De la colección de alrededor de 10 mil restos fósiles que pertenecen al paleontólogo Rubén Guzmán Gutiérrez, todos protegidos por el Instituto Nacional de Antropología e Historia (Inah), cerca de dos mil fueron encontrados en el territorio de Aguascalientes, informó el propio especialista en entrevista con La Jornada Aguascalientes.
El encargado de despacho del parque temático El Caracol reveló que la mayoría fueron hallados en el municipio capital, principalmente en la corriente de los arroyos del Cedazo y de San Francisco, así como en varias de sus afluentes, corrientes “muy importantes porque todavía, hoy en día, siguen produciendo fósiles”.
Los fósiles, pertenecientes a la última época del período
cuaternario, conocida como el pleistoceno -que inició hace 2.5 millones
de años y terminó hace 10 mil años con la extinción de la mayoría de
las especies- son principalmente huesos o fragmentos de hueso de mamuts
de casi cinco metros de altura, tigre dientes de sable, así como
équidos y camélidos (camellos y caballos) de hasta cuatro metros de
altura, cuya evolución se dio aquí, aún cuando fueron reintroducidos
por otras culturas en épocas menos lejanas.
Y si esos son los seres vivos que habitaron el actual territorio
aquicalidense, también se han encontrado restos de organismos
migrantes, como algunas especies de perezoso gigante que van de uno a
cuatro metros, procedente de Sudamérica, y el “gliptodonte”, que era un
“organismo acorazado, parecido a un armadillo”, pero del tamaño de un
vehículo conocido como “vocho”.
Guzmán Gutiérrez señaló que “lo primero que nos dicen” estos
registros, “es que no fuimos los primeros ni vamos a seer los últimos”
sobre esta tierra, además de dar cuenta de que esas enormes criaturas
habitaron el estado; en segundo lugar, dan cuenta de la vegetación que
había: “lo que sabemos (…) es que había grandes pastizales (…) y que
también había ríos muy caudalosos”, alrededor de los cuales había
bosques de galería.
A esto se ha llegado mediante el análisis dental de las especies
encontradas y de su tamaño (requerirían enormes extensiones de
vegetación para sobrevivir), pues no se han hallado restos de flora
todavía.
El especialista subrayó que el hecho de que encontremos un solo
fósil ya es algo excepcional porque es muy raro que un organismo se
pueda preservar como fósil”, de modo que un ejemplar habla de grandes
poblaciones.
Con base en estudios a partir del hallazgo de los fósiles, se ha
determinado que en esa época glacial, México era un corredor y
Aguascalientes, enmarcado por las dos sierras, un refugio obligado para
los animales migrantes, convirtiéndose en “escenario” de su evolución.
Indicadores del cambio climático
Al definir los ambientes y el clima que imperaba en esa época, que
en este caso era la glacial, a partir de los fósiles registrados, “los
paleontólogos tenemos como que una visión muy a largo plazo de los
cambios climáticos”, señaló Rubén Guzmán.
Personalmente, apuntó que “si lo vemos en gran escala, en vez de que
vayamos a un el calentamiento global, más bien estamos ahorita en un
período inter glaciar (…) y volveríamos hacia un período glaciar”,
explicando que al analizar las curvas de los períodos climáticos desde
el punto de vista paleontológico, podría considerarse un comportamiento
normal.
Consideró que se trata “de un ciclo de la Tierra como un todo” que
incluye organismos vivos; “yo pienso que tendríamos que tener registros
climatológicos muy fidedignos de años atrás, para poder decir lo que se
está manejando hoy en día, de que vamos hacia un calentamiento global”.
En ese sentido, dijo, la incidencia del hombre ha consistido en
acelerarla pérdida de los hábitat, provocando “la extinción muy
acelerada de organismos, algunos de los cuales a lo mejor ni siquiera
conocemos, ni siquiera hemos descrito”, lo mismo en el caso de la
flora.
Falta de presupuesto merma en generación de mayor conocimiento
Para llevar a cabo todo este tipo de estudios, como es normal, se requiere de un presupuesto.
Por falta del mismo, la primera consecuencia es que la colección de
fósiles de Aguascalientes no está fechada, pues no es el resto en sí lo
que se fecha, sino la roca volcánica donde fue encontrado o el polen,
pero para ello se requieren técnicas especiales que brindan
instituciones en e Distrito Federal, otros estados y países.
En segundo lugar, que no se tenga un espacio para resguardar los
fósiles, de modo que por obligación moral se encuentran en el Centro
Inah de Aguascalientes, sin poderse exhibir.
También, que las excavaciones no hayan llegado a mayor profundidad,
por lo que, aunque se tiene la seguridad de que existen, no se ha
podido confirmar científicamente la existencia de restos de eras más
antiguas.
Por otro lado, tanto Guzmán Gutiérrez, como la arqueóloga del Inah
en Aguascalientes, Ana María Pelz Marín y el paleontólogo Héctor Rivera
Sylva –jefe del departamento de paleontología en el Museo del Desierto
de Saltillo, Coahuila-, coincidieron en que, si de materia económica se
trata, la paleontología y la arqueología son gran detonador de turismo.
En la experiencia de Rivera Sylva, quien se encargó junto con otras
instituciones de coordinar la exposición “Huellas de la Vida”, que el
Museo del Desierto montó en el zócalo capitalino en julio, agosto y
septiembre pasados y rompió record de asistencia, invertir en museos,
muestras y espacios que den a conocer la gran riqueza paleontológica no
sólo de Aguascalientes, sino de todo el país.
Por su parte, Pelz Marín, quien ha realizado actividad en el Centro
Ecológico el Ocote, consideró que sí existe el interés del público por
conocer esta forma del pasado de su estado y de su país; sin embargo,
indicó que es necesario, mediante la divulgación y la difusión en las
escuelas, incrementarlo.
Los tres científicos reconocieron que se requiere de fuerte
inversión para echar a andar este tipo de proyectos; sin embargo,
afirmaron, es rentable y redituable a corto o mediano plazo.
En el caso del Museo del Desierto, ejemplificó su paleontólogo,
inició con recurso gubernamental y actualmente subsiste con inversión
de la iniciativa privada, recibiendo sólo las cuotas que cobran a las
escuelas que asisten a visitas guiadas.