La creación de espacios de expresión libre para las personas a través del montaje de un espectáculo es una experiencia que Sandra Padilla vivió ya con los montajes teatrales que ha realizado, como El Horripilantario y La sombra del apapacho, cada uno montado en lugares muy diversos, tanto en Aguascalientes como en los municipios y con públicos variados.
Como artista, ella se dio cuenta a través de estos ejercicios de la enorme necesidad de expresión que hay en los espacios, pues en más de una ocasión en las que montó La sombra del apapacho, una obra de teatro con títeres dirigida a adolescentes donde se retoma la poética de Guadalupe Posada y al final hay un pequeño taller de retroalimentación donde los asistentes tienen la posibilidad de expresar mediante titulares de una nota o un mural qué fue lo que percibieron de la obra, qué fue lo más significativo para ellos, con cuáles personajes se identificaron.
La obra, de manera específica, está dirigida para adolescentes, pero
la realidad es que cuando se presenta en lugares al aire libre siempre
existe la posibilidad de captar la atención de otro tipo de público;
cuando se estructura una creación artística donde el público tiene un
momento específico para intervenir, siempre existe una posibilidad de
conocer, en primera instancia, cómo se percibe el mensaje que se había
planeado desde un inicio y de ahí se abre una gama de posibilidades que
dependen totalmente del público.
En esas experiencias hay
quienes se acercan a los títeres, los toman, bailan con ellos, quieren
enterarse de qué material están fabricados; ella incluso se quedó un
tanto impresionada por la atención que en ciertos casos los jóvenes
dedicaron a la elaboración de los trabajos que realizaban al final del
montaje.
Hablaba de un nivel de atención mayor que ellos
brindaron, las reacciones después del montaje son parte del mismo;
aunque el actor no puede premeditar lo que va a suceder después, puede
ir desde un acercamiento desbordado por parte de los asistentes hasta
la seriedad, el silencio y la distancia que dicen mucho.
Sandra
recordó una de sus experiencias en el Parque México al momento en que
una familia entera, desde el papá hasta los más pequeños, cooperaron
para hacer el mural que reflejaba lo que ellos habían entendido de la
obra y entonces el espacio público en conjunción con la obra de teatro
se volvió no sólo un espacio para el esparcimiento sino también un
momento para la convivencia con el pretexto del arte.