Para reanudar la desbandada del texto anterior, vayamos de nuevo a la historia del pasado, el año 1847. Aquel año fuimos, como siempre, víctimas de algo… de la conquista española, de la dictadura de Santa Ana, de la dictadura de Porfirio Díaz, de la invasión de los gringos, de los franceses, de los ingleses, de las consecuencias de la revolución, de la guerra cristera, de la dictadura priísta, del TLC… y por más que no quiero, mi inconforme cerebrito me pregunta insistentemente ¿en serio seremos VÍCTIMAS o es consecuencia de la estupidez colectiva?.
Nuestra educación es mala; últimos lugares de aprovechamiento escolar de acuerdo a estudios internacionales. ¿Cuántos mexicanos podemos estudiar en una universidad de calidad? ¿Cuántas universidades y escuelas mexicanas tienen una educación de primer mundo?. La educación en el primer mundo está a años luz de la nuestra, estudiantes que no exigen, maestros que hacen huelga, que no se preparan, que no saben historia ni les interesa pues acceden a la educación gratuita, es decir la educación pública. Y esto pasa a todos los niveles desde primaria hasta universidad y si ante este panorama se acorta aún mas el presupuesto, nuestros niños y jóvenes ¿qué van aprender?. Parece que la tendencia es hacer mano de obra ideal para no pensar, para no crear, tan sólo para obedecer.
Nuestros empleos no son ideales, durante la década de los noventa, las reformas laborales implementadas, resultaron en una menor estabilidad en el puesto de trabajo y en el aumento de la tasa de rotación laboral, lo que desestimuló la inversión en capacitación por parte de las empresas privadas. Por su parte, la innovación tecnológica y el cambio del perfil sectorial de la economía produjo la abrupta depreciación de gran parte del capital humano (con lo que muchas de las habilidades existentes dejaron de ser reconocidas como tales por el mercado de trabajo).
Aunado a esto, en la burocracia con fallas en la contratación, al desconocer habilidades y características de los trabajadores, brinda opacidad del mercado de la fuerza de trabajo y hace que las recomendaciones de terceros por lazos sociales (amistad o las lealtades políticas), incidan en la empleabilidad de las personas. De este modo, aquellos trabajadores sin capital relacional, (aunque cumplan inclusive con más de los requerimientos del puesto), resultan excluidos.
Todo esto hace un mercado laboral donde la informalidad y la brecha salarial tienden a incrementarse, y donde la inequidad en la distribución del ingreso es al mismo tiempo, causa y efecto de otras desigualdades como las que se generan en la educación y en el acceso a la salud.
Nuestra infraestructura es pésima, una imagen aérea puede señalar que urbanísticamente hablando no hay planeación y por ende se encharcan e inundan las calles, se deslavan fraccionamientos enteros, se crean puentes sin necesidad de ellos y situaciones parecidas.
En el sector salud, vivimos recorte tras recorte de presupuesto, al menos eso le dicen a la gente por respuesta, cuando han solicitado insistentemente fecha para una cirugía “urgente” desde hace ocho meses; y lo peor, no entiendo porqué, si las cuotas que se pagan mensualmente como trabajador público son regulares, el servicio no lo es, y no se diga del sistema popular de salud donde lo crean a partir de la demagogia y por ende ahora, cuarenta mil afiliados en el estado se quedaron sin medicamento según el informe de resultados del primer semestre 2009. Y si eso sucede en el rubro de medicamentos, ¿en dónde quedan las cirugías?, ¿los partos?.
Y para cerrar esta perspectiva gris, hay que entender que tenemos autoridades corruptas que no hacen su trabajo (y que quizás de ahí deriven muchas de nuestras problemáticas). ¡Que tanto!, pues acorde al Índice de Percepción de la Corrupción (IPC) de Transparencia Internacional (que clasifica países según el grado de corrupción que se percibe como existente entre los funcionarios públicos y políticos) para el 2007, nos colocaba como el lugar 72 (3.5 puntos) de 179, debajo de El Salvador 4 puntos, Colombia 3.8 o Ghana o Rumania con 3.7. El país menos corrupto fue Nueva Zelanda con un valor de 9.7 (6.2 puntos de diferencia, o sea somos la tercera parte de transparentes comparados al país mas honesto).
