En días pasados, por la amable invitación de la dirigencia local del PRD, junto a otros invitados de la sociedad civil expuse algunos puntos de vista acerca de la situación que guarda dicha organización rumbo a lo que se conoce ya como una “refundación”. El breve repaso incluye una mirada retrospectiva y algunas posibilidades inmediatas. Lo siguiente es parte de lo expuesto.
La situación local es ejemplo de una organización inmovilizada a lo
largo de los años. El PRD desde su fundación no logra articular
acciones o estrategias que le permitan penetrar en el electorado
estatal. Nació en 1989 por la inercia nacional y en su fundación
participaron en su mayoría militantes de organizaciones casi
marginales, principalmente del desaparecido Partido Socialista de los
Trabajadores (PST).
Los aglutinados posteriormente alrededor del grupo dominante han
sido considerados un factor en ocasiones negativo para el ascenso
electoral. Sin embargo, es difícil de asimilar que sean responsables de
los fracasos electorales. Los partidos políticos dependen de sus
líderes fundadores hasta que la organización comienza a consolidarse. A
“institucionalizarse”. Esto se debe a que son ellos quienes en la
mayoría de los casos tienen una formación más sólida, más acabada para
llevar a cabo de forma mínimamente eficiente las tareas que reclama la
organización. En todo caso, lo que ha faltado es el surgimiento de
nuevos liderazgos que de forma natural fueran minimizando la
dependencia hacia dichos fundadores. Lo que sucede en realidad es que
aún los grupos o personajes públicamente opuestos a ellos terminan
dependiendo del diálogo y la negociación mutua, lo cual es desde luego
un camino más positivo que la ruptura, pero deja de serlo cuando sólo
existe el arreglo en términos de reparto de cargos y recursos. No
existe en Aguascalientes una plataforma que recoja las necesidades y
demandas ciudadanas y las presente en forma de una oferta realista,
acabada, viable e inmediata de gobierno. Claro que el PRD no es el
único partido que mantiene dicho déficit, todos lo presentan, pero
acaso habría de ser el inicio de la reflexión debido a que, -es
inevitable señalar lo obvio- Aguascalientes es el único estado de la
República en donde nunca en su historia ha logrado un triunfo de
mayoría, ni en el congreso o en gobiernos municipales. Aún más, cuando
logra votaciones significativas (el estado en su conjunto, con los casi
cien mil votos que en 2006 aportó para la causa de López Obrador; o
Calvillo y Pabellón en 2007 como ejemplos recientes de ello) no logra
mantener la base electoral para presentarse en forma competitiva en la
siguiente contienda. Depende en la mayoría de las ocasiones de lo que
otros partidos hagan o dejen de hacer. De deserciones que finalmente no
logran ser exitosas porque los liderazgos escindidos pasaron su época
de influencia o su perfil es discreto en términos de representar una
opción fuerte con una base social y de recursos propia: Manuel Moreno
Sánchez en 1989; Alfonso Bernal Sahagún en 1998; López Chavarría en
2004; Andrés Reyes Rodríguez en 2007. Es aún más dramática la situación
cuando postula candidaturas surgidas de su militancia: ni Nora
Ruvalcaba en 2001 o Manuel de Jesús Bañuelos en 2004 representaron
opciones competitivas.
El panorama histórico es a final de cuentas reconocido por todos. El
camino es incierto. Parece ser que las opciones son pocas y el espacio
de autonomía que se pudiera tener localmente para decidir es estrecho.
Sin embargo, se pueden observar ciertas posibilidades:
1. Si el PRD en Aguascalientes se transformara en una versión cabal
de reivindicación de los sectores sociales más débiles; si al mismo
tiempo aspira a ocupar una posición privilegiada entre rivales
consolidados como son el PRI y el PAN ubicándose como opción real entre
el electorado de clase media o “aspiracional” que es mayoría en el
estado; si finalmente esa es la estrategia, los resultados son posibles
sólo a largo plazo. Depende de factores no inmediatos como la no
deseable pauperización de la propia clase media, que aspirara a
recuperar o mantener recursos con un gobierno izquierdista que
privilegie las necesidades de subsistencia. Además, necesitaría que los
gobiernos panistas o priístas, -en conjunto- sean percibidos por
amplias capas del electorado como un rotundo fracaso,
independientemente de las prácticas clientelares, en las que estas dos
organizaciones son las únicas que pueden competir. Está finalmente, en
manos de la transformación social, económica y poblacional de
Aguascalientes.
2. La segunda opción es simple: Mantenerse en el inmovilismo pasado
y actual y esperar una futura escisión poderosa y considerable de
personajes efectivamente fuertes, provenientes de alguno de los dos
principales partidos políticos en el estado, acompañado el hecho de que
dichos escindidos no transitaran hacia el otro, y asimismo no tuvieran
un destino más favorable en otras opciones emergentes (PVEM y Nueva
Alianza principalmente).
3. La que pareciera ser una posibilidad poco explorada representa la
transformación del pequeño pragmatismo actual en uno de mediana en
incluso amplia dimensión: Pactar de inmediato y de forma pública una
coalición vasta que derrote al panismo. Lograr el reparto de municipios
en donde sus antecedentes sean divisa clara de negociación; lograr un
grupo parlamentario de coalición integrado por cuatro o cinco
propuestas del perredismo local; lograr pactar asimismo posiciones de
primer nivel en el gobierno estatal. Lo anterior para dar forma a un
gobierno de coalición, a un cogobierno no vergonzoso en donde el
programa de la izquierda esté plenamente incluido y sea cabalmente
respetado y cumplido.
Si se apostara por el pragmatismo, habrá acaso que hacerlo por uno
que a la obtención de mayores cargos y recursos lo acompañe la
posibilidad de mejoras sociales. Es en la posibilidad de ser gobierno
que las organizaciones partidistas extienden sus objetivos, pues ya no
se trata sólo de la idea de representación de un determinado sector
social, sino que se crea la noción de obtención del poder para el
beneficio social amplio, a partir del ingreso de extensas capas de
nuevos actores y sectores que una sociedad presenta en plena dinámica
de trasformación como la que Aguascalientes vive en la actualidad, con
problemas, conflictos, necesidades e insatisfacciones cada vez más
graves.
Sé con claridad que existen demasiadas pocas probabilidades de que
la última opción se cumpla. Sabemos que las afrentas que obstaculizan
tal posibilidad son demasiadas y que la izquierda necesita asumirse
como una opción independiente. Pero no hablamos de lo que nos gustaría
observar. Para el PRD y la izquierda en Aguascalientes lo que es
necesario vendría en forma de decisiones poco ortodoxas. En política se
deben sacrificar algunas cosas para sobrevivir en situaciones en
extremo adversas. Ésta es tan sólo una de varias opciones que habría de
ser observada.