Niños de todas las edades comenzaron a moverse al ritmo que marcaban los payasos en el escenario y jugaban con un grito en el aire, se subían a la montaña rusa y escuchaban con atención las rolas del grupo ¡Qué payasos!, con su espectáculo de rock para niños, que se pintan solos dentro de las actividades del programa Alas y Raíces a los niños, en la vigésimo primera edición de la Feria del Libro.
Cada una de sus canciones llevaba en sí un mensaje implícito relacionado con la igualdad de los blancos y los negros, la importancia de tener cuidado de comer en la calle o de portarse bien con los papás y escuchar sus consejos, entre una y otra canción los payasos o eran músicos, cantantes, actores, en fin ellos los que estaban ahí adelante hacían un número de actuación.
Las carcajadas se dejaban escuchar desde diferentes lugares frente
aquel escenario y todos se cuidaban de ser observados porque
seguramente iban a ser mencionados como parte del show. Fue
impresionante cómo de principio todos parecían muy serios, formales y
de pronto fueron aflojando el cuerpo, perdieron un poco de compostura e
incluso cuando uno de los payasos y vocalista del grupo sugirió que
todos abrieran los brazos y volaran, lo hicieron o cuando les pidió a
todos que se pusieran de pie para hacer ejercicios de respiración y
relajarse.
El escenario del concierto fue el foro central Universo que estaba
abarrotado por niños pequeños y otros no tanto, acompañados por sus
papás y uno que otro adulto que inicialmente se quedó parado por
curiosidad y terminó conquistado por lo simple que es reírse un poco de
sí mismo y de los errores ya preparados como parte de un espectáculo.
Sólo eran dos personajes y fueron diversos los personajes que
aparecieron, las indicaciones eran muy claras cada vez que salía uno
nuevo, se tenía que aplaudir, enloquecer o debatir por la polémica
presencia de quienes iban apareciendo en escena encarnados en un
payaso, pero el maquillaje desaparecía y todos entraban en el juego de
los abucheos como cuando uno de ellos empezó a prometer beneficios
escolares para todos los niños, ampliación del recreo a seis horas,
vacaciones de nueve meses al año; a los adolescentes llegar a la hora
que deseen para el fin de semana, las señoras al con sus sexibailes y
las complacencias terminaron cuando recordó a los hombres con sus
noches de viernes con el dominó y los amigos. En ese momento comenzaron
los desacuerdos de las mujeres y para evitar cualquier problema mayor,
ahí terminó la representación.
El viaje en montaña rusa fue breve pero sustancioso, la primera vez
que uno de ellos hizo la expresión, la concurrencia no entendió muy
bien que había llegado al lado de su silla el siguiente viaje de carros
para subirse y hubo que hacer por segunda ocasión el ademán de subirse,
poner las manos sobre el tubo de enfrente, agarrarse macizo, subir y
bajar.
Casi para finalizar el concierto, un nutrido grupo de niños y uno
que otro grande animado fueron invitados a bailar al escenario y
mientras ellos bajaban – porque había finalizado la canción- la gente
en el escenario gritaba: ¡otra! , ¡otra!, petición que no despreciaron
y terminaron con un rock rapeado.