticas, la catástrofe es de instituciones
económicas, sociales y políticas. El cambio es a nivel de conciencia
individual y se dará desde adentro hacia afuera. A menos que con esa
nueva conciencia se hagan valer a nivel de derechos humanos
fundamentales los económicos, sociales, culturales y ambientales, el
hartazgo social validará las profecías.

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