La parte central de la propuesta de Beatriz Rosales Gutiérrez, académica de la Universidad Autónoma de Aguascalientes (UAA), fue la creación de un modelo estructural de educación ambiental dirigido a la comunidad universitaria, para desde ahí desarrollar proyectos que tengan un efecto no sólo al interior de la institución, sino también fuera de ella en el propio ambiente de cada uno de los estudiantes y los mismos profesores y académicos.
“Para pensar en el tema ambiental, hay que pensar en los hijos de nuestros hijos”, comentó la académica en el inicio de su ponencia sobre la importancia del cuidado ambiental, y lo que desde Aguascalientes puede hacerse para detener y revertir todos los efectos negativos causados por el desgaste y el maltrato que las personas hacen de los recursos naturales.
La aplicación de un proyecto ambiental traería en primera instancia el beneficio de tener una universidad con un entorno agradable, para eso se requiere de hacer un estudio para conocer las verdaderas problemáticas que pudieran abordarse, para con base en ellas suscitar la creación de propuestas educativas ambientales que podrían convertir a la universidad en un punto generador de programas educativos aplicables para sí y en el entorno, incluso en colaboración con quienes ahora trabajan el tema ambiental por medio de las organizaciones no gubernamentales.
Al incluir de manera transversal la materia de ecología, desde todas las carreras pudieran generarse proyectos para resolver esos problemas planteados inicialmente y serviría a la propia institución como una forma de vinculación con la sociedad, porque también podría trabajarse de manera muy puntual en aspectos de contaminación, cuidado o conservación en el estado.
Podrían ser los estudiantes de los semestres avanzados los que trabajen con estas iniciativas, para fomentar en los jóvenes que apenas ingresan a este nivel de educación ese interés por el medio ambiente a través del ejemplo, además de que sin duda en estos momentos todo lo relacionado con el ambiente es para los mismos egresados una herramienta de formación integral que les abre más las posibilidades de conseguir espacios, para crecer profesionalmente a través del desarrollo del estado y el país en esta materia.
La participación ciudadana cada vez ha tomado más fuerza y el ambiente de la universidad es sumamente propicio para crear en los muchachos el interés de involucrarse en el cuidado y la preservación del medio ambiente, porque de alguna manera todas las carreras tienen un vínculo que sólo es necesario motivar, a través del impulso de proyectos que promocionen los mismos profesores.
Rosales Gutiérrez citó el ejemplo de cuando en la universidad se colocaron los botes de colores para que dentro del campus se depositara la basura separada, principalmente los estudiantes desconocían donde iba cada tipo de residuos, luego decidieron ponerle calcomanías para que les fuera más sencillo identificar cada uno de los tipos de deshechos, sin embargo tampoco fue suficiente la porque a la fecha hay ya incluso botes que no tienen más esta imagen y no se logró que la mayoría de los jóvenes se sumaran.
La académica lanzó la iniciativa, ahora dijo habrá que esperar la coordinación de voluntades incluso con el apoyo de las organizaciones no gubernamentales para desarrollar en primera instancia la integración de la ecología como parte de la formación académica de los universitarios, a la par el desarrollo de proyectos en pro del desarrollo del ambiente al interior de la universidad y el fomento de acciones que trasciendan el ámbito de las aulas y el campus.