n la historia del sindicalismo mexicano han existido antagonismos de clase entre sindicatos y empresas, muchas de ellas avaladas por el estado a favor de la Iniciativa Privada y de las dirigencias sindicales charras, desde el origen del sindicalismo moderno, que tiene sus raíces en la Casa del Obrero Mundial, pasando por la CROM de Morones y culminando con la CTM de Fidel Velázquez que se eternizó hasta su muerte en la cúpula del poder obrero, con el aval de los presidentes desde Miguel Alemán y hasta Carlos de Salinas de Gortari y parte del sexenio de Ernesto Zedillo, donde la mano del Estado mexicano, el que mece la cuna, se ha visto envuelta en la toma de decisiones del sindicalismo, no es nada nuevo, pero el colmo de la sinrazón ha llegado a los gobiernos de derecha sin conocimiento de la historia, inmersos en la ignorancia absoluta de lo que hasta el momento estamos viviendo, en injerencias en los asuntos sindicales, que lamentablemente en estos momentos no representan ya casi nada a la verdadera insurgencia obrera, sino que también son cómplices por permitir la intromisión de los gobiernos en asuntos que sólo los trabajadores deben decidir.
El golpe que se asesta a los electricistas fue largamente preparado, igual que a los mineros, donde se diseñó un operativo y se preparó personal que asumiera la operación del servicio, el debilitamiento deliberado de la empresa inició antes (o lo provocaron) para, como con los telefonistas o los ferrocarrileros, justificar su privatización, que al final de cuentas es lo que están justificando. Continuó una campaña de descrédito a los trabajadores y sindicato, a quienes se atribuye la ineficiencia de la empresa y el incremento de las tarifas o cobros indebidos, sin considerar la responsabilidad de los directivos y la ausencia de una política de estado para salvaguardar un área energética para el desarrollo y culminó con el aliento desde el gobierno a una disidencia interna para la desacreditación para renovar la dirigencia y provocar un conflicto interno para favorecer el golpe final.
Esta absurda y fatal decisión tendrá un alto impacto político y económico, además evidencia el desprecio gubernamental hacia la clase trabajadora, resultando incoherente de razón, que en plena recesión se lance al desempleo a mas de 50 mil trabajadores y afectando a igual número de familias, a quienes el “Genio” Tenebroso de la Secretaría del Trabajo sugiere convertirse en esquiroles, con la oferta de una liquidación por encima del Contrato Colectivo para quienes acepten de inmediato su liquidación y con esta “establezcan un negocio” ¡vaya farsa disfrazada de cinismo!
Difícil es disociar este tipo de decisiones de hechos y actitudes bochornosas que han impedido avanzar a un sindicalismo autónomo y fuerte desde aquellas luchas históricas de los ferrocarrileros con Demetrio Vallejo y un sinfín de líderes verdaderos y honestos, los electricistas con Rafael Galván sin olvidar a los Nucleares y las luchas sindicales universitarias encabezadas por los sindicatos de la UNAM: SPAUNAM y STUNAM. Desde 1916, cuando Carranza reprimió a la Casa del Obrero Mundial (COM), llegándose al extremo de establecer pena de muerte para quienes reivindicaron mejoras salariales o en sus condiciones de trabajo, tras el asesinato de Carranza en 1918, las mafias sindicales, representadas por la CROM de Luis N. Morones combatiendo al sindicalismo democrático de la CUT y controlaron por la fuerza del estado a las organizaciones, imperio que se mantuvo hasta el asesinato de Álvaro Obregón, cuando el desmoronamiento de la CROM culmina con la formación de la CTM en 1936, quien jugó un papel importante en la expropiación petrolera y en la construcción del movimiento obrero, hasta la expulsión de las corrientes de izquierda y el surgimiento del charrísimo y hasta los 70s, cuando dentro del SUTERM se propuso democratizar su sindicato y enfrentar al estado en su apoyo a la dirigencia charra, similar fue la requisa de los telefonistas, así como la toma por la fuerza pública de CU en la UNAM para frenar al sindicalismo universitario, violando arbitrariamente las autonomías, tanto universitarias como sindicales.
Las reglas del estado autoritario mexicano han sido, que cuando un sector obrero se sale de control utiliza toda su fuerza para su liquidación, arropando a las mafias que le garanticen sometimiento, ayer fueron Morones y la CROM, Fidel Velázquez y la CTM, la fuerza bruta del estado contra los ferrocarrileros y los electricistas así como los nucleares, hoy son el SNTE, petroleros, viejos y nuevos charros y algunos gánsters que el secretario del Trabajo suscribe cada mes contratos de protección, este golpe al incipiente y casi desaparecido sindicalismo de vanguardia y lucha obrera ya en desaparición para clonar un corporativismo de estado, es una afrenta que exige la unidad, la solidaridad y sobre todo gestar movimientos sindicales independientes y democráticos para enfrentar a una nueva realidad.
La rectificación de un estado de derecha y de facto va ser imposible, el golpe de estado a la clase obrera ya está dado como la historia lo demuestra con los ferrocarrileros, telefonistas, mineros y así sucesivamente, hasta la desaparición de las luchas de clases que se da por decreto, sólo falta ver la reacción de lo que queda de un sindicalismo en extinción, la concientización de los trabajadores y el surgimiento de un líder, no necesitamos más, sólo uno que unifique y reorganice a la moribunda organización sindical de vanguardia y lucha, se llevará mucho tiempo pero hay que empezar a levantar la cabeza para beneficio de este país inmerso en la inmortalidad del cangrejo, reunificar va a costar pero no hay que olvidar frases celebres: “iniciemos haciendo lo necesario, para hacer lo posible y terminar haciendo lo imposible”.
Por mi raza hablará el espíritu