Una vez más - LJA Aguascalientes
16/11/2024

Con todo mi amor para mis hijos Mónica Fernanda y Jorge Emilio, con el compromiso de estar siempre con ustedes.

Dice la sabiduría popular, que lo que mal empieza mal acaba, y esto puede aplicarse de manera contundente a la administración de Felipe Calderón que se empeña en ir de desacierto en desacierto, sin prisa por recuperar el tiempo perdido o cuando menos hacer las cosas de forma distinta.

Hacer un recorrido de todos los desatinos e incongruencias que plagaron su intervención del pasado miércoles en el evento que se inventó para hablar de su tercer Informe de gobierno, sería toda una epopeya y ocuparía espacio en demasía; por lo cual, y por respeto al espacio que me permite La Jornada Aguascalientes, sólo me reduciré a señalar algo de lo más aberrante, que caracterizó a su discurso de “salvación nacional”.

Calderón sigue pensando que este país es un país de gente con memoria muy corta o muy delgada; decir que en este último año de su administración, México ha sido atacado por los nuevos jinetes del Apocalipsis (la crisis económica, la influenza, la virulencia del crimen organizado, la caída en la producción del crudo y la sequía), es tratar de continuar solapando la ineficacia de una administración federal que se ha exhibido como no apta para encabezar los esfuerzos del país.

Decir que ahora que la Cámara de diputados del Congreso de la Unión, ha cambiado de integrantes, le permite a la gente renovar su esperanza sobre el futuro, es verdaderamente insulso, ya que lo que realmente está esperando el pueblo, es que cambie a los pésimos miembros de su gabinete, que han demostrado a través de estos casi tres años de su gobierno, ser unos verdaderos inútiles, que no sólo han faltado a su compromiso con la nación, sino que ni siquiera le son leales a su jefe, aceptando que no son lo que el país y Calderón necesitan para enfrentar los retos nacionales. Y además en apego a la honestidad, le debería agradecer a gran parte de los diputados de oposición de la LX legislatura (en especial a los priistas), que gracias a ellos, no terminó por irse al despeñadero con todo y el país, ante la falta de oficio político, que ha exhibido en todo este tiempo.

Tuvo el descaro de atreverse a señalar que él no dividirá al país, en aras de reencontrar el rumbo, como si no recordásemos que fueron él, su partido y sus aliados (poderes fácticos), quienes en el 2006, polarizaron a este país, al señalar sin cansancio a quien fuera su más fuerte contendiente como “un peligro para México”.

Ahora resulta que la prioridad mayor de la segunda mitad de su administración, será el combate a la pobreza, claro como ya fracasó en el combate a la delincuencia organizada, seguramente sus asesores le habrán dicho, que la apuesta electoral para el resto de su gobierno, deberá ser el combate a la pobreza, o sea la política social. Lamentablemente después de todo el presupuesto y el esfuerzo destinado al combate a la delincuencia, y los nulos resultados, aunque él se obstine en decir que “vamos ganando la batalla”, es de esperar que al final de su sexenio haya más pobres que al día de hoy.

Finalmente, y por no seguir con este interminable listado de errores y omisiones, Calderón presentó sus diez puntos, que no pasaron de ser lluvia de ideas,( y conste que a lo mejor les estoy dando el privilegio de llamarlas ideas, cuando a lo mejor no son resultado de algo verdaderamente pensado), y lo cual permitió que los analistas políticos de televisión (sí del duopolio), iniciaran la estrategia a desarrollar en los próximos años, culpar al Congreso de la Unión, de todo lo que no camine con respecto a las “grandes ideas calderonistas”.

Bueno, lo triste de todo esto es que Calderón no ha entendido que aquellos que lo instalaron en la presidencia de la República, los poderes fácticos le seguirán secundando en sus yerros e inconsistencias y le seguirán aplaudiendo como el pasado miércoles,  pero al final del camino lo denostarán,  porque ya estarán ocupados en atender a quien esté en ese mismo lugar.


Alguna ocasión escuché a un campesino decir “cuando no se tiene el tamaño, ni aunque te subas al banquito”, ¡qué razón tenía!


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