Y según el Índice Nacional de Corrupción y Buen Gobierno, en 2007 hubo nada más 197 millones de actos de corrupción en el uso de servicios públicos provistos por autoridades federales, estatales y municipales y lo más patético es que en 2005 fueron 115 millones. Es decir que vamos empeorando y me pregunto ¿para qué gastar en tanta encuesta si ya sabemos hacia dónde va la tendencia?, ¿será cinismo querer confirmarla?.
¿En qué nos beneficia que los diputados aprobaron una ley para los percing y tatuajes?, ¿de que sirve que los senadores aprobaron una ley para que el agua sea para todos?, ¿qué van a hacer si el agua se está acabando y la que hay está contaminada?. ¿Van a crearla?. ¿Porque la Secretaría de Medio Ambiente no ha ido por ejemplo a El Sabinal para confirmar lo que es deterioro ambiental? (por que decir asesinato de la naturaleza lamentablemente no es políticamente correcto).
Y seguimos con numeritos, (que aunque sabemos que son maquillados de algo sirven), según el ICESI (Instituto Ciudadano de Estudios sobre Inseguridad) quien brinda estadísticas de homicidios, secuestros, robos, etc., reporta que en Aguascalientes hubo en 1997 siete secuestros y para el 2008, 22; en el DF, 22 para 97 y 189 para 2008; y en el caso de homicidios para Aguascalientes en 1997 se reportaron 150 y para 2008, 186. De nuevo la tendencia es a empeorar y no a mejorar ¿Qué está pasando?.
En este momento, China e India, países que se estaban muriendo de hambre, cambiaron su forma de pensar y están llegando a ser superpotencias tecnológicas, científicas, deportivas, militares, en negocios, etc.
¿Qué país queremos construir?, ¿qué necesitamos para hacerlo?. Será la solución una democracia participativa (con mayor participación en la toma de decisiones políticas que la que otorga tradicionalmente la actual y teórica democracia representativa).
¿Cómo lograr un modelo político que facilite a los ciudadanos su capacidad de asociarse y organizarse de tal modo que puedan ejercer una influencia directa en las decisiones públicas?, Se sabe que es indispensable una firme base no gubernamental como condición previa a la formación y consolidación de una auténtica democracia liberal. Pero entonces ¿por qué nadie se asocia?, ¿será que no hay cultura de equipo en nuestro país?, ¿será que no hay iniciativa individual?, ¿serán ambas?. En países avanzados, al menos el 85% de la población está comprometido en alguna asociación, en México el valor es inverso. ¿Tendrá algo que ver el último suceso de Luz y Fuerza? pues con este despliegue de autoritarismo, sí que nos ha quedado claro que asociarse laboralmente para lograr mejoras salariales y prestaciones ya no será posible, pues será aplastado por la fuerza pública a menos que se acaten sus leyes y se favorezca “la charrería”?. Recordemos que ahora los empleos carecen cada vez más bajos ingresos, cero prestaciones y poquísima seguridad.
Y entonces ¿Qué necesitamos?. Creo que necesitamos un México seguro, donde la ley se respete y no se negocie políticamente con ella. Necesitamos el establecimiento de un sistema de certificaciones laborales, por medio de mecanismos que necesariamente deben comprender la cooperación público-privada, para aumentar la movilidad laboral. Urge crear empleos productivos con dignidad en sueldo y condiciones. Necesitamos un lugar donde los políticos corruptos si estén en la cárcel, donde el legislativo se ponga a trabajar, donde la educación sea un modelo a seguir, el sistema de salud sí nos cure, donde la gente ya no tire basura en la calle y los ríos no sean de aguas negras. Donde tengamos buena infraestructura, donde los proyectos populares brinden casas de verdad que superen los 30 metros de construcción para que entonces sí se llamen – vivienda digna- y donde México sea admirado por ser de un país justo, un lugar donde se haya planteado la necesidad de adoptar políticas públicas activas, cuyo objetivo sea “nivelar el campo de juego” mediante un sistema diferenciado de apoyos e incentivos para acortar las tremendas brechas de desigualdad que nos ahorcan. Ante este panorama, sólo se me antoja salir en desbandada como estas letras que insisten en seguir respirando.