"Tanta sociedad como sea posible y sólo tanto gobierno como sea necesario”. Año 1939, nace el Partido Acción Nacional. Efraín González, abanderaba la lucha por preservar los derechos a la libre preservación de las ideas y manifestación de los cultos, aunque nunca renunció a su convicción religiosa. Manuel Gómez Morín, de formación universitaria en su máxima expresión fue siempre emprendedor con profunda convicción social.
Ambos unieron los esfuerzos de la filosofía humanista y la acción que dio origen al Partido Acción Nacional, que ha llegado ya a sus 70 años de vida. Por Aguascalientes acudieron a la asamblea que constituyó al partido; Juan Martínez, Andrés Reyes, Jesús Macías, J. Esparza Vega y Luis G. López; más tarde se sumaría entre otros, Don Modesto Jiménez de quien siempre guardaré los mejores recuerdos y las más grandes enseñanzas.
Sabino Esparza, Manuel Lomelí, Ramón Molina, José García, Pablo Silva, Ricardo Martín del Campo, Armando Ávila, José Ornelas, Leobardo Gutiérrez, Jorge Sánchez, Ramiro Pedroza, Enrique Franco, Edmundo Becerril, Arturo Díaz Ornelas, Jorge Zamarripa, Luis González, Arturo González y Antonio Martín han desfilado por la presidencia de Acción Nacional desde su fundación hasta nuestros días; desde el “aparente absurdo” – libro escrito por la Lic. Cecilia Franco – de participar en política hasta la asunción del poder han sido etapas por demás aleccionadoras en la vida del estado y de la propia Institución.
En 1986 tuve la oportunidad de ingresar al PAN, no acudí por invitación de alguien, ni por compromiso alguno, mi ingreso al partido fue casual y causal; caminaba por las calles de Aguascalientes en tiempos de alguna campaña, de aquellas en las que ni siquiera el sonido del perifoneo o los amplificadores para los mítines se permitían usar a militantes, simpatizantes o integrantes de un partido distinto al oficial; así que escueto y discreto, escuché el sonido del expositor que en ese entonces, como mucho tiempo después, exigía libertad de ideas en este país en donde la corrupción, el clientelismo y la arbitrariedad parecían el eje motor de cualquier administración.
En ese momento y con el propósito de aportar en algo para que del discurso se pasara a los hechos, fue como tomé la decisión de apostar por quienes en ese entonces nadie creía, por quienes tenían que rogar una y otra vez para que alguien aceptara ser candidato, militante, representante, y cualquier posición que vinculara su convicción de ir en contra del sistema, dese luego sobra decir cuáles eran las repercusiones de atreverse a este tipo de actos que ofendían a “los señores gobernantes”.
La brega de eternidad que referían los fundadores hizo una pausa para dar paso al ejercicio de gobernar y continuar la marcha.
Alfredo Reyes llegó a la Presidencia Municipal después de un azaroso proceso electoral. En ese entonces la membresía de Acción Nacional era de 310 militantes en la entidad. En cada campaña la propuesta de “voy a gobernar con los mejores hombres”, ha sido aceptada, acatada e impulsada por los diversos candidatos. Uno de los principales problemas que ha tenido nuestro partido es que a partir de que llega cada gobernante, hay quienes les hacen creer que la institución es desde que ellos llegaron y a los dirigentes les hace pensar que las facturas de fraternidad deben de pagarse a rajatabla, cada quien pone sus valores y es ahí donde se presentan algunos problemas de convivencia.
Encontrar el equilibrio entre un gobierno de todos que incluya a parte de la militancia ha sido dolor de cabeza frecuente por la imposibilidad de que muchos participen, lo que se acentúa cuando inexplicablemente al entender de algunos se incorporan a las administraciones personas que en el papel no cumplen con el perfil que bien pudiera llenar un “activo”.
