Por hoy, porque la autoridad se delega y la responsabilidad se comparte….
Es cierto que en la búsqueda por permear entre la sociedad, y buscar los adeptos necesarios que permitan a una institución como es el Partido Acción Nacional (PAN) refrendar la confianza ciudadana de cara al proceso electoral del próximo año, no debe voltearse a ver lo que otros hacen mal sino actuar por méritos propios.
Sin embargo, en ocasiones la falta de pericia política y la inexperiencia en el ejercicio de gobierno resultan tan evidentes, que sobrehumano sería no admitir que los errores del otro pudieran ser el beneficio para sí.
El tema que, independientemente de colores, de partidos, de ideología, que sin importar el rol de cada cual en este momento, empresarial, comercial, gubernamental, partidista, laboral, obrero u otros, se reconoce, es y ha sido el desorden financiero y administrativo en el gobierno citadino, derivado de excesos, característicos, esos sí, de los gobiernos priístas.
Claro ejemplo lo representan los hechos recientes: mientras el gobierno federal busca la forma de subsanar las finanzas nacionales, destrozadas por sexenios y sexenios de un presidencialismo intransigente que permitió creciera la mafia de los sindicatos, mermando cada vez más a la economía del país, vemos como prácticamente en todo el territorio nacional se replica la forma de gobernar con excesos, de fraudes, de corrupción y de poca transparencia en la rendición de cuentas -herencia del priato-. Es entendible como forma de preparación y es también el aprendizaje de su doctrina partidista.
Ahora bien, como en un cuento de hadas, -aunque lamento decir que el final no será el rescate del príncipe con un happy end-, se nos presenta a manera redentora un jefe de la comuna que advierte, una y otra vez, hará valer todo el peso de la ley en contra de los responsables de este megafraude a las arcas municipales, por al menos 120 millones de pesos.
Ahora después de meses de que se conociera públicamente de este desfalco, y la triangulación que se hiciera de facturas, algunas apócrifas, se le ponen nombres y apellidos a los “autores” de los presuntos ilícitos.
Es aquí cuando cabe el siguiente cuestionamiento, que no suponíamos los aguascalentenses, por nacimiento o por adopción: que se votó por un jefe de la comuna que, salvo las decisiones que por ley corresponden al Cabildo, el resto de la administración gubernamental fue encomendada a una persona, que tiene nombre y apellido también.
O tal vez los estragos por el paso del tiempo hacen mella ya en el conocimiento y en la memoria, o tal vez se trata de evadir la encomienda ciudadana; lamentablemente, estas maneras de gobernar golpean fuertemente en la credibilidad de la política y los políticos; estas formas de ejercer la autoridad lesionan a los aguascalentenses. Después de 60 años de un gobierno emanado de una sola institución política, el saldo que nos dejaron a los mexicanos de 50 millones de habitantes en pobreza, 20 millones sin saber leer ni escribir y más de 15 millones sin acceso a la salud.
Ahora no podemos permitir que esos ejemplos sigan siendo política pública, porque millones de mexicanos lo recriminarán. Han presentado una denuncia de “hechos” para que sea otra autoridad la que determine lo que a ellos les compete; han formado una cortina de humo en torno a dos funcionarios como si estos se hubiesen mandado solos.
Por salud pública, por decencia de la práctica política, por la estabilidad de las instituciones, debe llegarse al fondo del asunto, no sólo como estrategia mediática que aliente futuras aspiraciones, sino como un ejercicio que otorgue pulcritud al gasto público en una materia por demás sensible para la población, como es la seguridad pública. Yo sólo tengo que decir por hoy que la autoridad se delega y la responsabilidad se comparte… veremos pues… Lo que viene….