La ciudad de Aguascalientes cumple 434 años de vida. Esto merece un brindis, pero sobre todo merece que la imaginemos más civilizada, limpia, equilibrada y, claro está, segura. Este deseo para que valga la pena tiene que ser factible, es decir tiene que ser resultado de una deliberación pública, de un proyecto de sociedad y de plazos concretos para lograrlo.
Para que esta realidad valga la pena tiene que ser resultado de un deseo en común, y mientras eso pasa veamos algunas cosas que a mi juicio deberían formar parte del futuro cercano. Por ejemplo me gustaría que en diez años nuestra plaza central se convirtiera en un foro de la cultura mundial. Una plaza de la libertad y de la tolerancia en todos los sentidos.
Me gustaría que en el 444 aniversario existiera una ciudad donde existieran fusiones de vivienda popular y media con las de clase alta compartiendo espacios públicos sin temor a la convivencia entre diferentes clases. El centro histórico podríxa ser una buena oportunidad.
Me encantaría que la ciudad fuera un lugar donde los arroyos que aún existen, fueran convertidos en zonas naturales integradas a la mancha urbana en lugar de vías rápidas para los automóviles. Una ciudad que no fuera una barrera sino la continuación de la naturaleza a la que se agrega el aporte de hombres inteligentes. El río San Pedro es una posibilidad.
La ciudad que imagino la veo con un centro histórico con publicidad comercial ordenada y en la que uno de los edificios urbanos más visibles fuera la Biblioteca Central. Una ciudad con 300 kilómetros de ciclopistas y de usuarios de todas las clases sociales y no solamente con personas de escasos recursos que buscan llegar a sus trabajos.
Me gustaría celebrar el 450 aniversario con una ciudad de lectores y, si no es mucho pedir, una ciudad en la que la democracia no fuera tema y que en su lugar existiera una discusión pública en la que el debate estuviera centrado en cómo mejorar la calidad de vida de los habitantes. Un lugar de ciudadanos.
Sueño con un lugar por el que circulan hombres y mujeres de todo el mundo. Una ciudad donde hay buenas oportunidades de empleo; una ciudad en la que crecieron exponencialmente los aficionados a la pintura, la literatura y en general a todas las artes. Un lugar donde ya existe otra Universidad Pública integrada a estos sueños.
Imagino que vivo en una ciudad que se anticipa a los problemas. Una ciudad por la que se pueda caminar distraído a cualquier hora del día y de la noche sin temor a ser violentado. Una ciudad que cultiva sistemáticamente la ciencia, que premia la creatividad y que sabe aprovechar con inteligencia sus fortalezas. Todo esto, o algo parecido, estará en nuestras manos si los deseos los convertimos en proyectos.