Nuestros gobernantes no han quedado exentos de este dilema, además el compromiso social de hacer las cosas mejor que los antecesores es una pesada loza con la que hay que cargar a lo largo del ejercicio. A pesar de todo quienes han tenido la responsabilidad de mandar han cumplido con las expectativas de la militancia y la sociedad; el juicio justo espera el paso sereno del tiempo para poner a cada cual en su lugar, las elecciones son un espacio para evaluar conducta de partido y de gobierno, para dar y quitar confianza, para aprobar o para no autorizar.
En este refrendo hasta ahora los panistas podemos decir que nos ha ido de regular para arriba.
El “Mosco” al integrar su gabinete no incluyó a panistas no porque no quisiera, sino porque no había, luego en el desarrollo de la administración adquirieron su membresía, también bajo ese argumento algunos no fueron considerados ni para segundas posiciones.
Para la elección de 1998 ya éramos un poco más de 900 militantes en la entidad quienes tomábamos las decisiones, justo en este proceso es cuando decidimos abrir con mayor ímpetu el partido a la sociedad ofertando la militancia a toda persona que quisiera construir un México mejor, se hicieron promociones públicas de afiliación incrementando considerablemente la membresía.
Felipe González integró a su gabinete a quienes en ese entonces representábamos las principales corrientes de opinión. A mi me correspondió hacer la promoción para que Felipe tomara en cuenta a Rubén Camarillo como Secretario de Desarrollo Económico, pues la apuesta inicial para esta posición era Roberto Díaz, así como Alfredo Reyes a COPLADEA. A mi me invitó a Desarrollo Social con la encomienda de incluir al mayor número de liderazgos panistas. Luis Armando Reynoso desde la presidencia municipal hacía lo propio invitando a militantes a su gabinete entre ellos al Dr. Luis González a Desarrollo Social cargo que no aceptó por ser presidente del partido.
El estilo de gobernar ha sido muy claro “tanta sociedad como sea posible y sólo tanto gobierno como sea necesario” las audiencias públicas, las giras cotidianas, el acercamiento permanente es herramienta que se implementa para legitimar decisiones pues es claro que no hay mayor ventaja que la que otorga la sociedad al dar confianza por ser tomados en cuenta.
Sin embargo, también han existido momentos de tensión entre la militancia y sus gobiernos que en ocasiones no coinciden sobre aspectos aislados en la forma de conducir y que han sido más que claros, como cuando Felipe González incorpora al gabinete a Víctor Hugo Mercader, quien tiempo atrás agravió en el desempeño de su labor a los panistas que en 1995 defendían la trinchera del Congreso, o como cuando el famoso rescate de la concesión del servicio de agua potable y los que en la presente administración se han incorporado.
“Vamos por el cambio”, “todos por el cambio”, “el cambio que a ti te conviene”, “espera más del cambio”, “más cambio para bien”, entre otros, fueron los lemas que utilizamos en los últimos 20 años, pues el discurso era fácil, al no tener posición alguna de gobierno buscábamos el cambio, al ganar la presidencia municipal por primera vez el discurso fue decir que necesitábamos el cambio para tener un gobernador que nos dejara trabajar, al ganar la gubernatura el mensaje era necesitamos el cambio para tener un presidente de la República que nos dejara trabajar, al llegar a Vicente Fox se nos acabó el cambio y los militantes empezamos a discutir entre nosotros pues aparentemente ya no había competencia.
Ahora en estos tiempos de alternancia, la sociedad puede contrastar entre una forma de gobierno panista y otra de diferente procedencia y en consecuencia tomar su decisión.
Tengo la certeza absoluta de que los gobiernos emanados del PAN, en su gran mayoría, buscan la mejor administración de los recursos públicos, ¿porqué? por la simple razón de que son objetivos, que distan del asistencialismo, el clientelismo y el populismo; en el PAN tenemos por fin alcanzar el bien común a través de la acción de gobernar, pero siempre con la idea clara de buscar… “Tanta sociedad como sea posible y sólo tanto gobierno como sea necesario”…
Para hacer honor al lema “Por una patria ordenada y generosa, por una vida mejor y más digna para todos” los panistas tenemos que trabajar en lo cotidiano para que el ejercicio de gobernar tenga sustento y congruencia en cada acto por mínimo que parezca y estar preparados para lo que viene. n