La historia de una enfermedad terminal inspiró al bailarín Antonio Torres para montar un solo de danza denominado “Tres figuras lúgubres”, mismo que se presentará el próximo 20 de octubre en el Teatro Morelos y en el que estará acompañado por unas piezas de su propia autoría y una presentación más de una compañía de San Luis Potosí.
El proceso del montaje lo inició hace cinco meses; primero fue el trabajo de mesa, asimilar la historia, darle perfil al personaje, estudiar la música con el compositor, hacer el montaje coreográfico. “Estaba creando movimiento sobre mi historia y el maestro Juan Pablo de la Rosa componía sobre la marcha y al final reuníamos los materiales para seleccionar, este trabajo es muy hermoso”.
Luego integraron todos los elementos para que lleven una sola línea y el tercer paso, que fue el más complicado, fue asumir el papel. Primero la preocupación es técnica y después adueñarse del personaje, que no se vea sobreactuado pero tampoco le falte fuerza.
“En lo particular este montaje parte de una experiencia muy cercana de un bailarín muy joven, de 20 años, un egresado de la facultad de artes escénicas con todo el talento del mundo y que nunca se enteró que tenía VIH”.
Antonio Torres dijo que está nervioso porque debido al tiempo dedicado a conformar la licenciatura dejó los escenarios por cerca de dos años, pero finalmente estar en el foro es siempre una aventura y esta para él no será la excepción.
El proyecto becado por el Fondo Nacional para la Cultura y las Artes (FONCA) incluye un solo y otros cuadros de su autoría, pero bailados por otros artistas y una compañía de San Luis Potosí. Habrá dos presentaciones más en el Foro la Puga y en San Luis Potosí tendrá otras presentaciones.
En un principio pensaron en hacer presentaciones en espacios externos, pero desafortunadamente, con la cuestión de la crisis, se quedaron con el lugar del primer patio de la Casa de la Cultura y el Teatro Morelos donde se presentaron los jóvenes del Taller de prácticas escénicas y la compañía Trazos Continuos.
Estas presentaciones ya no son sólo resultado de sus prácticas escénicas, como parte de su currícula, sino que están ya conformados en un taller donde hay estudiantes tanto de primer como de tercer semestre. Esperan convertir en un año en el taller coreográfico de la Universidad de la Artes que es el preámbulo para la compañía, este finalmente es ya un proyecto que tiene vida artística constante.
Para conformar estos talleres generalmente se hace una audición; ahora eligieron a quienes estaban más adelantados en realidad, para asegurar la calidad de las presentaciones, pero esperan el año entrante piensan lanzar una nueva convocatoria para quienes se animen y quieran inscribirse.
Según Antonio Torres, las metas que se pusieron ya fueron cumplidas e incluso superadas por encima de la expectativa que tenían en un inicio; en un balance general del avance de los jóvenes bailarines, el nivel técnico que ellos tienen está ya muy adelantado, ahora se encuentran justo en el momento de entrar a la cuestión más difícil que es la de interpretación, que seguro será más lenta porque en este punto intervienen aspectos más personales.
Las carencias de los estudiantes de danza es que les hace falta trabajar más sobre otras técnicas, porque ya vieron que la clásica y la Graham no bastan para formar a un bailarín en danza contemporánea, por lo que ahora están empeñados en impartir cursos de jazz contemporáneo, alto impacto, técnicas de movimiento y hasta pudieran tomar un curso de salsa.