Más que mecanismos legales, que sí son necesarios, debe fortalecerse la cultura de la adopción en México, insistió la directora del sistema DIF estatal, Adriana Rodríguez Castro, al aclarar ayer que es falso que ocho o nueve menores estén comprometidos para su adopción por familias extranjeras, aunque sí se encuentran en proceso de liberación judicial.
En los casos particulares de estos niños, comentó Rodríguez Castro, “la cultura que tenemos no ayuda a estos pequeños a tener un hogar en su país”, pues se trata de tres hermanos, mientras que algunos son mayores de cuatro años –el grupo oscila entre los cuatro y los ocho años edad- o presentan alguna discapacidad y en el país casi no hay familias que quieran adoptar niños con estas condiciones.
Indicó que como todos los infantes que, por diversas razones llegan a manos del DIF, con ellos se está a la espera de la resolución –a su favor- del juicio de pérdida de la patria potestad; una vez que se consiga, serán puestos en adopción mediante un boletinaje primero a nivel estado, después en todo el país y finalmente a nivel internacional.
Especial atención llamó el caso de los hermanos, por lo que ante los cuestionamientos detalló que hay un niño pequeño, pero la edad de los otros dos dificulta la adopción de todos juntos.
Al referírsele la iniciativa que se presentó ante Congreso para, entre otras cosas, dar celeridad al proceso de adopción, y que contempla también no separar a estos pequeños, la funcionaria aseveró que “lo que pueda decir una ley o lo que pueda establecer una normatividad o lo que establezca el propio comité de adopciones, el interés, por supuesto, para la institución es no separarlos; hasta lo último, manejar la posibilidad de que permanezcan” juntos.
Cuando esto no es posible, continuó, se busca que las familias que los adopten sean afines, vivan en la misma localidad y fomenten la convivencia entre sus hijos; incluso, señaló, se puede llegar a negar la adopción, pero sólo cuando se retracta una familia que de alguna manera se hubiera comprometido a llevárselos juntos, siguiendo ellos en lista de espera para ser adoptados.
Rodríguez Castro también fue cuestionada con respecto a las consecuencias que tiene separar a los niños que tienen esta relación, sobre lo cual afirmó que “a la larga, nosotros suponemos que sí tiene trascendencia porque es el único lazo que se tiene, que les queda y que muchas veces los lazos son muy fuertes y entonces por eso es la insistencia de que, cuando hay hermanos, vayan juntos”.
El problema aquí, con respecto a lo que pudiera requerirse en una ley de adopción, es que tampoco puede forzarse a un matrimonio, familia o persona “a que se lleve a cuatro o a que se lleve a tres”; la directora del DIF lo vio más bien como una cuestión de “voluntad y de apertura”, aunada a la cultura de la que se hace mención.
Apuntó que la adopción de niños con las características señaladas debe promoverse, incluso entre las familias que ya tuvieron hijos biológicos, que ya saben “lo que es la educación y formación de los menores y lo que es tener a un chiquito en su casa (…) esto es un acto voluntario”.
Finalmente, calculó que Casa DIF atiende actualmente a unos 40 pequeños, no todos son sujetos de adopción pues, mediante pláticas y otras acciones, se busca “unir a la familia” o reintegrarlos a ella.