a década de los sesentas marca un hito y un parteaguas sin precedentes en la historia de la humanidad y en especial en la época moderna actual, y una realidad en pleno siglo XX. Basta recordar: El mayo francés en París que marcaron las luchas estudiantiles; la primavera de Praga de Checoslovaquia en la lucha contra la intervención Soviética; la Guerra de Vietnam ,desigual lucha de la potencia invasora norteamericana contra un pueblo inerme pero heroico, comandado por Ho-Chi-Mi; la lucha intervencionista permanente de Estados Unidos y el asesinato de Martin Luther King, gran guía del poder negro contra la injusticia racista en EU y que logró aglutinar a los afroamericanos contra el racismo; así como una serie de diversas protestas en Italia, Reino Unido, Yugoslavia, Japón y Alemania: un mundo convulsionado ideológicamente que fue una muestra de los grandes movimientos sociales cuyo objetivo final era la reivindicación de la libertad ideológica del ser humano, sus derechos fundamentales y la no represión.
Esta época marcó una honda huella en la generación de los sesentas y setentas, donde una generación adoptó un pensamiento ideológico revolucionario, y en especial en Latinoamérica con la insurgencia del pueblo cubano durante la revolución de 1959, que marcó el inicio de una fiebre social-revolucionaria en la región, donde diversos movimientos sociales, obreros y estudiantiles suscitaron e intensificaron sus acciones revolucionarias en: Brasil, Argentina, Chile y México, en donde se da un gran movimiento estudiantil; y el asesinato a mansalva de los gorilas bolivianos sobre el revolucionario Che Guevara, hechos que marcan el nacimiento de un estandarte de lucha en un momento difícil en Latinoamérica, debido a la carencia de libertades políticas e ideológicas por las oligarquías en el poder.
Las primeras manifestaciones del movimiento estudiantil en México se dieron en Puebla en 1964 y en Morelia en 1966, pero alcanzaron su momento más ríspido entre julio y octubre de 1968 en la Ciudad de México con la represión e intransigencia de las autoridades mexicanas encabezadas en aquel momento histórico por Gustavo Díaz Ordaz y Luis Echeverría Álvarez, operadores políticos de la represión, aunadas al temor gubernamental de que estropearan los Juegos Olímpicos, que al final de cuentas es lo que más les interesaba y que fueron los principales detonantes del conflicto estudiantil de la época.
Aunque la disputa inició entre los estudiantes de la preparatoria incorporada Isaac Ochoterena y las vocacionales 2 y 5 del Instituto Politécnico Nacional (IPN), se complicó con la represión de la marcha del 26 de julio de 1968, que celebraba el aniversario del asalto al Cuartel Moncada y es considerada el suceso generador del movimiento con la intervención del ejército y la agresión perpetrada contra los manifestantes. El 29 y el 30 de julio tuvieron lugar las pugnas suscitadas por el enfrentamiento entre estos dos sectores, las cuales derivaron en el bazucazo lanzado por el ejército a la puerta de acceso de la Preparatoria Núm. 1 de San Ildefonso, de gran valía por ser un recinto histórico desde el inicio de la primera Universidad del Continente en 1551, donde algunos estudiantes se habían refugiado. Esto agravó el conflicto y fortaleció el movimiento; a las pocas horas, el rector de la UNAM, Ing. Javier Barros Sierra, izó la bandera a media asta e hizo un llamado a los universitarios para defender la autonomía.
El primero de agosto, a petición de los estudiantes y profesores, el rector encabezó una marcha que recorrió la avenida De los Insurgentes hasta Félix Cuevas y regresó al Campus universitario. agosto y septiembre sirvieron para configurar y sustentar el movimiento, se estableció un pliego petitorio y se creó el Consejo Nacional de Huelga (CNH), como una dirección unificada y reconocida por el movimiento en su conjunto, conformado por representantes de cada una de las escuelas de la UNAM, el Instituto Politécnico Nacional, la Universidad de Chapingo, la Normal Superior, el Colegio de México, y la Universidad la Salle, entre otras.
Ya constituido el CNH el 13 de septiembre, se realizó una marcha llamada del silencio, de Chapultepec al Zócalo para manifestar que esta acción sería más elocuente que las palabras que acallaron las bayonetas. No obstante, cinco días después Ciudad Universitaria fue tomada por los militares, el 18 de septiembre, hecho que propició la renuncia del rector Javier Barros Sierra ante la Junta de Gobierno el 22 de septiembre. Lo mismo sucedió en las instalaciones del Casco de Santo Tomás el día 24, pero a diferencia de lo sucedido en C.U. se produjeron violentos enfrentamientos entre estudiantes y policías. Con la finalidad de reunir a los diversos sectores estudiantiles que se habían dispersado tras las ocupaciones, el CNH convoco a un mitin en la Plaza de las Tres Culturas de Tlaltelolco el 2 de octubre; sin embargo la respuesta del Estado fue sorpresiva y derivó en una masacre y en la captura de los principales líderes del CNH, hecho que marcó el descenso de la lucha estudiantil. Esto marcó el principio del fin; los estudiantes, después de la tregua durante las olimpiadas, regresaron a las aulas el 4 de diciembre del 68.
Con esto queremos resaltar que la expresión crítica es una de las herencias más importantes del movimiento estudiantil de 1968, como fueron el tomar las calles, las universidades y las aula; realizar las asambleas con su gran relevancia ya que constituían la posibilidad de disentir; manifestar el respeto y no sólo la tolerancia al otro; y el reconocimiento de la diversidad. Todos estos episodios constituyen grandes enseñanzas del 68 que no debemos perder; quisiéramos que vivieran el 68 los estudiantes del siglo XXI, que lo vieran como la posibilidad de soñar y añorar, de transformar y de fraguar proyectos, porque tenemos una juventud muy desolada, poco esperanzada en mejores mañanas. Como universitarios debemos recuperar esa capacidad de soñar, de imaginar un mejor futuro, aunque suene un poco romántico; creo que hace mucha falta, este país en la actualidad, ya que en este momento está muy golpeado y lastimado, tan sensible a la agresión, a la violencia, a la inseguridad, a las injusticias cotidianas, a las crisis recurrentes; se debe creer en el porvenir, los jóvenes tienen que ser bandera para eso; ser rebelde es ser sensibles a las injusticias y luchar por un hombre nuevo, que es lo que nos hará libres y nos dará un porvenir justo e igualitario.
Hacemos un reconocimiento a personas como mi padre Rubén Rojas Vigil al cual admiro mucho por haber sido un luchador social, quien vivió como pensó, fiel a sus ideas y coherente con su pensamiento, y que dejó una huella en la historia de este país; a mis maestros, muchos de los cuales fueron líderes estudiantiles y luchadores sindicales universitarios. Entre algunos de ellos, mi reconocimiento y mi aprecio a: Alejandro Encinas, Pablo Gómez, Alejandro Álvarez, Eleazar Morales, Orlando Delgado, José Blanco, y José Ceceña, entrañable maestro y ex director de la Facultad de Economía de la UNAM, y muchos más que este espacio no me permite nombrarlos, pero que están en mi memoria y pensamiento.
Muy buenas tardes, soy una estudiante BI de Ecuador y estoy haciendo proyecto en historia sobre el tema “Movimiento estudiantil del 02 de octubre de 1968”, agradecería mucho su respuesta para algunas consultas y sugerencias con respecto a mi proyecto.